El rostro misericordioso de Dios en la Ordenación Rocinha

La Rocinha (RJ) – Hay situaciones y instantes que quedan grabados en la memoria y en el corazón y que se vuelven eternos e inolvidables. Este fue el segundo día de misiones en preparación a la Ordenación Diaconal de Fray Alan Maia de França Victor, quien este sábado dará un paso mucho más en respuesta a su llamado vocacional.

Al conocer a las familias de la Comunidade São José, ubicada en la parte de arriba de la Comunidade da Rocinha, en Río de Janeiro, el equipo misionero se encaró a situaciones fuertes y también inpensables, como entrar a la vivienda para dar una bendición y encontrarse con un difunto recién nacido señor, bendiga y rezar con jóvenes narcotraficantes poderosamente armados, dar la bendición y atar una cinta con la inscripción “Por un mundo de paz y bien” en el brazo de un hombre cuyo puño mantenía una ametralladora, conocer a la madre cuyo hijo había sido asesinado últimamente , para reunirse por un instante de adoración al Muy santo Sacramento mientras que hombres armados se paraban en frente de la puerta de la capilla. Al fin y al cabo, todas estas son ocasiones para las que no en todos los casos estamos preparados y que están alén del alcance de nuestra evangelización y misiones, pero que nos muestran exactamente lo que significa ser un iglesia saliente y centrado en las periferias sociales y existenciales de nuestros días.

No obstante, esta misión no fué única solo por las escenas y instantes descritos anteriormente. Quizás, considerablemente más fuerte e deslumbrante fue presenciar la realidad de la absoluta mayoría de esta red social, quienes no se fatigan de bajar y subir las innumerables escaleras y callejones, llevar y agarrar a sus hijos de las escuelas, cursos y estudios, suponiendo en un futuro mejor. Hallar a los padres de familia que van temprano al trabajo, intentando encontrar dignamente el pan de cada día. Ver la hermosura de la solidaridad de tantas personas que enseñan en la práctica el milagro de comunicar. Vive la alegría de tantos fieles que, de alegría, han llenado la iglesia para formar parte en las celebraciones del triduo preparatorio de fray Alan. Ver la alegría de la multitud ha acompañado con orgullo y promesa el sendero formativo del joven seminarista diocesano Alex Fonseca, tal como de nuestro fraile estudiante de Filosofía, fray Francisco Dalilson, hijos de esta red social. Encuentro para orar, comunicar y pensar con los jóvenes del catecumenado, quienes se han quedado con nosotros hasta altas horas de la noche porque creían en la relevancia de la fe en sus vidas. Ver a la gente llegar después de un largo día de trabajo y aún encontrar tiempo para dedicarse a la comunidad, ya que descubrieron que la verdadera alegría está en ofrecer y no solo en recibir. Sentir de primera mano lo que significa ser fraternidad entre el pueblo, insertos y participantes de la verdad específica de esta red social, que acoge a nuestros hermanos como verdaderos miembros de su familia, reafirmada en la incesante preocupación por la salud de Fr. Márcio Terra, que está hospitalizado.

Finalmente, esta misión vocacional nos está exponiendo el auténtico rostro misericordioso de Dios. Nos está mostrando qué específica es la fe y de qué forma puede dar sentido a nuestra vida diaria. Nos ha enseñado que ser hermano menor, ser siervo, ser diácono, es una misión que va más allá de la celebración eucarística, o mejor dicho, es una misión que hace de la vida y de lo cotidiano una auténtica Eucaristía, celebrada en el enorme y majestuosos altares de las imponentes catedrales, pero asimismo en las iglesias mucho más sencillas y escondidas, tal como en el altar sagrado del corazón y de la vida de la gente, de quienes realmente nos evangelizan y nos enseñan el verdadero significado de la palabra servicio.

Fray Diego Atalino de Melo