2017 es un año particular para los franciscanos. Fue precisamente el 29 de mayo de 1517 cuando el Papa León X, tras siglos de polémica, realizó la bula “Ite et vos in vineam meam”, con la que sancionó la división entre los Conventuales no rehabilitados y los Observantes. Estos últimos se transformaron en la Orden de los Monjes Menores ahora su superior, el Ministro General, se le devolvió el viejo sello de la Orden y el derecho de precedencia sobre el superior de los Conventuales.
A lo largo de la historia, los franciscanos se reagrupan en tres familias: los Frailes Menores, los Conventuales y los Capuchinos, unidos por la misma Regla de San Francisco, pero cada uno con sus Constituciones, tradiciones y características.
No obstante, después de quinientos años, quizás haya llegado el momento de volver a nuestros orígenes. “Empezamos un sendero común para volver a descubrir lo esencial de nuestra vida, nuestra identidad y nuestra misión. Junto con la Tercera Orden Franciscana Seglar, nos reunimos para conocernos mejor. El año 2016 marcó también el 800 aniversario del perdón de Agarráis y en él se celebró el Jubileo de la Clemencia. Fue una ocasión única para reconciliarnos desde adentro dentro de cada Orden y después entre nosotros, uniéndonos para superar las diferencias que llevaron a nuestra separación”. (vea asimismo)
Fray Michael Anthony Perry, Ministro General de la Orden de los Frailes Inferiores, charló de un cambio en los tiempos con exactamente la misma sencillez y claridad con la que guía a los otros 13.000 cohermanos presentes en más de 113 países. Tiene sesenta años pero aparenta 10 años menos. Fray Michael es estadounidense de tercera generación: heredó la sociabilidad de sus abuelos irlandeses; de la civilización yanqui, el pragmatismo para enfrentar los inconvenientes, así sean las luchas diarias de los frailes o el legado de siglos de división.
Fray Marco Tasca, Fray Michael Perry y Fray Mauro Jöhri
¿La familia franciscana reunida?
Fray Michael Perry – Durante 2017 pretendemos releer la historia para imaginar un futuro diferente. En el próximo año, por consiguiente, deseamos iniciar un proyecto de convivencia y misión compartida con los hermanos del resto Órdenes. Entre tantas cosas, estamos haciendo un trabajo para tener una única Universidad Franciscana en Roma en 2018. Y para emprender juntos otras formas de vida.
Congreso franciscano en Madrid para charlar de unidadLos días 22, 23 y 24 de mayo de 2017, los Ministros Generales Fr. Marco Tasca, de la Orden de los Frailes Inferiores Conventuales; Fray Michael Perry, de la Orden de los Frailes Inferiores; y fray Mauro Jöhri, de la Orden de los Monjes Menores Capuchinos se reunirán en La capital española, con la unidad de la familia franciscana como punto principal del orden del día. Este año se cumple el aniversario de la Bula “Ite Vos” (1517), con la que sancionó la división entre los Conventuales no rehabilitados y los Observantes. Jesús Torrecilla, quien coordina la Red social Académica de la Escuela Superior de Estudios Franciscanos (ESEF) en La capital española, explica que el encuentro brotó de una charla con el Papa Francisco, quien interrogó a los Ministros En general, el 4 de octubre de 2013, en Agarráis: “¿Por qué ¿todavía no andas unido?”. Los organizadores apuntan que el clima de hoy favorece el diálogo interfranciscano y que el espíritu de familia franciscana crea poco a poco más iniciativas en este sentido de diálogo. El congreso quiere fomentar una reflexión espiritual sobre la verdad de los grupos franciscanos que aspiran y quieren construir una historia común, de la familia y de la raza humana. Los Ministros Generales aseguran: “Queremos ser, de manera especial, ministros hermanos que se ayudan unos a otros. Realmente nos hace hermanos”. “No sabemos qué ocurrió durante los siglos, pero pensamos que este evento va a sacar a relucir lo que tenemos en común, y va a ser importante para nosotros hacer una visión de un camino común”, apuesta Torrecilla. Un jalón en este camino se dará a inicios de 2018, en el momento en que se ponga en marcha la novedosa Pontificia Facultad Franciscana, que aparece de la unión de los presentes centros académicos franciscanos, particularmente el Antonianum y el Seraphicum, con la meta de hacer una verdadera centro universitario de alta definición, con la capacidad de atraer a alumnos y también estudiosos. Para los En general, “en estos momentos de división y fragmentación nos encontramos llamados a realizar emerger nuestra identidad unitaria por ser hijos de San Francisco, herederos de su experiencia e intuición de vida evangélica”. |
El sendero hacia la reunificación se ha iniciado de este modo…
Fray Miguel – Todavía no llegamos en el final, pero el viaje empezó. Es importante ofrecer testimonio del carisma franciscano en su integridad. Naturalmente, no todos comparten esta afirmación, pero los Ministros en general eligieron proseguir el sendero del conocimiento y de la reconciliación en el signo de la misericordia. Y quién sabe, más adelante no se alcanzará un nivel decisivo.
