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La crucifixión de Jesús: ¿Qué le pasó a Jesús en la cruz?

La muerte de Jesús en la cruz fue el acontecimiento que marcó para toda la vida la historia. La crucifixión y resurrección de Jesús mostraron al planeta la excelencia de la clemencia de Dios y la inmensidad de su amor (Efesios 2:4-6). El Cristo crucificado enseñó al pecador el significado de la felicidad divina.

Ante este tema tan esencial, muchas personas sienten curiosidad por entender qué sucedió con Jesús en la cruz. En este estudio bíblico meditaremos sobre todos y cada uno de los eventos relacionados con la crucifixión.

antes de la crucifixión

Lo más posible es que Jesús fue crucificado un viernes. Entonces ese será el día de la semana que consideraremos en este estudio. En los días previos a la crucifixión de Jesús, ocurrieron una secuencia de hechos esenciales. Mencionaremos aquí los más significativos.

El domingo anterior a la crucifixión, Jesús entró cabalgando en un pollino a Jerusalén. En ese evento fue aclamado por la multitud como el Mesías. Pero más allá de que la gente lo reconoció como el Hijo de David y chilló «¡Hosanna en lo más alto!»no comprendieron el auténtico propósito del ministerio de Cristo.

La prueba de esto es que exactamente los mismos que lo aclamaron el domingo, chillaron crucificarlo el viernes. Este rechazo enseña por qué Jesús lloró en el momento en que miró a Jerusalén (Lucas 19:28-44).

La limpieza del Templo fue el evento más importante del lunes antes de la crucifixión de Jesús (Mateo 21:12-17). El martes, pronunció su sermón profético (Marcos 13). El miércoles Jesús fue ungido por una mujer con ungüento que tenía en un vaso de alabastro (Marcos 14:3-9). Ese día la conspiración para matar a Jesús comenzó a tomar su forma final. El traidor Judas Iscariote se reunió con los curas para firmar el acuerdo de traición (Mateo 26:14,15).

El jueves previo a la crucifixión, Jesús festejó la última Pascua con sus discípulos e instituyó la Cena como una ordenanza que su pueblo debía ver. También lavó los pies a sus acólitos y, tras sus últimas normas, partió hacia el Monte de los Olivos. Allí oró al Padre en un jardín llamado Getsemaní. Su agonía fue tan profunda que su sudor se convirtió en sangre. Esa ahora era la noche de su arresto (Lucas 22:7-46).

El arresto de Jesús antes de la crucifixión

El jueves por la noche Judas Iscariote formalizó su traición acercándose a Jesús y saludándolo con un beso en la mejilla. Entonces rápidamente la guarda del Templo y los legionarios romanos que acompañaban a Judas, se acercaron a Jesús para arrestarlo (Mateo 26:47-56; Marcos 14:43-50; Lucas 22:47-53; Juan 18:2-11).

En aquella ocasión el apóstol Pedro incluso trató de evitar el arresto de Jesús, llegando aun a cortarle una oreja al criado del sumo sacerdote, pero Jesús lo reprendió. La crucifixión de Jesús no se pudo eludir. Jesús se comprometió a cumplir las Escrituras que revelan los decretos de Dios. Curiosamente, como Jesús había advertido, exactamente el mismo día el vigoroso Pedro negó al Señor (Mateo 26:69-75; Marcos 14:66-72; Lucas 22:54-62; Juan 18:15-27).

Jesús ante el Sanedrín

Tras ser arrestado, Jesús fue llevado ante el Sanedrín. El Sanedrín era una asamblea con funcionalidades relacionadas con la política, la religión y la jurisdicción. Debido a la inocencia de Jesús, al Sanedrín le resultó bien difícil formular una acusación en su contra. Por esto terminó siendo culpado bajo falso testimonio (Mateo 26:59-61; Marcos 14:58).

Además, Jesús posteriormente logró una profunda declaración de su divinidad al ser interrogado por el sumo sacerdote. Aseveró ser el Hijo del Hombre, el que vendrá bajo las nubes y reinará como el Todopoderoso, como adivinan las Escrituras (cf. Salmo 10,1; Daniel 7). Frente esto, el supremo pontifice lo acusó de blasfemia.

