OFICINA CENTRAL, 11 de agosto. 21/05:00 am (ACI).- La Iglesia festeja hoy, 11 de agosto, la memoria litúrgica de Santa Clara de Agarráis, la joven nobleza italiana que dejó todo por Cristo y, al lado de San Francisco, decidió contestar a el llamado de Dios.
Considerada la patrona de la televisión y de sus profesionales, la santa vivió capítulos en los que tuvo la gracia de ver proyectadas en las paredes de su celda ceremonias a las que deseó acompañar, pero no ha podido por su enfermedad.
Santa Clara nació en Asís en 1193 en el seno de una familia de la nobleza italiana. Se dice que su nombre surgió de una inspiración dada a su madre, a quien se le reveló que su hija iluminaría el planeta con su santidad.
Cuando Clara tenía 18 años, San Francisco predicó los sermones de Cuaresma en Asís en la Iglesia de San Jorge. Las palabras del “poverello” encendieron el corazón de la joven, que fue a pedirle, en misterio, que la ayudara a vivir según el Evangelio.
San Francisco la animó en su deseo de dejarlo todo por Cristo. El Domingo de Ramos de 1212, Clara asistió a la bendición de ramos en la Catedral. Todos los leales se aproximaron a recibir una rama de olivo, pero Clara se quedó en su lugar, por timidez. Al notar esto, el obispo llevó la rama a donde se encontraba. Esa noche se escapó de su casa y se dirigió al pueblo de Porciúncula, a dos kilómetros de donde vivía São Francisco y su red social.
Allí, Clara cambió sus finos vestidos por un hábito de penitente, que consistía en una túnica de lona tosca y un cinturón de cordón. San Francisco se cortó el pelo. Como este último no había fundado un convento para monjas, encontró hosting temporal para Clara en el claustro de las benedictinas de São Paulo, cerca de Bastia.
Los familiares de la joven ahora habían premeditado una boda para ella y, al darse cuenta de lo sucedido, eligieron sacarla del convento. Se dice que Clara se aferró al altar con tanta fuerza que rompió las toallas en el momento en que la separaron. La joven se descubrió la cabeza a fin de que puedan ver su cabello cortado y les ha dicho a sus amigas que Dios la había llamado a su servicio y que se encontraba dispuesta a contestar.
En poco tiempo, la hermana de Clara, Inês, se unió a ella, lo que desencadenó una exclusiva persecución familiar. Más tarde, San Francisco trasladó a los dos a una vivienda contigua a la Iglesia de São Damião, en las afueras de Agarráis, y nombró superiora a Clara.
Después de ciertos años, ya había múltiples conventos de clarisas en Italia, Francia y Alemania. La santa Inés fundó una orden en Praga, donde tomó el hábito. Santa Clara y sus monjas practicaron austeridades hasta entonces ignotas en los conventos de mujeres. No empleaban zapatos y dormían en el suelo, jamás comían carne y charlaban solo cuando era preciso o por caridad. Santa Clara imitó a la perfección el espíritu de pobreza de San Francisco.
Desde 1224, Clara enfermó y, poco a poco, se fue consumiendo. En 1226 murió Francisco y Clara tuvo visiones proyectadas en la pared de su pequeña celda. Allí vi al beato de Asís y los ritos de las solemnidades de su funeral que se estaban haciendo en la iglesia.
Previamente, había tenido exactamente el mismo género de visión una noche de Navidad, cuando vio el pesebre diseñado y pudo asistir al santurrón trabajo que tuvo lugar en la Iglesia de Santa Maria dos Anjos. Por estas visiones, que parecían películas proyectadas en una pantalla, Santa Clara se considera la patrona de la televisión y de sus expertos.
Otro momento notable en la vida de esta santa se produjo en 1240, en el momento en que, con el Muy santo Sacramento en sus manos, defendió la ciudad de Agarráis del ataque del ejército musulmán turco.
En 1228, Gregorio IX concedió a las Clarisas el “Privilegium Paupertatis” a fin de que absolutamente nadie las obligara a tener bienes. Además de esto, Santa Clara, como fiel intérprete del espíritu y la tradición franciscana, ha elaborado una norma que los refleja fielmente y prohíbe toda forma de propiedad individual o común. Inocencio IV sólo aprobó esta regla un par de días antes de la desaparición del Santurrón.
Santa Clara partió para Casa do Pai el 11 de agosto de 1253, a la edad de 60 años. En 1255, menos de un par de años tras su muerte, el Papa Alejandro IV la incluyó en el libro de los santos.
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