La fauna bajo la mirada del sínodo amazónico

El 22 de septiembre celebramos el Día de la Defensa de la Fauna, instituido para que tengamos la posibilidad comprender y proteger a los animales de los diferentes ecosistemas que hay en el globo.

Este tema se regresa aún mucho más importante en el contexto brasileño, marcado por una pluralidad de biomas, diversidad de especies presentes en el suelo nacional, regularmente amenazadas por distintos riesgos.

Además, la preocupación por la casa común gana protagonismo en el ministerio del Papa Francisco, mediante su encíclica Laudato Si’para la celebración del Sínodo de la Amazonía, con la producción de la exhortación apostólica querida amazona.

La celebración de este día es una parte de la Tiempo de creaciónperiodo que va desde el 1 de septiembre, Jornada Mundial de Oración por la Creación, hasta el 4 de octubre, celebración de San Francisco de Asís, patrón de la ecología.

Es importante recordar que en los distintos alegatos del Papa Francisco sobre este tema, no propone sólo el cuidado de la naturaleza, la fauna y la flora, sino más bien el precaución integral de toda la creación como signo de la acción de Dios en el planeta.

Cuidar de la creación se encuentra dentro de las misiones del hombre según los relatos bíblicos (cf.

Gn 1,28), pero esta labor se hace más bien difícil por la experiencia del pecado por parte del hombre.

Aparte de la contrariedad de ver al otro como imagen de dios, el hombre asimismo comienza a relacionarse equivocadamente con todo lo desarrollado.

La creación fue sometida a la vanidad humana, gimiendo en dolores de parto (cf.

Rm 8, 20-22)

En querida amazona, el Papa revela que los cristianos debemos tener un sueño ecológico, un proyecto a fin de que la ecología no sea vista como una situación lejana, sino incorporada a nuestra vida cotidiana, sin usurpar la creación.

El cuidado de la gente y la creación son inseparables (cf.

QA, 42), dos caras de una misma realidad.

Es requisito ver los biomas no solo como elementos para ser usados, sino más bien como un hogar, para acoger al hombre, que colabora con el precaución de este rincón.

En el momento en que charlamos de fauna, mucho se charla de especies animales que están en peligro de extinción, provocada directa o indirectamente por la actividad humana; también es necesario estar atento a la presencia de varios otros elementos, que frecuentemente pasan inadvertidos a nuestros ojos, como “hongos, algas, vermes, pequeños insectos, réptiles y la innumerable variedad de microorganismos” (LS, 34) .

Esta pluralidad, manifestación de la sabiduría divina, ordenada a hacer todo en armonía, debe ser valorada por la raza humana, no despreciada.

Cada uno de ellos tiene un valor en sí (cf.

QA, 54), no según la forma en que se relacionan con los seres humanos, si los alimentan o si les son útiles.

Es necesario un equilibrio entre el saber de los antepasados ​​sobre de qué manera proteger la tierra y el saber científico contemporáneo (cf.

QA, 51), con la capacidad de proteger los dones de la creación.

Debemos hallar caminos en nuestra vida cotidiana a fin de que toda la creación prosiga en alabanza a Dios (cf.

Dn 3,57-88), que la actividad humana no sea una condena de la pluralidad de especies animales y vegetales que allí existen.

La acción debe venir de todos nosotros: requerimos educar a las próximas generaciones ya cada uno de nosotros a ver y contemplar la Amazonía, el lugar teológico donde Dios actúa y nos llama a una verdadera conversión.

Además de esto, no podemos olvidar la oración, inspiración de todas estas reacciones, en una manera de soliciar al Señor que el sistema amazónico se aleje poco a poco más de los muchos males que lo aquejan, y que hombres y mujeres de todos y cada uno de los rincones sepan valorar la Amazonia y todos los otros ecosistemas, toda la creación, como un gran obsequio de Dios.

* Artículo de Gustavo Laureano Pintoseminarista de teología