La esperanza, la virtud más pequeña pero más fuerte

La esperanza, la virtud más pequeña pero más fuerte

El Papa Francisco charla mucho de la esperanza, animándonos a mirar con nuevos ojos nuestra existencia, singularmente en este momento que estamos pasando por una dura prueba, y mirarla mediante los ojos de Jesús, el “creador de la promesa”. Palabras de los Papas Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre la promesa

María Milvia Morciano – Ciudad del Vaticano

Francisco charla de manera frecuente de la esperanza, que define como “la menor de las virtudes, pero la más fuerte. Y nuestra promesa tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene ‘con gran poder en la gloria’” (Ángelus, 15 de noviembre de 2015). Por tanto, la esperanza no es algo, sino alguien, exactamente como exclama San Francisco en Laudes al Dios Altísimo: “¡Tú eres nuestra promesa!”. Y “no abandonará a los que en él aguardan” (cf. Sal 33,23).

Una virtud escondida, tenaz y tolerante

“Es la mucho más humilde de las tres virtudes teologales, por el hecho de que está escondida”, enseña el Papa Francisco: “La esperanza es un peligro, una virtud, como dice San Pablo, de una ferviente espera por la revelación del Hijo de Dios. No es una ilusión” (Homilía de Santa Marta, 29 de octubre de 2015). “Es una virtud que nunca decepciona: si esperas, jamás vas a ser decepcionado”, es una virtud concreta, “de cada día pues es un acercamiento. Y toda vez que nos encontramos con Jesús en la Eucaristía, en la oración, en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria, damos un paso mucho más hacia ese acercamiento definitivo (Homilía de Santa Marta, 23 de octubre de 2018). “La promesa precisa paciencia”, como necesita esperanza para ver crecer un grano de mostaza. Es la paciencia de saber que sembramos, pero es Dios quien la hace crecer” (Homilía de Santa Marta, 29 de octubre de 2019). La esperanza no es un optimismo pasivo, a la inversa, “es combativa, con la perserverancia de quien anda hacia una misión segura” (Ángelus, 6 de septiembre de 2015).

Juan Pablo I: la esperanza es una virtud obligatoria

Durante su breve pontificado, Juan Pablo I dedicó una catequesis a la esperanza, donde aseveró: “es una virtud obligatoria para todo católico” que nace de la confianza en tres verdades: “Dios es omnipotente, Dios me quiere inmensamente y Dios es fiel a las promesas. Y es Él, el Dios de misericordia, quien prende la seguridad en mí; de ahí que no me siento solo, ni inútil, ni abandonado, sino una parte de un destino de salvación que un día me va a llevar al Paraíso” (Audiencia general del 20 de septiembre de 1978).

Juan Pablo II: los cristianos son presentes de la promesa

San Juan Pablo II nos sugiere ir a redescubrir la virtud teologal de la promesa que “por una parte impulsa al cristiano a no perder de vista la meta final que da sentido y valor a toda su existencia, y por otro le ofrece una sólida y profunda motivaciones para el compromiso diario de transformar la verdad para hacerla con arreglo al plan de Dios” (Adveniente tercio milenio)

Benedicto XVI: la esperanza cambia la vida

Benedicto XVI dedica toda una encíclica a la esperanza, a Spe Salvi. La describe como una virtud performativa, capaz de “producir hechos y cambiar la vida”. En su encíclica redacta: “La redención se nos ofrece en el sentido de que se nos dió una promesa, una esperanza segura, merced a la que podemos enfrentar nuestro tiempo presente: el presente, aunque sea costoso, puede ser vivido y recibido , si lleva a una misión y si tenemos la posibilidad de estar seguros de esa misión, si esa misión es tan enorme que justifica el ahínco en el camino” (Yo guarde)

Papa Francisco: La esperanza es luz que vence a las tinieblas

“La esperanza –dice el Papa Francisco– nos hace entrar en la oscuridad de un futuro dudoso para caminar en la luz. La virtud de la promesa es hermosa; nos da tanta fuerza para caminar en la vida” (Audiencia General del 28 de diciembre de 2016). Y ahora mismo tan especial de nuestra historia, el Papa Francisco charla de otro contagio: “que se transmite de corazón a corazón, pues todo corazón humano espera esta Buena Novedad. Es el contagio de la promesa: ‘¡Cristo, mi promesa, ha resucitado!’ No es una fórmula mágica que hace ocultar los problemas. ¡No! La resurrección de Cristo no es eso. Pero es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no ‘brinca’ el padecimiento y la desaparición, sino los atraviesa, abriendo un camino en el abismo, convirtiendo el mal en bien: marca exclusiva del poder de Dios (Urbi Mensaje et Orbi, 12 de abril de 2020). Con la Pascua conquistamos “un derecho primordial, que no nos va a ser quitado: el derecho a la promesa. Es una promesa nueva, viva, que viene de Dios” y “pone en el corazón la seguridad de que Dios sabe transformar todo para bien, porque hasta desde el sepulcro da vida (Sábado Beato, 11 de abril de 2020).

Esperamos que le gustara nuestro articulo La esperanza, la virtud más pequeña pero más fuerte
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios