OFICINA CENTRAL, 15 mar. 21/05:00 am (ACI).- “Realmente este hombre era Hijo de Dios”, esta es la profesión de fe que logró el soldado de roma que, tras la crucifixión, atravesó con una lanza el costado de Jesús y convirtió , que fue identificado como São Longuinho, cuya fiesta se celebra este 15 de marzo.
Longuinho vivió en los primeros siglos, fue el centurión que, por orden de Pilatos, estaba con otros soldados al pie de la cruz de Jesucristo.
El Evangelio de San Juan relata cuando los soldados fueron a quebrar las piernas de los 2 hombres que estaban crucificados al lado de Jesús, pero en el momento en que llegaron ante Cristo, “como le vieron ahora muerto, no le quebraron las piernas, sino entre las soldados les abrieron el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua” (Jn 19, 33-34).
Este soldado que atravesó el costado de Jesús fué reconocido con el nombre de Longuinho, derivado del griego que significa “lanza”.
Fue él quien, al notar las capaces manifestaciones de la naturaleza después de la desaparición de Cristo, pronunció la conocida frase que lo convirtió en el primer converso a la fe cristiana: “Realmente este hombre era Hijo de Dios”.
Diríase que Longuinho se estaba quedando ciego y, cuando atravesó al Señor con la lanza, una gota de la sangre del Salvador cayó en sus ojos e rápidamente quedó curado. Tocado, se transformó y abandonó el ejército para toda la vida.
Instruido por los apóstoles, Longuinho se hizo monje en Cesarea, Capadocia, donde ganó muchas ánimas para Cristo mediante la palabra y el testimonio.
Sin embargo, el gobernador de Cesarea descubrió su identidad y lo entregó a Poncio Pilato. Fue acusado de desertar y sentenciado a muerte salvo que renunciara a su fe en Cristo.
Longuinho se sostuvo firme y, por lo tanto, fue torturado, le sacaron los dientes y le cortaron la lengua. Luego fue decapitado.
Casi mil años después, en 999, São Longuinho fue canonizado por el Papa Silvestre II. Como se informó, el proceso de canonización ahora había adelantado bastante, pero los documentos estuvieron perdidos a lo largo de muchos años.
Entonces el Papa solicitó la intercesión de Longuinho para ayudarlo a localizar estos papeles. Poco tiempo después, se encontraron los documentos y se hizo la canonización.
Todavía el día de hoy, los leales invocan a São Longuinho para pedir ayuda en la búsqueda de un elemento perdido. Diríase que era un hombre bajo y que, sirviendo en la corte de Roma, vivía en las fiestas de los romanos.
En estos ambientes, gracias a su pequeña estatura, podía ver lo que pasaba bajo las mesas y siempre y en todo momento hallaba las pertenencias de las personas. Los elementos encontrados fueron devueltos a sus dueños. De ahí la costumbre de solicitarle ayuda para encontrar lo perdido.
Como agradecimiento, según la tradición, se proponen tres saltos y una oración. Diríase que este modo de ofrecer gracias se debe a que el soldado se encontraba cojo, pero otra explicación dice que los saltitos se refieren a la Muy santa Trinidad.