El secreto para reconciliar familia y misión
Fotografía: Daniel Mafra / cancaonova.com
“¡Uy de mí si no anuncio el Evangelio!(1 Co 9,16b). Sí, es urgente evangelizar al mundo entero, aun porque todo árbol que no dé fruto a su tiempo va a ser cortado. Por otra parte, “Cualquiera que desatiende a su familia, singularmente a los de su propia familia, es un renegado, peor que un infiel.(1 Tim 8,5).
Es decir, no puedo dejar de ser útil a mi familia, porque desatender a la familia es un pecado muy grave. Sin embargo, cada una de estas 2 tareas requiere un prominente grado de atención y compromiso. ¡Nuestro! ¿Cómo podemos conciliar todo? Cálmate, cálmate, nuestro Dios no es incoherente.
El Señor derrama gracias y da todo cuanto requerimos conforme asumimos y llevamos a cabo cada una de las misiones que nos encomienda. Los que tienen el don de predicar predicarán, como cantarán los que cantan. Al mismo tiempo, los que son llamados al celibato se vuelven célibes, y los que son llamados al matrimonio se casan y tienen hijos. Entonces, por servirnos de un ejemplo, si Dios te ha llamado a servir en la Iglesia y asimismo te ha llamado a tener una familia, puedes estar seguro que Él proveerá todo a fin de que logres conciliar estas dos metas y tantas más que Él te encomendará.
Algo que nunca debemos olvidar es que nuestro Dios es bueno y se preocupa por nosotros y los nuestros. Por consiguiente, debemos confiar en Él. Basados en esta verdad, tenemos la posibilidad de admitir el misterio de reconciliar familia y misión: El misterio de reconciliar familia y misión es querer a Dios más que a cualquier otra cosa. Sí, porque cuando dejamos que Dios sea Dios, Él ordena todas las cosas y nos ofrece toda la sabiduría, la fuerza y el amor que necesitamos para ser felices y plenos mientras que servimos en la Iglesia y servimos en la vivienda.
Conciliar familia y misión no es moco de pavo. No obstante, esos que continúan fieles a Dios y confían de forma ciega en Él, podrán construir y mantener una familia fuerte y feliz, mientras dan innumerables frutos en sus ministerios. A muchos de nosotros se nos critica por pasar bastante tiempo en la Iglesia, si bien seamos padre o madre de 2, 4, cinco, varios hijos de sangre. Sin embargo, tal vez estas personas nos critiquen pues no están siguiendo el “lógica del evangelio”, pero sí, hacen lo que les semeja mejor, hacen lo que la carne misma les manda.
Aquí vale decir que, si bien no estén de acuerdo los que se debilitan en la fe, ir a la iglesia es asimismo cuidar de nuestros hijos y de nuestro cónyuge, pues, participando activamente en la vida social, atraemos diversas gracias y quitamos distintos males. de nuestros hogares y de toda la sociedad. Además, en el sendero de la fe nos llega enseñanzas y pasamos por diferentes situaciones que nos hacen mejores y mucho más maduras personas.
Así, tenemos la posibilidad de comprender que ser Iglesia no nos aleja de la familia, solo nos hace amarla aún más. Llega un momento en que comprendemos que conformar y mantener una familia es asimismo un servicio que le rendimos a Dios. Un servicio fundamental. Por cierto, si formaste una familia, debes saber que este es tu mejor trabajo. No sé qué género de trabajo haces en la Iglesia, pero ten la seguridad de que tu familia es tu ministerio mucho más alto.
Es natural que, tras el matrimonio, el ritmo del sendero espiritual disminuya, pero este camino debe permanecer vivo y vigoroso, intenso y desafiante. Evidentemente, una persona joven o un individuo célibe puede dedicar considerablemente más tiempo y energía, pero no debemos sentirnos mal de que nuestras actividades comunitarias reduzcan después del matrimonio. Tras todo, el Cuerpo Místico de Cristo está compuesto no sólo por mí, sino más bien por todos los hermanos y hermanas. Lo que importa es que hagamos lo que hagamos en el lapso de los días: “Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor. Ya sea que vivamos o muramos, pertenecemos al Señor.(Rm 14,8). En otras expresiones, ya sea en el hogar o en la parroquia, ¡pertenecemos al Señor!
Como conclusión, los hermanos que tienen la gracia del matrimonio necesitan admitir una cosa: el sendero les pedirá muchas veces discernir entre sacrificar la familia o la Iglesia. Pero no poseas temor de estos pequeños y enormes dolores que son ciertos, porque forman parte de nuestra crianza y la de nuestros hijos. Estos dolores nos van a enseñar que feliz es el que se distribución al otro, vamos a aprender que lo más esencial es ganar el Cielo.
Personalmente, estoy casada y ahora tengo mi primer hijo. Tiene un año y 4 meses. Muchas veces me he enfrentado a esta bien difícil decisión: ¿sacrificar la familia o el trabajo en la Iglesia? Siempre y en todo momento es un pesar, pero Nuestro Señor Jesucristo nos comunica: “Después de haber sacado tus ovejas, ve enfrente de ellas; y las ovejas lo prosiguen, pues conocen su voz.” (Jn 10,4). Estas Expresiones me dan la seguridad de que si amo a Dios con mi corazón, si soy leal y seguro de mi decisión por Él, voy a saber cuándo sacrificar a mi familia y cuándo sacrificar a la Iglesia.
Que Nuestra Señora nos ilumine siempre, a fin de que podamos caminar siempre y en todo momento según el Espíritu del Señor. Amén.
Por Márcio Martins
Agradecimientos:
- Luiz Carlos Nunes – Voluntario – Revisión textual
Referencia:
- Biblia – Editora Ave-María
Esperamos que le gustara nuestro articulo El secreto para reconciliar familia y misión
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Santo