¿Está superada la doctrina de Santo Tomás?

El 28 de enero, la Iglesia Católica festeja la memoria ritual de Santurrón Tomás de Aquino, presbítero y Doctor de la Iglesia. El fraile dominico, que vivió en el siglo XIII, es bien conocido por sus escritos filosóficos y teológicos que, por su profundidad en la defensa de la fe católica, le valieron el título de Doctor. Diríase que en el Concilio de Trento, que entre muchas otras causas tenía como objetivo batallar las herejías protestantes, se utilizaron 2 libros: La Sagrada Escritura, como debe ser, y la Summa Theologica de Beato Tomás. Tomás de Aquino también se cita extensamente en los documentos del Concilio Vaticano II y en abudancia en el Catecismo de la Iglesia Católica. Dada esta evidente influencia del enorme filósofo y teólogo medieval, se podría meditar que esta es una prueba de que la doctrina católica está atascada en el pasado, como aseguran varios críticos. Lo que nos lleva a preguntarnos si la doctrina de Santurrón Tomás está desfasada, no aportando nada relevante al planeta contemporáneo. La respuesta es instantánea: en modo alguno la doctrina del Santurrón Doctor está superada. Para justificar mi afirmación, quiero realizar 2 puntos primordiales de los varios que se podrían hacer.

Es claro que la doctrina de Santo Tomás es un reflejo de su tiempo, y como tal, sería irrealizable que algunas partes de su reflexión no estuviesen desactualizadas, dado que desde entonces se hicieron varios descubrimientos filosóficos, teológicos y científicos. el siglo XIII. Sin embargo, hay un elemento muy importante y atemporal en la doctrina tomista: la búsqueda de la realidad. Tomás de Aquino fue clarísimo en que la realidad es alcanzable mediante dos fuentes: la luz natural (de la razón) y la luz sobrehumano (de la fe). Opuestamente a lo que defienden los modernos y contemporáneos, para él no existe contradicción entre la fe y la razón. De hecho, “la fe y la razón forman como las dos alas por las que el espíritu humano se eleva a la contemplación de la realidad” (San Juan Pablo II, Fide et ratio).

La verdad no está desactualizada, en caso contrario no es verdad. Se puede objetar que no somos capaces de comprender toda la verdad, pero esa es una discusión para otro instante. Sobre el cariño a la verdad, que es el oficio de los sabios, termino con las palabras de Santurrón Tomás: […]. Tiene relación a la verdad divina pensada, que es la verdad por excelencia, cuando afirma: Mi boca publicará la verdad. Se refiere al desafío del error contrario a la realidad en el momento en que dice: Mis labios detestan la impiedad.” (suma contra los gentiles). Proteger la realidad y combatir el error es oficio de sabios.

Un segundo aspecto que deseo proponer para argumentar sobre la importancia de la doctrina tomista es el prominente interés que despierta su filosofía moral. Sobre este aspecto, el pensador italiano Battista Mondin testimonia: “Mientras escribía el Diccionario Enciclopédico del Pensamiento de Beato Tomás, tuve la posibilidad de revisar y documentar que la Iglesia Católica, por lo menos 2 tercios de su enseñanza en el campo de la Moral, casi textualmente los pensamientos y tesis de Beato Tomás. De hecho, las tesis del Doctor Angélico sobre el fin último, sobre la responsabilidad de las acciones humanas, sobre la independencia, sobre la conciencia, sobre la ley natural, etcétera., están siempre y en todo momento actuales”. (La grandeza y actualidad de Santo Tomás de Aquino. Bauru: EDUSC, 1998, págs. 11-12).

La filosofía moral tomista es un líder no solo para la ética católica, sino también para muchos filósofos contemporáneos, no siempre con objetivos religiosos. En este sentido, puedo refererir tres nombres como un ejemplo: John Finnis, Anthony Lisska y Alasdair MacIntyre. Finnis y Lisska vuelven a la doctrina de la ley natural de Beato Tomás, pero es de MacIntyre de quien tengo la propiedad de charlar, dado que lo estudié en mi maestría en filosofía. En líneas muy en general a los efectos de este artículo, lo que defiende MacIntyre es lo siguiente. Según él, la crisis ética que vive el planeta contemporáneo es el resultado de una elección equivocada que se hizo en la modernidad y que se consagró en la Ilustración: dejar la tradición filosófica en el campo de la moral que se instauró en la Antigüedad y en la Edad Media, y que estuvo protagonizada por 2 grandes genios de la raza humana, Aristóteles y Santurrón Tomás de Aquino. Esta tradición defendía una visión teleológica de la acción humana, es decir, la búsqueda de la realización humana en su fin supremo, la alegría. Siendo esto posible solo a través de las virtudes, el hábito de actuar siempre de acuerdo con la razón, eludiendo los extremos y siendo equilibrados en todas las acciones. Lo que MacIntyre defiende es precisamente una rehabilitación de la ética de la virtud, no en la integralidad de las proposiciones aristotélicas y tomistas, sino en la perspectiva teleológica de las virtudes.

Con esto observamos que estudiar a Santurrón Tomás no es cosa de eruditos que desean saber el pasado, ni de católicos tradicionalistas que están atrapados anteriormente. Muy a la inversa, el vigoroso pensamiento tomista trae muchas respuestas al planeta contemporáneo. Seguramente no encontraremos ningún tema discutido sobre ciberdelincuencia escrito por Aquinate, por obvias razones. Pero sin duda, encontraremos en sus líneas las razones por las que debemos respetar la dignidad del otro humano que comparte con nosotros su existencia física o virtual.

* Producto del Prof. A mí. Rafael Ferreira de Melo Brito da Silva