OFICINA CENTRAL, 30 de julio. 21/05:00 am (ACI).- “Esforcémonos por llevar siempre dentro de nosotros la imagen leal de nuestro Creador, no en la majestad que solo a Él le corresponde, sino más bien en la inocencia, la sencillez, la mansedumbre, la paciencia, la humildad, la clemencia , paz y concordia, con las que se dignó hacerse uno de nosotros y ser similar a nosotros”, afirmaba san Pedro Crisólogo, Doctor de la Iglesia, cuya celebración se celebra este 30 de julio.
San Pedro nació en Italia hacia el año 400, estudió ciencias sagradas y fue compuesto por Cornelio, obispo de Imola, quien le asistió a entender que la auténtica excelencia se encontraba en controlar sus pasiones y que esa era la única forma de llegar al espíritu. de Cristo Exactamente el mismo prelado confirió el orden diaconal al santurrón.
Según la tradición, en ese momento falleció el arzobispo de Rávena, con lo que el clero y el pueblo eligieron a su sucesor y luego pidieron al obispo Cornelio, que encabezaba la comitiva, que solicitara esta petición al Papa San Sixto III en Roma.
Pedro –que no era el candidato electo– formaba una parte de la comitiva encabezada por el Prelado.
Diríase que el Pontífice tuvo una visión de San Pedro y San Apolinar, el primer obispo de Rávena, quienes le ordenaron no corroborar la decisión que dirigían.
Así y siguiendo las instrucciones del cielo, el Beato Padre propuso para el cargo a San Pedro Crisólogo, quien más tarde recibió la consagración y se trasladó a Rávena.
La actividad pastoral del santo supo eliminar el paganismo y corregir los abusos, escuchando con igual condescendencia y caridad a los humildes ya los poderosos.
Siempre alentó la comunión frecuente y sus profundos sermones le valieron el sobrenombre de Crisólogo, hombre de palabras de oro.
Después de recibir una revelación sobre su muerte inminente, San Pedro Crisólogo regresó a Imola, de donde partió hacia la Casa del Padre el 31 de julio de 451 (hay quienes aseguran que fue el 3 de diciembre de 450).
Fue proclamado Doctor de la Iglesia en 1729 por el Papa Benedicto XIII.