OFICINA CENTRAL, 10 de agosto. 21/05:00 am (ACI).- “La Iglesia Romana nos invita el día de hoy a celebrar el glorioso triunfo de San Lorenzo, quien, despreciando las amenazas y seducciones de todo el mundo, venció la persecución del demonio”, dijo una vez el Obispo San Agustín en uno de sus sermones.
San Lorenzo fue entre los diáconos que ayudaron al Papa Sixto II, ejecutado por la policía del emperador en el momento en que celebraba misa en un cementerio de Roma.
Cuenta la vieja tradición que San Lorenzo, en el momento en que vio que iban a matar al pontífice, le dijo: “Padre mío, ¿te marchas sin llevar a tu diácono?”. Y el Papa respondió: “Hijo mío, en unos días me proseguirás”.
São Lourenço se alegró mucho al comprender que pronto iría al cielo y, viendo el riesgo que se avecinaba, recogió todos los bienes que la Iglesia tenía en Roma, los vendió y repartió el dinero entre los más necesitados.
El alcalde, que era pagano y apegado al dinero, llamó a São Lourenço y le ordenó que lo llevara a los tesoros de la Iglesia para financiar una guerra que el emperador iba a iniciar. El santurrón solicitó unos días para reunirlos.
El diácono reunió entonces a los pobres, discapacitados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, ciegos y leprosos a los que asistió con dádivas. Mandó llamar al alcalde y le mencionó que eran el tesoro más preciado de la Iglesia de Cristo.
El alcalde, lleno de rabia, lo logró matar poco a poco. Pusieron al santurrón en un brasero ardiendo. Los fieles vieron el rostro del mártir cubierto de un esplendor muy hermoso y sintieron un fragancia satisfactorio, al tiempo que los paganos no percibieron nada de esto.
Tras estar ardiendo en la parrilla por un tiempo, el valiente mártir le ha dicho al juez que lo volcara del otro lado, tal es así que quedó completamente quemado. En el momento en que se acercaba su hora y con una calma impresionante, solicitó a Dios por la expansión del cristianismo en el mundo y partió para la Casa del Padre el 10 de agosto del año 258.
Diríase que este calvario significó el declive de la idolatría romana y que la Basílica de San Lorenzo, en Roma, se considera la quinta en relevancia.
La devoción a este enorme santo se extendió por todo el mundo y varios pueblos y ciudades llevan su nombre.
Incluso el equipo de fútbol favorito del Papa Francisco, el ‘Club Atlético San Lorenzo de Almagro’, lleva su nombre en honor al diácono mártir, como era el deseo del salesiano p. Lorenzo Massa, en la fundación del equipo.