Ex niño soldado, sacerdote ahora quiere traer esperanza a cualquiera

OFICINA CENTRAL, 16 de julio. 21/04:16 pm (ACI).- El sacerdote católico Hables Mbikoyo, secuestrado y reclutado por un grupo armado cuando era niño, retornará a su tierra natal para llevar “esperanza a quienes la perdieron”.

Durante los últimos siete años, el padre Charles Mbikoyo ha estudiado filosofía en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. No obstante, su historia comienza en el presente Sudán del Sur, donde ingresó al seminario a la edad de 12 años, en 1988.

Sus estudios se vieron truncados un año después en el momento en que los rebeldes llamaron a su puerta en la mitad de la noche. “Era una voz fuerte”, recordó el padre Mbikoyo, quien ordenó a los seminaristas que se fuesen, dijo al programa de la cadena. Novedades de EWTN en profundidad.

Siendo conscientes de la cercanía de la amenaza de los conjuntos rebeldes, los seminaristas vacilaron en abrir la puerta. “Si no abríamos la puerta, simplemente nos destruirían junto con el edificio”, dijo el sacerdote.

Resignados, los seminaristas hicieron lo que les ordenaban los rebeldes, han tomado sus pertenencias y fueron llevados por ellos “para ser educados”. El futuro sacerdote Mbikoyo estaba siendo secuestrado, adjuntado con otros 40 pequeños y su decano.

“Lo primero que dijeron fue que a cualquiera que escapase lo matarían a balazos”, recordó. A lo largo de los siguientes tres meses, los niños se sometieron a un estricto entrenamiento militar. “Tuvimos que saltar como ranas. Debimos estudiar a evitar balas, aprender a disparar”, dijo el padre Mbikoyo. “La doctrina era: ‘El revólver es mi padre’. Se utiliza para todo. Lo que quiera conseguir, solo use el revólver”, añadió.

Según padare Mbikoyo, él y sus compañeros seminaristas “sencillamente se rindieron”. “Perdimos la esperanza de volver a casa. Perdimos la esperanza de volver a la escuela. Perdimos la esperanza de transformarnos en sacerdotes, que era nuestra intención inicial”, dijo.

Pero el rector del seminario se negó a ser liberado e insistió en quedarse con los chicos. “Las palabras del decano me dieron esperanza. Me hicieron entender que sí, hay un Dios que nos puede resguardar”, ha dicho el padre Mbikoyo.

Después de meses en cautiverio, encontró la forma de escapar con otros cuatro niños. Subsistieron a un viaje en el que aun debieron cruzar dos ríos, nadando entre peligrosos animales.

“En el momento en que escapamos, fuimos a un pueblo llamado Yei”, dijo. Allí reinició su capacitación en el seminario hasta que los rebeldes lo conminaron de nuevo. “Continuamos en el transcurso de un mes, pero pronto empezamos a escuchar rumores de que los rebeldes venían a capturar a Yei. Dijimos ‘no’. Si en algún momento nos vuelven a hallar. . . o nos matan o nos vuelven a llevar a luchar”, dijo el sacerdote.

Entrevista en EWTN con el p. Converses Mbikoyo (original en inglés)

La Cruz Roja “los salvó de vuelta a casa”, ha dicho, y el seminario se trasladó de Rimenze a Nzara para eludir a los rebeldes. “Aun de esta forma, nos hallaron y nos atacaron nuevamente”.

Fue entonces cuando el Padre Mbikoyo abandonó el país y se trasladó a la República Centroafricana. Tras vivir allí a lo largo de tres años, continuó su formación en Uganda.

“Estuve muchos años sin ver a mis padres, unos ocho o nueve años, por el hecho de que estaba en el exilio. Teníamos temor de que cuando volviéramos a casa nos tengan la posibilidad de reclutar”.

Al final fue ordenado sacerdote en 2007, después del final de la Segunda Guerra Civil de Sudán. “En el momento en que me transformé en sacerdote, dije: ‘Esta es una verdadera vocación’”, “porque, con todo ese sufrimiento, quizás dejé el seminario pensando que no era mi llamado. ¿Por qué razón en mi vida tuve que padecer tanto? Me di cuenta de que esa era mi vocación”, concluyó.

Tras terminar sus estudios en Roma, el Padre Mbikoyo se prepara para regresar a Sudán del Sur. “Mi país está en problemas y todos están traumatizados. Entonces, como sacerdote, cuando regrese, mi papel va a ser dar esperanza a aquellos que han perdido la promesa”, dijo.

Entre otras muchas cosas, espera usar su experiencia para el bien y ayudar a rehabilitar a otros pequeños soldados. “Los alentaré a abrazar su fe y seguir la vocación que cada uno elija”, cualquiera que sea, dijo.

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