¿Tienes esperanzas?
Fray Miguel – Tengo la misma esperanza que alimenta a la Iglesia, que se conseguirá la unidad.
¿Cuándo te diste cuenta de que te harías fraile?
Fray Miguel – De joven tuve una vida turbulenta. Fui emprendedor desde los 10 años, con dos personas que trabajaban para mí. A los quince compré mi primer coche. Tenía todo lo que quería, y mis progenitores me apoyaban desde todo punto de vista, pero a nivel económico no deseaba nada de ellos pues lo debía hacer yo. Luego, durante la escuela secundaria, asistí a un retiro con jóvenes. Y de esta manera inicié un sendero interior que, no obstante, no fue constante. Jugaba al fútbol y trabajaba. Cuando llegó el momento de ir a la universidad para ser abogado, dejé mis estudios en suspenso para trabajar como peón en una fábrica que construía casas.
Pero todavía no había comprendido su auténtica vocación…
Fray Miguel – Un día, los jóvenes metodistas me pidieron que sirviese a los pobres y los ancianos en Appalachia, West Virginia. Allí conocí a los franciscanos que estaban al servicio de los pobres. Durante los meses que pasé en su compañía, construí casas para los más necesitados. Pero durante la noche leo la vida de San Francisco de Asís.
¿Y de este modo empezó todo?
Fray Miguel – En el momento en que regresé a casa, 2 matrimonios identificaron una vocación en mí. Y me retaron a hacer el ensayo. Mi padre, aunque se encontraba convencido de que me iba temprano, siempre me apoyó como toda la familia. Seis meses después se encontraba en el Seminario de la Facultad de los Franciscanos. Al final de cada semestre, le decía al directivo que procuraría quedarme otros seis meses. ¡Y el día de hoy sigo aquí!.
Pero, ¿por qué los Frailes Inferiores y no los Metodistas, a quienes encontraste primero?
Fray Miguel – Metodistas, franciscanos, pobres y laicos son los 4 elementos que me apoyaron en mi vocación. Los metodistas estaban apasionados y atraídos por el sacramento de la Eucaristía. Y ese fue un punto de confluencia: Eucaristía y pobres. Para ellos se encontraba claro el significado de la pobreza, Cristo que se hizo alimento para la vida y para ayudar a los pobres a conocer la belleza de su dignidad. Pero en el momento en que conocí la narración de San Francisco, me sentí atraído. Y después, en contacto con los Hermanos Menores, descubrí su sensibilidad por el diálogo ecuménico: no era algo académico sino más bien una experiencia de vida diaria y de compartir.
A lo largo de diez años fuiste misionero en África…
Fray Miguel – La experiencia misionera convirtió completamente mi vida y mi visión de todo el mundo, al punto que en el momento en que como, pienso en cuántas personas no tienen qué comer. Y trato de estar atento. Inicialmente estaba en una misión en Kassanji, Angola, viviendo entre tres tribus que charlaban distintas idiomas. Todos los días recorría los pueblos conociendo gente y asimismo participando en ritos de iniciación para comprender de qué manera la gente concebía la vida y la religión. La misión era enorme, entendía unos 13.000 km cuadrados de tierra. Y eso complicaba las cosas, aparte de los lenguajes que se charlaban y las distintas etnias. En la misión había asimismo tres campos militares y tres campos de refugiados de la guerra de Angola que, en esos días, todavía eran terribles.
El señor. experimentado situaciones tráficas?
