la serie especial Historia del Canto Gregoriano de la Diócesis de Santo André continúa este domingo (13/09) con el segundo capítulo que presenta las principales virtudes y características de este género tradicional de música vocal.
El material es resultado de una investigación del directivo del Coro Diocesano, Diego Muñiz, que cursa maestría en música en la USP, licenciatura en dirección en la UNESP, habiendo dirigido, entre otras, la Sinfónica Juvenil del Estado. de São Paulo, Pro Coro do Canada y Vancouver Chamber Choir.
Embárcate con nosotros en este gran viaje de conocimiento con mucha cultura, historia y espiritualidad:
Primordiales peculiaridades
Según Giacomo Baroffio en su libro Cantemus Domino Gloriose: Introduzione al Canto Gregorian, El canto gregoriano está dotado de innumerables virtudes que tocan tanto el lote de las impresiones subjetivas como el de los hechos neuropsicológicos.
Según el autor, gracias a que “la música es el lenguaje favorecido del corazón”, el Canto Gregoriano, aparte de “sintetizar la experiencia poética de muchas generaciones desde el antiguo Israel”, tiene capacidad y “fuerza para encantar y conducir”. lejos el corazón de las intranquilidades”. Mucho de esto se origina por la construcción de muchas creaciones de este género sobre técnicas compositivas que permiten que la melodía viaje por circuitos mentales conectados a la memoria que, “terapéuticamente”, actúan sobre los vocalistas y oyentes de este repertorio.
“Desde el punto de vista técnico-musical, el canto gregoriano se identifica por ser monódico (que tiene solo una línea melódica), silábico (una nota por cada sílaba), semi-ornamentado (neumático, con escasas notas en cada sílaba) o melismático ( varias notas por sílaba), escrito y cantado en latín y “a capela” (sin acompañamiento instrumental) o generalmente acompañado por un órgano. También hay las que llamamos armonías de “inspiración gregoriana” que, respetando las especificaciones precedentes, usan contenidos escritos en el idioma de cada país, no en latín, para ser compuestas”, explica el maestro Diego Muniz.*
Encíclica Musicae Sacrae DisciplinaAdemás, basado en lo que el Papa Pío XII refrendó en su Carta Encíclica Música Sacra y Especialidad de 1955 sobre la sumisión de la música a la liturgia, fomentando la supresión de “[…] todo lo que choca con el culto divino o impide a los leales elevar su mente a Dios” y lo que escribió el Papa Pío X en su Motu Proprio Tra le Sollecitudini de 1903 sobre la necesidad de “revestir de melodías correctas el artículo litúrgico propuesto a la consideración de los fieles, para que su propio fin sea añadir más efectividad al mismo artículo, a fin de que por semejantes medios los fieles se exciten mucho más fácilmente a la piedad y preparaos mejor para recibir los frutos de la gracia, propios de la celebración de los sagrados misterios”, el Canto Gregoriano se guía fundamentalmente por la primacía del texto, es decir, no hay acentos regulares que surjan de la métrica musical, sino es la métrica y la acentuación del artículo que marcan los caminos por los que debe proseguir la melodía.
“Esta característica asimismo favorece que las palabras del artículo preserven su semántica ya que, aun de manera involuntaria, los énfasis equivocados en la lectura del mismo tienen la posibilidad de distorsionar el concepto real escrito”, añade Diego.
modales griegosEl directivo del Coro Diocesano añade: “Además de esto, hay que tomar en consideración que, gracias a la influencia griega comentada previamente, el Canto Gregoriano no se estructura en tonalidades mayores o menores como la música compuesta en Occidente desde mediados del siglo XVII. , sino, en lo que llamamos métodos griegos, donde en todos y cada modo la organización de las notas de la escala se distribuye de forma diferente a el resto, creando de esta manera sensaciones e impresiones diferentes que se adaptarán mejor al artículo musical”, concluye. .
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