El juicio de Jesús antes de la crucifixión

Después de que el Sanedrín obtuviera su acusación formal, Jesús fue entregado a Poncio Pilato, el gobernador de roma de Judea. Ante tantas acusaciones, Jesús guardó silencio, según las palabras del profeta Isaías (Isaías 53:7).

En ese instante Pilato se encaraba a una situación política dificultosa. Para eludir cualquier problema, aun envió a Jesús a Herodes Antipas, quien era la autoridad sobre la tetrarquía de Galilea. Tras otro interrogatorio en el que continuó en terminado silencio, Jesús fue devuelto a Pilato.

La resistencia de Pilato a condenar a muerte a Jesús no se fundamentó en la compasión. Antes, se trataba mucho más de no estimar complicaciones políticas. Temía enajenar a Roma y, en consecuencia, quería eludir inconvenientes. Propuso pegar a Jesús y luego liberarlo. También le ofreció al pueblo la opción alternativa de escoger entre Jesús y un popular criminal, Barrabás. Nada de esto funcionó. La multitud exigía la crucifixión de Jesús.

La tortura de Jesús antes de la crucifixión

Antes de la crucifixión de Jesús, había una sección de torturas. Jesús fue azotado antes de proceder a la cruz. La sección de flagelación llevada a cabo por los romanos fue muy cruel y dolorosa. El instrumento de tortura tenía un pequeño mango de madera al que se sostenía un látigo hecho de una combinación de tiras de cuero trenzado. En sus extremos se colocaron pedazos de huesos afilados y ganchos de metal.

Este castigo era tan pesado que no era extraño que un hombre muriera gracias a las heridas causadas por los latigazos. La víctima estaba desnuda e inclinada, mientras 2 hombres, uno a cada lado, aplicaban los latigazos.

Con la crueldad del impacto, la cuerda de cuero creó profundos cortes y magulladuras, mientras que las púas de hueso y los ganchos de metal cavaron y desgarraron la piel. La carne de los azotados estaba tan desgarrada que las venas e incluso los órganos internos quedaron expuestos entre las heridas profundas.

La burla ante la crucifixión de Jesús

Una vez que Jesús fue insultado por la gente y golpeado severamente, los soldados del gobernador se juntaron cerca de él. El propósito de esos soldados era entretenerse a costa de Jesús. Querían burlarse «Rey de los judíos».

La Biblia dice que primero los soldados desvistieron a Jesús. Entonces lo vistieron con una túnica púrpura que probablemente estaba viejísima y gastada. Quizás habían sido las túnicas desechadas de un soldado. De todos modos, la meta era representar las túnicas de la realeza. Aquí debemos rememorar que el cuerpo de Jesús fue completamente herido por los latigazos. Ese simple acto de desvestirlo y volverlo a vestir debe existir sido sumamente doloroso.

Los soldados asimismo dieron una corona de espinas y se la colocaron a Jesús. El propósito de los soldados, además de burlarse de Jesús, era hacerle mucho más daño. Las espinas de la corona por supuesto le habían causado un fuerte sangrado en la frente. Pero el concepto de esa corona era aún más profundo. Las espinas en la corona de Jesús estaban similares con las espinas que resultaron de la maldición del pecado sobre la naturaleza (Génesis 3:18). Él tomó esa maldición sobre sí mismo.

Además de la corona, los soldados le brindaron una caña como cetro, y comenzaron a fingir una reverencia frente él. Lo saludaron diciendo: “¡Salve, Rey de los judíos!” (Mateo 27:29).

Por si todo lo mencionado fuera poco, consiguieron llevar esa lesión a su límite mucho más bajo y degradante. Comenzaron a escupir a Jesús. Entonces, aún no satisfechos, han tomado la caña que le habían dado y comenzaron a golpearlo en la cabeza mientras lo insultaban. Finalmente, nuevamente desvistieron a Jesús, lo vistieron con sus ropas y lo llevaron para ser crucificado.

En el camino a la crucifixión

Tras ser azotado y maltratado por los soldados, Jesús fue crucificado. Según la Ley, la ejecución debía realizarse fuera de la ciudad (cf. Levítico 24:14; Números 15:35,36; 19:3; 1 Reyes 21:13; Juan 19:20; Hebreos 13:12, 13 ). Además de esto, un hombre condenado a la crucifixión estaba obligado a llevar su instrumento de ejecución, es decir, la cruz.