Fray Miguel – Las personas que llegaban de Angola presentaban todo tipo de traumatismos, desde lesiones anatómicos hasta problemas sicológicos. Los hermanos también formamos parte en las ocupaciones de un pequeño dispensario bajo la responsabilidad de un grupo de cinco hermanas de Bélgica. Abrimos la misión, compartimos el almacenaje de alimentos, pusimos predisposición nuestras estructuras para los proyectos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Asilados.
¿Ese período asimismo cambió tus hábitos en relación con la creación?
fray miguel – La última encíclica del Papa Francisco Laudato Si’ destaca estos temas, pero desde hace un tiempo me he esforzado por no desperdiciar los recursos naturales. Cuando estoy en Roma, por poner un ejemplo, uso los medios públicos y evito el turismo tanto como resulte posible. Es una responsabilidad que contamos como discípulos y hermanos menores.
Sobre Roma. Desde el momento en que se transformó en Ministro General, se mudó a Italia, pero viaja con cierta frecuencia por el planeta…
Fray Miguel – Tengo la ventaja de vivir con los hermanos en contextos muy dispares. Poseemos aproximadamente 13.000 hermanos en 113 países, siendo el último en orden cronológico Senegal. Lo que veo es un enorme deber en todas y cada una de las latitudes y longitudes. En el corazón de los frailes noto el deseo de un encuentro profundo y diario con Cristo. La fraternidad que vivimos representa un modelo de vida que se opone a ese modelo individualista que crea división. Nos esforzamos por enseñar la hermosura de la solidaridad, anunciando que Cristo está presente siempre y en todo momento y en todas y cada una partes, a pesar de las ocasiones de sufrimiento y de guerra. Pienso en los frailes de Sudán, que establecieron una presencia fraterna entre los habitantes de Giuba, un pueblo aproximadamente medio católico. Nuestros hermanos son vecinos de refugiados y de los que tuvieron que dejar sus viviendas para buscar un espacio donde poder vivir.
Viajando tanto, ¿hallas tiempo para cultivar amistades?
Fray Miguel – Los amigos son una joya en mi vida. Tengo ciertos aquí en Roma, Italia, con quienes comparto la belleza pero también el sufrimiento del ministerio. Sobre todo tengo amigos en la Orden, y eso es fundamental para mí. Pienso en mi vicario, con quien comparto decisiones, pero asimismo en los demás hermanos de la Curia con quienes me siento libre de hablar.
¿Conoces asimismo a personas de otras religiones?
Fray Miguel – Tengo buenas relaciones con algunos miembros de otras iglesias cristianas. Y asimismo con un amado amigo budista y dos musulmanes. Merced al acercamiento con personas de países lejanos, tengo la oportunidad de entender mejor el sufrimiento de estos pueblos. En este sentido, la amistad me ayuda a presenciar el amor y la misericordia de Dios. Es una toma de conciencia que me asistencia asimismo en la vida consagrada.
¿Todavía tienes contacto con alguien en África?
Fray Miguel – Hablo con algunas personas al menos una vez por semana. Es un vínculo profundo y sincero que nunca se rompe. Y después poseemos amigos en Inglaterra, donde completé mis estudios de doctorado. Sin olvidar a los estadounidenses católicos negros y los cientos y cientos de familias que conocí a lo largo de los años que fui pastor.
De forma frecuente anda en bicicleta en Roma…
Fray Miguel – es una pasión Cuando no puedo salir, entreno con la bicicleta estática. Pero caminar por las calles de Roma es fantástico, aun si soy quizás más arriesgado para los conductores que ellos para mí.
El señor. ¿Agrada la música?
Fray Miguel – Me encanta el jazz. Me agrada la oportunidad de hacer siempre y en todo momento algo nuevo. Esto une el jazz con la vida consagrada.
¿Por qué razón el adjetivo “menor” en el nombre de la Orden?
Fray Miguel – Nuestro referente es Francisco de Asís, ejemplo de Cristo pobre. Es una directriz clara de nuestra identidad de hermanos, que debe estar enraizada en Cristo. Es una lección que hay que descubrir de nuevo continuamente. El Papa Francisco nos solicita redescubrir el sentido de la presencia entre los pobres, de ser pobres con los pobres. Es uno de los mayores retos para nosotros, hermanos y inferiores. Visto que los medios de comunicación sean invasivos nos pone bajo riesgo de transformarnos en esclavos de un mundo que no existe, distanciado de la realidad. Oímos historias de guerras, conocemos el padecimiento de la humanidad, observamos los rostros de la gente que huyen de sus países. Pero todo lo mencionado no es suficiente, debemos estar entre estas personas y vivir el drama que viven a diario en nuestra propia piel. En caso contrario, nos limitaremos a decir preciosas palabras, siendo discípulos de Cristo y consagrados sin apego a la verdad.¿De qué manera tiene la posibilidad de tener rincón este encuentro?
