Hoy se celebra San Ildefonso, capellán y notario fiel de la

OFICINA CENTRAL, 23 Ene. 21 / 05:00 am (ACI).- “Tú eres mi capellán y mi fiel notario; recibe esta casulla que te manda mi Hijo”, ha dicho la Virgen María cuando se apareció a San Ildefonso. La santa tuvo una profunda devoción por la Inmaculada Concepción 12 siglos antes de que se proclamara el dogma. Su fiesta se celebra este 23 de enero.
Santurrón Ildefonso nació en Toledo (España) en el año 606. Fue educado en Sevilla por Santo Isidoro. Ildefonso optó por la vida monástica y, con el tiempo, fue escogido abad de Agalia. En el 657 fue escogido arzobispo de Toledo y agrupó la liturgia en España. Escribió muchas proyectos esenciales sobre la Virgen María.
Una noche de diciembre, San Ildefonso, adjuntado con sus clérigos y ciertos más, fueron a la iglesia a cantar himnos en honor a la Virgen. Vieron que la capilla relucía con una luz deslumbrante. La mayor parte huyó, excepto el beato y sus 2 diáconos.
Cuando se acercaron al altar, encontraron a María, la Inmaculada Concepción, sentada en la silla del obispo y acompañada de vírgenes que entonaban cantos divinos. La Virgen les hizo seña de que se acercaran. El santurrón de esta manera lo hizo y la Virgen le obsequió una casulla. Ella misma lo invirtió y le mencionó que lo usara solo en días festivos en su honor.
La aparición y la casulla fueron tan evidentes que el Concilio de Trento fijó una celebración especial para perpetuar su memoria. En Acta sanctorumeste suceso aparece como “Descenso de la Muy santa Virgen y su Aparición”.
San Ildefonso partió hacia la Casa del Padre en el año 669. Los peregrinos pueden ver en la catedral la piedra sobre la que puso los pies la Madre de Dios en el momento en que se apareció al santo.
Oración a María de Beato Ildefonso
A ti apelo, singular Virgen y Madre de Dios, y me postro frente a ti, la única en colaborar en la Encarnación de mi Dios. Me humillo frente a ti, la única elegida para Madre de mi Señor, y te suplico, la única esclava de tu Hijo; obtén para mí el perdón de mis errores, concédeme ser limpio de mis obras, hazme amar la gloria de tu virtud, revélame la abundancia de la tiernicidad de tu Hijo, concédeme proteger y charlar de la verdadera fe, en tu hijo Ayúdame también a adherirme a Dios ahora ti. Él como mi Creador, tú como la Madre de mi Constructor; a él como al Señor de las virtudes: a ti como a la esclava del Señor del universo; a él como a Dios, a ti como a la Madre de Dios, a él como a mi Redentor, a ti como a quien cooperaste en mi redención.
Porque lo que hizo para redimirme fue verdaderamente de tu persona que formó. Para transformarse en mi Redentor, se realizó Hijo tuyo. Para transformarse en el valor de mi salve, se encarnó en tu carne. El cuerpo en que curó nuestras heridas, fue de tu carne que lo tomó para ser herido. El cuerpo en el que debí haber borrado mis errores, lo recibió de ti, sin pecado. Mi naturaleza, que como mi antecesor colocó en su reino, en la gloria del trono del Padre que está por arriba de los ángeles, él tomó el relevo de nosotros en su humildad.
Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi señora, pues eres la sierva de mi Señor. Yo soy la sierva de la esclava de mi Señor, pues tú, mi Señora, te convertiste en la Madre de tu Señor. Me convertí en tu sierva porque te convertiste en la Madre de mi Creador.
Te suplico, Virgen Santa, que el Espíritu del que engendraste a Jesús, me obtengas para poseer a Jesús. Que el Espíritu por el cual vuestra carne concibió a Jesús conceda a mi alma recibir a Jesús. Que el Espíritu que les logró saber lo que es poseer y dar a luz a Jesús, me lleve a cabo comprender a Jesús. Que en ese Espíritu en que te declaraste esclava del Señor, admitiendo que se lleve a cabo en ti según la palabra del Ángel, yo asimismo humildemente proclame la grandeza de Jesús. Que en ese Espíritu en que lo adoráis como Señor y lo contempléis como Hijo, yo asimismo amo a Jesús. Y que verdaderamente tenga el mismo respeto por Jesús que él tuvo por sus progenitores, aunque en realidad era Dios.