La mayoría de las ocasiones, se cree que los convictos llevaron por lo menos la viga horizontal de la cruz. El peso de esta viga de madera cambiaba entre trece y cuarenta kilos. La viga vertical se preparó en el lugar de la crucifixión. No obstante, los eruditos indican que hubo casos en que la cruz completa fue cargada por el condenado.

Sea como fuere, Jesús llevó su propia cruz (Juan 19:16,17). No obstante, gracias a las restricciones de su cuerpo físico totalmente desgastado en ese momento, Jesús no pudo cargarla por bastante tiempo. En el momento en que Jesús llegó al agotamiento físico, los legionarios obligaron a un hombre llamado Simón de Cirene a llevar la cruz de Jesús el resto del camino (Marcos 15:21).

Durante el viaje al lugar de su crucifixión, Jesús fue seguido por una enorme multitud. El evangelista Lucas informa que en esta multitud había mujeres que se quejaban sintiendo un gran mal con lo que estaba pasando. con Jesús (Lucas 23:27).

¿Qué fue la crucifixión?

La crucifixión era la manera de pena de muerte mucho más despiadado, humillante y vergonzosa en ese instante. Más allá de que se enfrentamiento el origen de la cruz, se cree que la crucifixión ahora se usaba desde Persia, y fue adoptada como forma de ejecución por la civilización cartaginesa.

Más tarde, los romanos también aplicaron la crucifixión a sus sentencias capitales. No obstante, estaba contraindicado que un ciudadano romano fuera ejecutado en una cruz. Por tal razón, la crucifixión se empleó eminentemente para condenar a los esclavos e insurgentes que se levantaron contra el Imperio Romano.

La desaparición por crucifixión fue lenta y horriblemente agonizante. Las manos o muñecas se clavaban a la madera con grandes clavos de metal y después se ataban en torno a la viga para aumentar el soporte. Los pies, apoyados sobre una pequeña tabla, asimismo han recibido clavos que los atravesaban a la altura de los talones. Estas lesiones hicieron que la víctima sangrara y sufriera un mal molesto.

Gracias a la posición en que la persona fue crucificada y la debilidad de su cuerpo, la fuerza de gravedad dificultaba bastante la respiración. Esto provocaba movimientos involuntarios de las piernas, que intentaban sostener el cuerpo. Pero debido a las puntas en los talones, semejantes movimientos se volvieron de manera inexplicable dolorosos. Además de esto, la víctima padecía de un fuerte cefalea y sed extrema.

Todo este desarrollo continuó hasta el momento en que el cuerpo de la víctima llegó al terminado agotamiento. Por este motivo, el proceso de muerte podía demorar días, y por norma general se generaba por asfixia. Habitualmente, las piernas de las víctimas fueron rotas para acelerar el proceso de muerte. Como las piernas ya no podían sostener el torso de la víctima, la asfixia se causó más velozmente.

La crucifixión de Jesús

Jesús fue crucificado en un lugar llamado Gólgota, que significa “sitio de la calavera” (Marcos 15:22). Fue crucificado entre dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda (Lucas 23:32,33). Pese a ser una afrenta mucho más contra Aquel que siempre fue justo, allí se cumplieron las Escrituras que dicen que Él “fue contado con los trasgresores” (Isaías 53:12).

En el instante de la crucifixión de Jesús, se le dio vino con hiel, o mucho más precisamente, vino con mirra (Mateo 37:34; Marcos 15:23). Los investigadores piensan que esta mezcla tenía un efecto anestésico, en el sentido de que adormecía a la víctima. Sea como fuere, Jesús rechazó esta mezcla. Después, ahora crucificado, unos soldados le ofrecieron una esponja empapada en vinagre (Mateo 27,47-49; Lucas 23,36,37).

En los dos casos, si bien pudieran tener fundamentos distintas, la sed de Jesús se vería aumentada por la hiel amarga que hacía imbebible el vino, y por el vinagre ácido. Pero lo primordial es que impresionantemente se cumplieron las expresiones del Salmo 69:21.

Sobre la cabeza de Jesús en la cruz había una placa que decía: “Este es Jesús, el Rey de los judíos” (Mateo 27:37). Sus vestidos fueron repartidos entre los soldados que echaron suertes. Esto probablemente incluía el mantón que cubría su cabeza, sus sandalias, su cinturón, su cubierta y su túnica sin costuras. Así se cumplió la profecía del Salmo 22:18.