Fray Miguel – Dejarnos a nosotros ya nuestras construcciones, que nos sirven pero no son el centro. Ya he propuesto en otras oportunidades que iniciemos una seria reflexión en este sentido. Quizás deberíamos dejar asimismo la actual Curia General, construida en el momento en que había 26.000 frailes en el mundo. El día de hoy, en el momento en que somos la mitad de ellos, es hora de discutir todas las estructuras que disponemos, para ofrecernos la posibilidad de entrar en la vida específica de la gente. Más que nada los mucho más aislados, en todos los sentidos.
El mismo Papa, en Evangelii gaudiumdice elegir “una Iglesia dañada, herida y sucia pues ha salido a la calle, que una Iglesia enferma porque está clausurada, acomodada y aferrada a su seguridad”.
Fray Miguel – Todos entendemos cuáles son los sitios donde mucho más sufren los hombres, pero en ocasiones poseemos temor de ir allí. A nosotros, los hermanos menores, también nos amedrentan ciertos ambientes. Pero en el bautismo renunciamos al derecho a tener miedo: si Cristo es verdaderamente el centro, entonces somos libres de irnos. Si, por el contrario, disponemos temor y por ende quedamos paralizados, significa que no confiamos en Cristo. Esto no solo es cierto para las personas religiosas, sino más bien para todos los cristianos.
¿Qué diferencia hay entre un sacerdote ordenado y un hermano espiritual?
Fray Miguel – Históricamente hemos vivido periodos en los que esta división fue bastante acentuada. También en los permisos, la diferencia era clara e incluso relacionada con cuestiones similares con la dignidad y la vocación. En múltiples provincias de la Orden hubo una separación física dentro del espacio litúrgico, en refectorios y centros de estudio. Incluso se previeron dos noviciados separados: uno para los hermanos que pretendían transformarse en hermanos religiosos y otro para esos que estaban dispuestos a continuar el sendero del ministerio sacerdotal.
¿Era así en la época de San Francisco?
Fray Miguel – No, en un principio este problema no existía. Todavía hay enfrentamiento sobre si Francisco mismo era sacerdote o no, y hay elementos convincentes en los dos sentidos. El tema, sin embargo, no es ese.
¿Y cuál es?
Fray Miguel – Durante los siglos, la Orden ha cambiado en contestación a la llamada de la Iglesia universal ahora la necesidad de la Iglesia local. Nos hemos convertido en una Orden clericalizada. De esto ahora habló el Papa Francisco: “Es uno de los males de la Iglesia, pero es cómplice del mal, por el hecho de que a los sacerdotes les gusta la tentación de clericalizar a los laicos”. No se puede fomentar la idea de una identidad superior, como si el ser sacerdote confiriera una dignidad de otra condición en relación a la condición de bautizado. Naturalmente, no debemos confundir los ministerios. Pero los hermanos sacerdotes inferiores no tienen que opinar que son mejores que sus hermanos religiosos.
Es un tema de mucha actualidad. ¿De qué forma cree que se puede poner fin a esta “vexata quaestio”?
Fray Miguel – Adjuntado con los Capuchinos y Conventuales, pedimos a la Iglesia que revise la cuestión de los Institutos mixtos que está en el punto 61 de la Exhortación Apostólica Post-SinodalVita consecrata
. Hasta 1239 tuvimos el privilegio de no ser considerados Orden clerical. Luego hubo una enérgica petición de parte de los hermanos ahora ordenados, en tiempos del Ministro General Elías de Cortona, y la Iglesia respondió. A partir de ese instante nos convertimos en una Orden clericalizada. Hoy, estamos trabajando para cambiar esa actitud: aceptamos el llamado de Cristo a convertirnos en Monjes Inferiores, no para ser organizados, sino para proseguir el ejemplo de San Francisco de Agarráis.
