Fray Cantalamessa: “La idolatría, antítesis del Dios vivo”
“Debemos emprender siempre y en todo momento un nuevo camino de vida, que es nuestra conversión”. Palabras de Fray Raniero Cantalamessa en la Tercera Predicación de Cuaresma al Santo Padre y a la Curia Romana este viernes (29) por la mañana en la Capilla Redemptoris Mater, en el Vaticano
Manoel Tavares – Localidad del Vaticano
El Santurrón Padre inició sus actividades, en la mañana de este viernes (29/3), en la Capilla “Redemptoris Mater”, donde participó, junto con la Curia Romana, en la tercera Predicación Cuaresmal de Fray Raniero Cantalamessa, predicador oficial de la Casa Pontificia .
Partiendo del tema central de sus meditaciones de Cuaresma “volver adentro“, extraído del pensamiento de san Agustín, decía el fraile capuchino que en el momento en que nos amanecíamos por la mañana, sabemos que Dios está junto a nosotros: “en él nos movemos, respiramos y existimos”, como afirma san Pablo.
Nuestro espíritu también necesita despertar, como dicen las Escrituras: “¡Llegó la hora de despertaros de tu sueño!” Por eso, en esta Cuaresma, debemos proseguir en la búsqueda del Dios vivo.
dios vivo
El Dios “viviente” se define de este modo en la Biblia para distinguirlo de los ídolos, que son cosas muertas. Esta es una pelea épica en defensa del único Dios de Israel. La idolatría es la antítesis exacta del Dios vivo.
La lucha contra la idolatría, tristemente, no terminó, afirmó el Predicador. La idolatría todavía existe. Los ídolos acaban de cambiar de nombre, pero están mucho más presentes que jamás entre nosotros. ¡Cuántos “becerros de oro” acechan en nosotros!
En la idolatría, el hombre no “acepta” a Dios, sino se hace a sí mismo “dios”. Esta es asimismo la situación en Occidente. El ateísmo moderno comenzó con el popular dicho de Feuerbach: “No fue Dios quien creó al hombre a su imagen, sino que fue el hombre quien creó a Dios a su imagen”. Este “¡dios! es producido por la cabeza humana. Pero, ¿qué “dios” es este?
Ciertamente, dice fray Cantalamessa, no es el “Dios vivo de la Biblia”, sino su sustituto. El ateísmo moderno no guarda relación con el Dios de los cristianos. Pero -ha dicho- no estamos aquí hoy para charlar y batallar el ateísmo moderno, sino más bien para realizar un sendero de conversión personal, como sucedió con el apóstol Pablo, que de fariseo se realizó cristiano.
El pecado de la idolatría
El Espíritu Santo abre nuestros ojos al pecado de la idolatría y la impiedad. Así se efectúa el milagro siempre nuevo de la conversión: enderezar nuestros caminos y volver a Dios.
Si me pongo del lado de Dios, contra mi egoísmo, seré su aliado en la lucha contra el enemigo. Nuestro “yo” está destinado a morir. Pero esto no es una muerte, sino un nacimiento: “El que desee salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su historia por causa de mí, la salvará”.
El Predicador de la Casa Pontificia concluyó su tercera meditación cuaresmal aseverando: “Tal como muere el hombre viejo, nace el hombre nuevo, desarrollado, según Dios, en la justicia y en la verdadera santidad”. Que Dios nos asista a arrancar siempre un nuevo camino de vida, que es nuestra conversión.
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