IGLESIA

La historia de María Madre de Jesús: ¿Quién fue María de Nazaret?

María, madre de Jesús, fue la mujer soberanamente escogida por Dios mediante la que vino al mundo nuestro Señor y Salvador. Asimismo es famosa como María de Nazaret. Poco se sabe sobre quién fue María, madre de Jesús, singularmente en lo que se refiere a datos biográficos. Pero la crónica de María, como la cuentan los Evangelios, ahora es suficiente para que comprendamos la relevancia de esta mujer.

María era una muchacha virgen que vivía en Nazaret de Galilea. Se encontraba comprometida con un carpintero llamado José (Lucas 1:26ss). De la misma José, se admite ampliamente que María era del estirpe de David. El nombre “María” es la forma griega del nombre hebreo Miriam, cuyo concepto es incierto.

La crónica de la joven Virgen María

Mateo interpreta que María era la virgen de la que presagió el profeta Isaías (Mateo 1:23; cf. Isaías 7:14). Si bien esta profecía es objeto de mucho debate teológico, es innegable que su pleno cumplimiento sucedió en el nacimiento de Jesucristo. Por tanto, la virgen de la que charla Isaías es María; y su hijo, Emmanuel, es Jesús.

María, madre de Jesús, debe distinguirse de otras mujeres que se hablan de en el Nuevo Testamento con ese mismo nombre. Algunas de estas mujeres fueron: María, madre de Juan Marcos (Hechos 12:12); María de Betania (Lucas 10:42; Juan 11:1); la madre de Santiago y José (Mateo 27:61); y María Magdalena (Lucas 8:2).

María es mencionada en pasajes bíblicos que se refieren a la infancia y juventud de Jesús (Mateo 1:18-25; 2:11-21; Lucas 1:26-56; 2:1-51). Posteriormente, asimismo se la menciona directa e de forma indirecta en otras referencias del Nuevo Testamento (Mateo 12:46-50; Juan 2:1-11; 19:25-27; Hechos 1:12-14; Gálatas 4:4).

María es visitada por un Ángel

Exactamente el mismo ángel, Gabriel, que había predicho el nacimiento del profeta Juan Bautista, asimismo fue enviado a Nazaret para predecir el nacimiento de Jesús. En ese pequeño pueblo de Galilea vivía María de Nazaret. Era una virgen desposada con un hombre que vivía en el mismo pueblo.

Raramente, la ciudad de Nazaret no se menciona ni solo una vez en el Antiguo Testamento, con lo que ese pequeño pueblo aun fue visto con desdén por algunos (Juan 1:46). Pero en los planes soberanos de Dios había una virgen que traería al planeta la realización de la promesa de la encarnación del Salvador.

En su visita, Gabriel saludó a María como mujer de gracia. Su salvación simplemente significó que ella era la receptora del favor de Dios, elegida para ser la madre de Jesús (Lucas 1:28). Ante tal saludo, mostró miedo y perplejidad (Lc 1,28).

El ángel entonces tranquilizó a María. Él le aseguró que había encontrado el favor de Dios y le anunció que quedaría embarazada y daría a luz al hijo. “hijo del Altísimo” (Lucas 1:30-33). Al escuchar tales palabras, María le pidió una explicación al ángel. Ella no entendía de qué manera eso era viable, ya que aún no había conocido a un hombre (Lucas 1:34).

Gabriel le explicó que su concepción sería el resultado de una acción divina y no humana. En consecuencia, el mismo Espíritu Beato generaría este milagro extraordinario en su vientre (Lucas 1:35-37). Ante la explicación dada por el ángel, María próximamente se mostró humilde y francamente entregada a tal dignidad que Dios soberanamente le había concedido al elegirla (Lc 1,38).

Cuando quedó embarazada, María ya estaba legalmente comprometida con José. La pareja solo aguardaba la celebración de bodas y el comienzo de su historia juntos. De ahí que a José le costó mucho admitir el repentino embarazo de María.

Fue necesario que un ángel del Señor se le apareciera en un sueño para explicarle lo que realmente había sucedido (Mateo 1:19,20). Tras ser consolado y alentado por el ángel, José no dudó en tomar a María y recibirla como su esposa (Mateo 1:21).

María da a luz a Jesús

María dio a luz a Jesús en Belén. En aquella ocasión acompañaba a su marido, José, que había ido a Belén para cumplir el alistamiento decretado por César Augusto en todo el Imperio De roma (Lc 2,1-5).

Este viaje fue precisamente muy agotador para María, considerando que recorrieron una distancia aproximada de 140 kilómetros. seguramente por el sentido que se daba, la pareja no encontró vacante en la posada. Esto debe haber sido pues precisamente había muchos oficiales y soldados romanos en la ciudad. Entonces José y María se refugiaron en el establo que quizás se encontraba en una gruta. Fue allí donde María dio a luz a Jesucristo.

La vida de María después del nacimiento de Jesús

Hay pocos datos sobre la crónica de María después del nacimiento de Jesús. Se sabe que su familia vivió en Nazaret, a salvedad del tiempo que pasaron en Egipto refugiándose de la ira de Herodes.

Sobre la infancia de Jesús, la Biblia nos informa únicamente del episodio en el que Él, ya con doce años, se quedó en Jerusalén tras la celebración de la Pascua. Cuando se percataron de que Jesús no estaba con ellos, José y María retornaron a Jerusalén y lo hallaron en el Templo entre los doctores.