Si falta esta conciencia, ¿existe el peligro de dejar la Orden? Fray Miguel –
En el momento en que no existe el núcleo de nuestra identidad, es viable una crisis a nivel de fraternidad. De esta manera, los frailes dejan la Orden y entran en las diócesis como curas. Hace cinco años comenzamos una investigación sobre los que dejan la Orden. Un inconveniente surgido en la formación inicial y persistente, cultivada en un contexto favorable al clericalismo. Debemos luchar contra estos comportamientos que no son evangélicos. Es necesario distinguir entre la identidad del clero y el clericalismo.
Por tanto, en el pueblo de Dios, ¿no hay diferente dignidad entre los fieles? Fray Miguel – Absolutamente no, pero debemos esforzarnos por convencer a la Iglesia. Y no hablo tanto del Vaticano ni de los obispos, sino de todos y cada uno de los bautizados. No obstante, esto es lo que se nos solicitaEvangelii gaudium pero ya anteslumen gentium ElGaudio et condimentael decreto ad gentes y otros documentos del Concilio Vaticano II. El Papa Francisco está abordando con decisión las cuestiones de la dignidad, el compromiso y la esencialidad de todos los bautizados. Espero el instante en que la Iglesia esté lista para repensar el papel de los laicos: si no se les puede aceptar predicar, cuando menos podrían involucrarse de otra forma en el contexto litúrgico, en el momento en que la Iglesia se reúne para festejar adjuntado con la desaparición y resurrección de Cristo. Espero con confianza el día en que la fe logre ser compartida en la liturgia.
Entonces, ¿los laicos importan para los Monjes Inferiores?
Fray Miguel – Para nosotros, hermanos inferiores, pero para toda la Iglesia, es fundamental repensar el papel de los laicos. Basta pensar en la Orden Franciscana Seglar: los laicos no somos personas de “segunda clase”, sino más bien co-misioneros, a los que nos une exactamente el mismo carisma. En las comunidades franciscanas de los santuarios y parroquias debemos preparar a los laicos, cuya relevancia es definitiva para la Iglesia. San Francisco acostumbraba a llevar consigo también a los laicos – hombres y mujeres – que, con el permiso del obispo, hacían el catecismo y predicaban. No vi obstáculos para dejar que predicaran mujeres, que tienen diferentes sensibilidades y perspectivas.
En lo que se refiere al sitio de la mujer en la Iglesia, ¿dónde estamos?
Fray Miguel – Tuve la gracia de trabajar con tantos colaboradores. En el momento en que trabajaba para la Charla Episcopal de los Estados Unidos de América, me encontré con un gran número de mujeres que no solo tenían una fe ejemplar sino más bien también rivalidad especializada y un profundo sentido de Iglesia. Las mujeres forman parte en la misión evangelizadora y, para nosotras, o sea una bendición.
Pasando al tema de las vocaciones: ¿de qué países provienen la mayoría de las solicitudes de admisión?
Fray Miguel – África y, particularmente, Madagascar. También Sudán, Zimbabue y Sudáfrica, que últimamente es una gran sorpresa. Y en este momento Mozambique, República Democrática del Congo, República del Congo, Togo y Costa de Marfil…
¿Y Asia?
Fray Miguel – Hay mucho interés. En Indonesia tenemos unos diez novicios todos los años, en Birmania al menos 15. Asimismo contamos vocaciones en Singapur y Malasia, tal como en Timor Oriental y Papua Novedosa Guinea. Y luego pienso en América Latina: de México, particularmente de la zona Norte, llegan tantas vocaciones cada año. Los Ministros Provinciales comprueban la creciente participación de los jóvenes mexicanos.
¿Italia prosigue contribuyendo a la difusión de la Orden?
Fray Miguel – En el Sur siempre disponemos muchas vocaciones. En el Centro, con determinada dificultad, mientras que en el Norte van cayendo. De Europa, sin embargo, llega una contribución incesante de Polonia. Ucrania también juega su papel, tanto en la Iglesia católica griega como en la latina. Ciertas señales de promesa surgen de Irlanda y los Países Bajos.
En carta dirigida a todos y cada uno de los hermanos de la Orden, con fecha 17 de diciembre de 2014, el Sr. escribió: “La Curia General se encara a graves -insisto, graves- adversidades financieras, con deudas portentosas” y que “el sistema de supervisión y control financiero de la administración de los bienes de la Orden era bastante enclenque cuando no estaba comprometido, con la consecuencia ineludible de su falta de eficacia para salvaguardar una gestión responsable y transparente”. ¿Es bien difícil para un fraile administrar el dinero?