Durante la crucifixión, semeja que Jesús estuvo acompañado de pocas personas que simpatizaran con él. Algunos seguidores miraban desde lejos, y ciertas mujeres que proseguían fielmente su ministerio también estaban allí al costado del apóstol Juan (Juan 19:25-27). Los nombres que se destacan son: María, madre de Jesús; María Magdalena; Salomé y María, esposa de Cleofás. Juan es el único de los apóstoles citado junto a Jesús en la cruz.

Las palabras de Jesús en la cruz

Los Evangelios registran ciertas oraciones pronunciadas por Jesús en la cruz. Son ellas:

  • “Padre, perdónalos, por el hecho de que no tienen idea lo que hacen” (Lucas 23:34).
  • “Te declaro ceremoniosamente: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
  • “Aquí está tu hijo… Aquí está tu madre” (Juan 19:26,27).
  • «¡Dios santo, Dios santo! ¿Por qué me dejaste?» (Marcos 15:34).
  • «Tengo sed» (Juan 19:28).
  • «Está hecho» (Juan 19:30).
  • “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46).

Todas y cada una estas palabras de Jesús en la cruz tienen un significado esencial, incluso apuntando al cumplimiento de las Escrituras que testimonian sobre ese momento. Aprenda mucho más sobre el significado de los siete dichos de Jesús antes de su muerte.

la muerte de jesus en la cruz

Jesús fue crucificado a las nueve de la mañana y murió alrededor de las tres de la tarde. Durante ese tiempo hubo un período de obscuridad que duró desde el mediodía hasta las tres de la tarde (Lucas 23:44,45). Esta oscuridad significó el juicio de Dios sobre los pecados que Cristo expió en esa cruz.

Además de las personas que verdaderamente sufrieron al notar a Jesús en la cruz, muchas otras fueron presentes de la crucifixión de Jesús. Vale la pena recordar que eran muchos los peregrinos que habían ido a Jerusalén con motivo de la celebración de la Pascua.

La Biblia asimismo resalta que aún con Jesús en la cruz, los insultos contra su persona no cesaron. La multitud lo blasfemó primordialmente al agredir Su divinidad. Aun los ladrones que estaban crucificados al lado de Jesús lo insultaron (Mateo 27:39-44).

Ante tanto daño, el silencio se apoderó de los labios de Jesús en la cruz. Lo único que ha dicho con relación a sus atormentadores fue rezar para que el Padre perdonara a aquellas personas (Lucas 23:34). Por último, uno de los ladrones que fueron crucificados, se arrepintió de su pecado y reconoció a Cristo como su Señor. Este ladrón escuchó las dulces expresiones de Jesús: “El día de hoy vas a estar conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:43).

En el momento en que Jesús entregó su espíritu a Dios y murió, el velo del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. Esto significa que por medio de su muerte se abrió el sendero al santuario celestial. Asimismo hubo un terremoto que rompió las rocas y abrió las tumbas.

Sin mayor explicación, el artículo bíblico comunica que con relación a la muerte de Jesús resucitaron muchos cuerpos de los santos dormidos. Nada dicen acerca de quiénes eran estas personas, solo que se se dieron a conocer a varios en Jerusalén (Mateo 27:51-53).

Entonces el centurión y los que con él custodiaban a Jesús en la cruz se sobrecogieron de enorme temor. Han comenzado a glorificar a Dios y dijeron: “Realmente éste era Hijo de Dios” (Mateo 27:54; Lucas 23:47).

Jesús es bajado de la cruz

Tras la desaparición de Jesús en la cruz, entre los soldados le atravesó el costado con una lanza. Al atravesar el cuerpo de Jesús con la lanza, salió sangre y agua. Esta fue otra indicación directa de su plena humanidad.

El soldado que traspasó el cuerpo de Jesús en la cruz deseaba asegurarse de que realmente estaba fallecido. Los judíos no deseaban que ningún cuerpo estuviera en la cruz durante el sábado. Entonces solicitaron que se rompiesen las piernas de los hombres crucificados. Ahora hemos explicado el efecto de esto aquí.

