El pasado domingo 3 de mayo, cuarto domingo de Pascua, la Iglesia festejó el llamado Domingo del Buen Pastor, en virtud del Evangelio proclamado, en el que Jesús se designa a sí mismo como el Buen Pastor, el que da la vida por sus ovejas.
Sin embargo, esta referencia, este título de Jesús, que se encuentra dentro de los mucho más viejos por los que se le conoce, se remonta bastante antes del Nuevo Testamento.
Es muy conocido el salmo 23, en el que se equipara al Señor con un óptimo anfitrión que acoge a su invitado a la mesa con todos y cada uno de los honores y asimismo como un pastor que guía a sus ovejas por caminos oscuros, hacia aguas de reposo.
El profeta Ezequiel asimismo menciona a la figura del pastoreo, muy que se encuentra en la cultura de Israel, incluso en tiempos de Jesús -quizás de ahí que emplea este lenguaje para llegar al corazón de sus contemporáneos-, el profeta Ezequiel charló una vez contra el malos pastores que pastaban sólo para sí mismos, asegurando, en el nombre del Señor, que un buen pastor sería enviado a pastorear según el corazón de Dios.
Observamos en Jesús la plena realización de esta imagen, Jesús es el buen pastor: “εγω ειμι ό ποιμην o καλος”si dicen en griego: “Yo soy el buen pastor” (cf.
Jn 10, 11).
Kalosen griego, no significa particularmente bueno, como suele mostrarse en nuestra traducción de la Biblia.
Kalos está más cerca de Belo.
Resulta que en el lenguaje filosófico bueno, bello, verdadero, los trascendentales, son peculiaridades aplicadas a Dios y tienen una estrecha relación entre sí.
Tiene especial sentido que Jesús se llame a sí mismo el Hermoso Pastor, en tanto que la bondad es una característica muy práctica, al paso que la hermosura agrega valor estético a ese adjetivo.
Por consiguiente, Jesús es el pastor por excelencia, Jesús es el pastor que dispone de su historia de una forma que jamás sucedió sobre la faz de la Tierra.
Él es reconocido y adulado como el que nos conduce a los prados eternos del cielo y la bienaventuranza.
Coincidentemente, el Domingo del Buen Pastor, la Iglesia celebra la Día Mundial de Oración por las Vocaciones, que cobra particular relevancia en nuestra diócesis, teniendo en cuenta que vivimos el Año Vocacional Diocesano.
La figura del Buen Pastor asimismo tiene bastante que ver con la figura de la vocación, especialmente con la vocación del pastoreo mismo: los ministerios organizados, sobre todo el ministerio episcopal y el ministerio sacerdotal, en los que los ministros sagrados se configuran con Cristo, Buen Pastor , para ofrecer vida y precaución a las ovejas que les han sido confiadas.
No obstante, en cierto modo, todos y cada uno de los bautizados reciben una compromiso de la Iglesia.
Por servirnos de un ejemplo, un padre de familia recibe cuidados, cuidados para sus hijos, de su mujer, y viceversa, la esposa recibe cuidados de su esposo, de sus hijos; un maestro, sus estudiantes; un profesional, sus inferiores, aun la gente con las que establece relaciones profesionales, comerciales.
Todos nos encontramos llamados a proteger; en verdad, muchas veces lo hemos repetido, con motivo de la cuarentena que vivimos: es hora de cuidarse.
Que miremos a la figura del Buen Pastor, aquel que cumple con la mayor diligencia la función de pastorear nuestras ánimas, de cuidarlas, de preservarlas con vistas a la eternidad para que también nosotros asumamos esta misión, de, en en mayor o menor medida, también nos ocupamos de la salvación, de la evangelización de nuestros hermanos y hermanas.
* Artículo del P.
Vinicius Ferreira Afonso, Administrador Parroquial de la Parroquia Jesus Bom Pastor (Zona Santurrón André – Centro)