Fray Miguel – Los hermanos crecimos en entornos culturales diferentes, en los que la concepción y la utilización del dinero diferían mucho. Y esto es un inconveniente serio, siendo una Orden internacional. Está, pues, el desafío de responder con nuestra vida a la enseñanza de San Francisco de Agarráis sobre Cristo pobre. es la dimensión de seno propio, llevando una vida sin nada propio. El dinero no nos forma parte, pero eso es difícil de interiorizar, sobre todo por el encontronazo de la globalización y la civilización del derroche. Nos encontramos influenciados por la confluencia de fuerzas que determinan la civilización dominante. Entonces, debemos vivir, repensar y volver a descubrir la belleza de la seno propio: las cosas no son de nuestra propiedad y solo somos administradores causantes. Nuestro compromiso es entender cómo utilizar los recursos económicos para la misión de la Iglesia, para los pobres y los necesitados.
¿Vivir en la tranquilidad burguesa es, por consiguiente, un riesgo para la vida de los frailes?
Fray Miguel – Es un riesgo percibido por los mismos hermanos, que pone en crisis la identidad de nuestra vocación. Estamos llamados a concretar la clemencia de Dios con actos de justicia y caridad. Hay por lo menos 2 antídotos para sanar esta enfermedad. La primera es estar con los pobres, vivir entre los que sufren. Los pobres no son un ente abstracto sino que tienen un nombre, vienen de familia, tienen hijos, tratan de trabajar todos los días para mejorar su calidad de vida. Y hemos de estar allí. Si nos acompañan los pobres, redescubriremos la belleza de la vocación franciscana. Fraternidad con los pobres, fraternidad con los pobres, fraternidad entre los pobres.
¿De qué manera puedes estar cerca de los pobres?
Fray Miguel – La pobreza no es algo que deba apreciarse, pero los pobres existen. En el Evangelio de Marcos está escrito: “En lo que se refiere a los pobres, siempre y en todo momento los tendréis con vosotros”. Creo que si Jesús hubiera tenido en todo momento para agregar algo, quizás hubiera dicho: “Pues no quieres cambiar tu modo de vida”. Para ser Hermanos Menores debemos modificar nuestro comportamiento. El Papa Francisco está volviendo a las ideas del cristianismo primitivo. La Iglesia no ha de ser una presencia fuerte, sino humilde. Y su conducta ha de ser un caso de muestra para todos nosotros.
¿Está en riesgo la vida consagrada?
Fray Miguel – En el momento en que uno está centrado y enfocado en la persona de Cristo, entonces el emprendimiento de vida consagrada ya no nos forma parte. Por ende, uno no debe tener temor a la caída de los números: en la historia del hombre siempre hubo maneras de vida que mostraron una relación especial con Dios en la sociedad. La vida consagrada no depende del hombre, sino de Dios. Para esto, hay promesa.
Entonces, Sr. ¿No les preocupa aun ver el número de vocaciones de los Hermanos Menores?
Fray Miguel – A veces me preocupo cuando veo una debilidad numérica en un país o en una localidad donde nos encontramos presentes ya hace bastante tiempo y donde todavía hay necesidad de comunicar el Evangelio. Son, ya que, aprensiones limitadas a una situación específica. En ochocientos años de vida franciscana, hemos cometido tantos fallos: si todavía nos encontramos aquí, no se lo debemos a nuestras resoluciones, sino más bien a la obra de Dios.
Entrevista a Riccardo Benotti, “Viaggio nella vita religiosa. Interviste y también incontri”, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano, partido popular. 59-71. Reproducido por el “Acta Ordinis”.
Traducción: Moacir Beggo
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. Algunos institutos religiosos, que en el proyecto original del principal creador se presentaban como cofradías, donde todos los integrantes -sacerdotes y no curas- eran considerados iguales entre sí, con el pasar de los años adquirieron una fisonomía diferente. Es importante que estos Institutos llamados “mixtos” tengan en cuenta, desde una entendimiento mucho más profunda de su carisma fundacional, si sería oportuno y viable volver a la inspiración original. Ordenes Sagradas. Para investigar y resolver los inconvenientes relacionados con esta materia, se formó una comisión específica, cuyas conclusiones va a deber esperarse para más tarde llevar a cabo las opciones recomendables de conformidad con lo auténticamente establecido.