Excapitán del Ejército de Corea del Sur es ordenado sacerdote

Cartagena, 16 de julio. 21 / 01:58 pm (ACI).- Fray Daniel Bae, de 46 años, excapitán del Ejército de Corea del Sur, fue ordenado sacerdote en el convento de Caravaca de la Cruz, en la diócesis de Cartagena, España, el pasado julio. 10 Pasaron 12 años desde el ejército hasta la ordenación como sacerdote carmelita en España.

Bae fue ordenado por el arzobispo Braulio Sáez, obispo socorrer retirado de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. “En un mundo que propone comodidades y que quiere desterrar a Dios, dado que un joven de Corea del Sur desee proseguir a Jesús es fundamento de alegría”, dijo monseñor Sáez durante la ordenación. “El sacerdote es capitán, ser capitán al estilo de Teresa de Jesús”, la santa responsable de la reforma de la Orden de los Carmelitas Descalzos.

El camino de fray Daniel hacia la vida religiosa en Carmelo Descalzo y después hacia el sacerdocio fue largo y asombroso.

Nativo de Corea del Sur, forma parte a la minoría católica del país, donde la gran mayoría son cristianos budistas o protestantes.

Contó un poco de su historia al sitio web de la diócesis de Cartagena, España.

“Mi familia es muy católica.

Primero fue mi abuela.

Pronto, toda la familia creyó en Jesús.

Además de esto, mi padre fué laico carmelita durante muchos años.

Recuerdo en el momento en que era niño, iba a la iglesia con toda la familia y rezábamos juntos en el hogar”.

En su juventud, sintió que podría tener vocación al sacerdocio, pero decidió alistarse en el ejército. “Sentí una inmensa atracción por esta forma de vida, aunque también en mi corazón acechaba el deseo de ser sacerdote”, ha dicho fray Daniel.

“Me gustaba esa nueva vida y deseaba ser general.

En ese mundo, traté de vivir como un óptimo cristiano, si bien en ocasiones no era fácil conciliar todo.

Por servirnos de un ejemplo, no podía proceder a misa todos y cada uno de los días y rezaba muy poco.

Pero, merced a Dios, nunca me olvidé del Señor y siempre y en todo momento experimenté su amor y cercanía”, ha dicho.

Daniel pasó casi 10 años en el ejército llegando a ser capitán de infantería.

Hasta que, un día, sintió la voz de Dios en su privacidad, diciéndole: “Daniel, ¿qué haces aquí? ¿Es más esencial para ti ser general y triunfar en la vida? Estas cosas no son tan importantes.

Todos ellos van a desaparecer en el mundo.

Debes trabajar para mí.

Pero no poseas miedo, estaré contigo para siempre”.

Le tomó tres años dejarlo todo.

Replanteó su historia y también inició un camino de discernimiento, acompañado de múltiples religiosos, hasta que en 2008 decidió dejar el ejército.

“Después de ese paso, viajé sola por múltiples países católicos de Europa a lo largo de un par de meses para aclarar mi sendero vocacional.

En ese instante conocí a un sacerdote dominico español en Corea y me animó a venir a esta tierra”, explicó.

Fray Daniel llegó a España hace 12 años.

No hablaba el idioma y no conocía a nadie.

A lo largo de su primer año en la localidad de Salamanca, aprendió español y prosiguió su proceso de discernimiento.

En 2010, de la mano de las Carmelitas Descalzas de Burgos, conoce a Carmelo Descalço.

“Tras una experiencia vocacional, entré en la red social del Aspirantado de Soria.

Allí viví un año, una época bella de mi vida, que me ayudó bastante a discernir mi vocación.

Todo era nuevo en mi vida.

Al año siguiente, con la convicción de que mi sendero era consagrarme al Señor en Carmelo Descalço y con el acompañamiento de mis formadores, me mandaron a Granada”, ha dicho.

Adjuntado con otros tres compañeros, el hermano Daniel estuvo dos años de postulantado durante los que estudió filosofía en la Facultad de Teología de Granada.

“Fue una experiencia muy rica y de desarrollo interior en la vida comunitaria”, ha dicho.

Logró su noviciado en el Deserto de las Palmas, en la provincia de Castellón: “A lo largo de ese período me enamoré aún más del carisma teresiano que me regaló el Señor, por el cual vivo mi vida cristiana y consagrada”.

En el final de esa etapa, hizo su primera profesión fácil.

En 2019 hizo su profesión solemne y fue destinado al convento de Caravaca de la Cruz.

El pasado 14 de noviembre fue ordenado diácono.

El sábado 10 de julio recibió la ordenación sacerdotal en el convento de Caravaca.

“Dios me llamó, a mí, un ser insignificante.

Debido a mi discapacidad, hubo muchas dificultades en el sendero para llegar aquí.

Pero, con la ayuda de Dios y de mis hermanos en la comunidad, sobreviví bien”, ha dicho.

En Carmelo Descalço, Daniel halló su hogar, la espiritualidad y el carisma con los que vive su vocación.

Es una historia de búsqueda y discernimiento.

A los 46 años, ahora puede ver hacia atrás con visión: “Anteriormente, yo era un soldado profesional.

Pero en este momento soy un soldado del Señor, tratando de llevar a cabo lo que Él quiere que lleve a cabo.

No es moco de pavo conocer la intención de Dios y, en muchos casos, los hombres la desconocen.

Exactamente la misma el apóstol Pablo, que persiguió a la Iglesia y se convirtió al llamado de Dios, jamás creí que mi vida cambiaría de esta manera.

Pero debo confesar que cada día veo mucho más claro que mi vida está en Carmelo Descalço”, dijo fray Daniel.

Animó a todos a discernir su vocación pese a las adversidades: “¿Habéis sentido alguna vez la llamada de Dios? No te decepciones de ninguna situación; si la llamada es genuina, te esperará una mano amiga”.

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