Delante de vuestra vida y de toda vuestra familia está el Señor, Dios Fuerte, que con su pasión, muerte y resurrección trajo la salvación.
No temáis al mal, a los que hacen el mal, a nuestros perseguidores, a las enfermedades, a las pestes y a las maldiciones.
Renuncia a todos y cada uno de los sentimientos de angustia, temor, tristeza, odio, desesperación y padecimiento.
La victoria ahora os fué dada por el Señor, la Sangre hermosa de Jesús es vertida sobre vuestra vida, que os libra de todos los males.
Abraza el bien, vístete de las vestiduras nuevas de la gracia y la clemencia, y frente a la Cruz del Señor ponte en oración y reconciliación.
Es tiempo de gracia, tiempo de batalla sí y también de victoria.
En el planeta tendréis aflicciones, pero ánimo, ¡yo he vencido al mundo!
Pelea contra esta tentación que desea robarte la paz y alejarte de la presencia de Dios.
¡Dios es mucho más grande que todo!
Elevad vuestro grito de victoria hoy y siempre y en todo momento, y junto con vuestra familia poneos en oración.
¡Una familia que reza junta, se queda junta!
Los invito a rezar juntos esta oración, reclamando la fuerza de Jesús que es el vencedor de todas las batallas:
He aquí la Cruz del Señor, huid de los poderes del mal, el León de la tribu de Judá, descendiente de David, ha vencido. Aleluya, la Santa Cruz sea mi luz, no seas el dragón mi guía, distánciate satanás, nunca me aconsejes cosas vanas, es malo que me ofrezcas, bebe tú mismo tu veneno, Salve Vera Cruz, santificada por Jesucristo que en tú murió para socorrer.
¡Dios te bendiga a ti y a tu familia!
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