La presencia de padrino y madrina surge en una tradición muy vieja de la Iglesia, de un desarrollo llamado iniciación cristiana que estuvo marcado por etapas precisamente delineadas por ritos de transición y también incorporación. Basándonos en el ejemplo de iniciación descrito por Hipólito de Roma, podemos decir que la incorporación radica en el rito de admisión al catecumenado. La persona, tocada por el mensaje de la fe cristiana, acompañada de un padrino o madrina, era presentada a la red social como candidata al bautismo y, previo examen[1]fue recibido, o no, para la siguiente etapa, marcada por la catequesis.Entendemos que el catecumenado bautismal es compromiso de toda la red social cristiana. En verdad, tal iniciación cristiana no ha de ser obra únicamente de los catequistas y los sacerdotes, sino de toda la red social de fieles y, más que nada, de los padrinos.
La acogida del catecúmeno por la comunidad es necesaria para asistir al converso en los pasos de su camino católico. Al acoger al converso, la comunidad se compromete a apoyarlo en su historia de fe a través de los padrinos, a iluminarlo en su sendero espiritual con la catequesis, a insertarlo en el corazón de una reunión viva mediante la liturgia y a impulsar su compromiso en su entorno. Estos servicios forman la base del ministerio catecumenal. [2]Los padrinos y madrinas juegan un papel fundamental en la vida de un niño y un joven. Por este motivo, es requisito escoger a una persona ideal, sabiendo diferentes puntos que influirán en la relación con el niño y el joven.
Los padrinos asumen, desde el bautismo de los niños, y la confirmación del joven, el papel de consejeros y educadores de la fe. Es fundamental seleccionar personas comprometidas con este rol a fin de que esta decisión no se convierta en una fácil tradición. La Iglesia aconseja a los padres seleccionar padrinos y madrinas presentes y formados en la fe cristiana.
Lamentablemente, aún hoy en día, muchas familias escogen a una determinada persona pues es tradición en la familia, por poner un ejemplo, llamar a un hermano a fin de que sea el padrino de los niños. Otros por el hecho de que comprenden que un amigo de la niñez debe seguir el vínculo con su hijo. Algunas personas eligen basado en su estatus o coyuntura económica. Esto es muy malo, ya que no estimula el sendero católico del niño que fue bautizado y del joven que recibió el sacramento de la confirmación.
Para esto, la introducción general de RICA da pautas muy explícitas y congruentes, si bien difíciles de proseguir en nuestra situación. Sólo les recordamos que el padrino o madrina debe ser “escogido entre los integrantes de la red social cristiana” y tiene la función de asistir en la preparación al sacramento del bautismo o confirmación, dando testimonio de la fe del candidato y, tras el bautismo o confirmación, cuidando de su “perseverancia en la fe y en la vida cristiana” [3].
De ahí que, es esencial que el padrino y la madrina sean personas que tengan una vida espiritual balanceada y logren transmitirla a su ahijado. Ser un individuo a la que se logre confiar la continuidad de su vida y la cooperación para una buena educación en la vida de fe en red social.
* Artículo del P. eduardo calandro
[1] El examen (escrutinio) de la gente que son candidatas a ser cristianas y cristianas radica en un interrogatorio sobre su historia, sobre su profesión, en tanto que hubo profesiones que no fueron admitidas por la fe cristiana. La gente que los dirigían o presentaban (padrinos o madrinas) debían testificar sobre ellos. HIPÓLITO, Tradición Apostólica, p. 46-49.
[2] FLORISTÁN, C., Para entender el catecumenado, p. 144.
[3] La introducción general, como se indicó al principio, se titula “Iniciación cristiana: Observaciones preliminares generales” y se encuentra en las primeras páginas del ritual. Aquí indicamos los núms. 8 y 9. Ver asimismo n. 10, así como las directrices del Código de Derecho Canónico, nn. 872-874.