Las piernas de los 2 ladrones que habían sido crucificados junto a Jesús estaban rotas por el hecho de que aún estaban vivos. Pero Jesús ya había muerto, y ninguno de sus huesos estaba roto. De esta manera se cumplieron las Escrituras que afirmaban que ninguno de sus huesos sería quebrado y que sería traspasado (Juan 19:36,37; cf. Números 9:12; Salmo 34:20; Zacarías 12:10).

Tras eso, el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz y lavado para ser enterrado por José de Arimatea, un seguidor misterio de Jesús. Nicodemo y las mujeres fieles que estuvieron presentes en la crucifixión también formaron parte de el entierro de Jesús (Mateo 27:61; Marcos 15:47; Lucas 23:55; Juan 19:39). Jamás nadie había sido enterrado en la tumba en la que Jesús fue puesto (Mateo 28:57-60). Pero el domingo por la mañana esa tumba ahora se encontraba vacía. ¡Jesús ha resucitado!

El significado de la crucifixión de Jesús

Si bien terriblemente dolorosa, la muerte de Jesús en la cruz no debe verse sencillamente por su apariencia físico. Muchas personas miraba la crucifixión de Jesús enfatizando las torturas físicas que aguantó. Sí, el mal de su cuerpo era inimaginable, pero otros hombres, antes y tras él, confrontaron el mismo dolor físico. Según la tradición cristiana, el apóstol Pedro habría sido entre los que murió crucificado cabeza abajo.

Pero por otro lado, en la cruz Jesús fue sometido a un mal que ningún hombre podía aguantar. Sus sufrimientos no fueron simplemente intensos, sino más bien en su mayor parte indirectos. La Biblia afirma que Él fue traspasado por nuestras transgresiones y molido por nuestras injusticias. El profeta Isaías afirma que el castigo que nos trae la paz fue sobre él. Como resultado, por sus heridas somos sanados. (Isaías 53:5; 1 Pedro 2:24).

La crucifixión de Jesús lo expuso públicamente como el Hijo de Dios bajo la maldición del Padre (Gálatas 3:13). W. Hendriksen dice que en la cruz Jesús descendió de las zonas del infinito deleite de la mucho más íntima comunión con el Padre al más bajo abismo del infierno. El dolor inimaginable que golpeó a Jesús en la cruz recibía todo el peso de la furia divina a causa del pecado. El que jamás pecó, y que frente Él todo el universo declara «San Santurrón Santurrón»en la cruz del Martirio se hizo pecado por nosotros (2 Corintios 5:21).

La ira de Dios cayó sobre Jesús en la cruz

De ahí que, Aquel que por toda la eternidad disfrutaba de la mucho más especial relación con el Padre, en la cruz, agonizante, chillaba: “Dios santo, Dios santo, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34). Esta no fue una frase romántica de Jesús en la cruz. También es patraña lo que algunos dicen que en ese instante el Padre no pudo soportar mirar el padecimiento del Hijo en la cruz.

Cuando Jesús pronunció esta oración, estaba siendo sincero y sincero. ¡Estaba indefenso! Él había tomado todos nuestros errores sobre Sí mismo, y el Padre ha separado Su rostro pues Sus ojos son tan puros y santos que no pueden soportar ver la iniquidad (Habacuc 1:13; cf. Isaías 59:2).

En la cruz Jesús fue realmente descuidado por el cielo y arrollado como un gusano por su pueblo (Salmo 22:1-6). P. Washer afirma que si en algún momento alguien se sintió desamparado por Dios, indudablemente fue Jesús en la cruz del Suplicio, el mismo Hijo de Dios.

La Crucifixión de Jesús y el Amor de Dios

Pero de una manera alucinante y extraordinaria, la Biblia también revela que el amor de Dios no es el efecto de la crucifixión de Jesús, sino más bien su causa. Dios no nos ama pues Jesús estuvo en la cruz, sino Jesús estuvo en la cruz porque Dios nos quiere.

Este gran amor ha sido una realidad desde antes de que existiera el tiempo. Incluso en la eternidad, Dios eligió para sí un pueblo, con el que se relacionó de forma particular, al punto de no perdonar a su Hijo para redimir de sus injusticias a los suyos (Efesios 1-2). La crucifixión de Jesús es la revelación mucho más especial de ese amor inenarrable, y la Biblia no deja sitio a dudas al describir todo cuanto le sucedió a Jesús en la cruz.

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