María fue quien expresó su preocupación. Ella le preguntó a Jesús por qué razón hizo eso. En contestación, escuchó las conocidas palabras de él: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49).

María a lo largo del ministerio de Jesús

Muy pocas veces se relata a María durante el ministerio de Jesús. Probablemente ella no lo acompañó en sus viajes misioneros, por lo menos no de manera frecuente. Sin embargo, ella estuvo presente en el primer milagro de Jesús registrado en los Evangelios, en el momento en que convirtió el agua en vino en una boda conmemorada en Caná (Juan 2:1ss).

Más tarde, en otra ocasión, María y los hermanos de Jesús fueron a llamarlo. Al ser informado de esto, Jesús resaltó que la fidelidad espiritual está por encima de los lazos familiares. Luego miró a la multitud y ha dicho: “Aquí están mi madre y mis hermanos. Pues cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. (Marcos 3:34,35).

Después, María, madre de Jesús, vuelve a mostrarse en el artículo bíblico ya en el relato de la crucifixión. Ella se paró al pie de la cruz donde se encontraba Cristo, y el Señor Jesús la recomendó amorosamente al Apóstol Juan (Juan 19:25-27). Esta recomendación fue entre las siete oraciones pronunciadas por Jesús en la cruz, y demostró la raza humana de Jesús y su preocupación por su querida madre en esa hora de agonía.

Fuera de los Evangelios, María se relata por su nombre solo en el libro de los Hechos de los Apóstoles. El libro de los Hechos cuenta que la madre de Jesús estaba junto con los acólitos perseverando “unánimes en la oración” (Hechos 1:14).

¿María, madre de Jesús, tuvo otros hijos?

La Biblia ofrece alguna prueba de que María, la madre de Jesús, tuvo otros hijos después de su nacimiento. La Biblia afirma categóricamente que ella continuó virgen hasta el momento en que dio a luz a Jesús. No obstante, la Biblia no relata nada sobre su permanencia en esta condición después del nacimiento de Jesús (Mateo 1:24,25).

En el Evangelio de Lucas diríase que Jesús fue el primogénito de María (Lucas 2:7). Es verdad que este pasaje por sí solo no basta para demostrar que Jesús tuvo hermanos uterinos. Pero el Nuevo Testamento asimismo menciona a los hermanos y hermanas de Jesús en otros sitios. Por consiguiente, la armonía de semejantes pasajes semeja volverse concluyente (Mateo 12:46,47; Marcos 3:31,32; 6:32; Lucas 8:19,20; Juan 2:12; 7:3,5,10; Hechos 1:14).

Además de esto, proteger que los hermanos de Jesús nombrados en el Nuevo Testamento son solo hijos de José es colegir algo que no está en el artículo. Además de esto, el argumento de que los hermanos citados eran de todos modos sus primos no se mantiene a la luz del idioma heleno, en el que se escribió el Nuevo Testamento. Aprenda mucho más sobre los hermanos de Jesús en la Biblia.

La muerte de María, Madre de Jesús

La Biblia no afirma nada sobre la desaparición de María, madre de Jesús. No obstante, desde los primeros tiempos de la Iglesia cristiana ha surgido una tradición sobre su supuesta ascensión al cielo.

En verdad esta tradición se divide en 2 posiciones diferentes. El primero defiende la ascensión de María, madre de Jesús, en vida. El segundo aboga por la ascensión de tu cuerpo después de la desaparición. De nuevo, merece la pena enfatizar que o sea solo una tradición, es decir, no es una doctrina fundamentada en las Escrituras.

En 1950, el Papa Pío XII promulgó este dogma en la Iglesia Católica. No obstante, su bula no es exactamente concluyente para indicar cuál de las dos vertientes fue realmente adoptada por la teología católica.

María, madre de Jesús, ¿debe ser adorada?

Por supuesto María, madre de Jesús, no ha de ser venerada. Nuestra adoración ha de estar apuntada solo a Dios (Éxodo 20:2-5; Lucas 4:8). asimismo vale la pena decir que no hay base bíblica para mantener que María ocupa un lugar destacado al lado de Jesús, como una especie de intercesora. Según la Biblia, Cristo mismo es el único intermediario entre Dios y el hombre (1 Timoteo 2:5,6).

Además de esto, la Biblia es bastante clara en que todos los humanos han pecado y no alcanzan la felicidad de Dios (Romanos 3:23; Efesios 2:8). En este caso María no es una salvedad, es decir, bíblicamente la doctrina de la impecabilidad de María no tiene sentido. Por tanto, decir que María, madre de Jesús, nació sin ser contaminada por el pecado original, es ir alén de lo que dicen las Escrituras.

La Biblia testifica solo acerca de Uno que nunca pecó, a comprender, Jesucristo, de quien el escritor del libro de Hebreos resaltó que Él “Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15; cf. 7:26). Lo mismo dijo asimismo el apóstol Pedro, en el momento en que escribió que Él no cometió pecado (1 Pedro 2:21-25).

A pesar de esto, vale decir que María, madre de Jesús, ha de ser muy respetada. Fue una mujer bendita y digna de ser imitada, por su ejemplo de humildad, lealtad y desinterés ante los proyectos de Dios. Lamentablemente, varias personas, en un intento de reprimir los fallos de la teología católica, acaban cometiendo el error opuesto. Menosprecian y subestiman completamente a la mujer que Dios ha escogido soberanamente para recibir el honor incalculable de dar a luz a Jesucristo.

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