El Papa: un sacerdote no se aísla, sino que vive en comunión

El Papa: un sacerdote no se aísla, sino que vive en comunión

Son varias las amarguras que marcan la vida de un sacerdote cuya vocación es ser hombre de reconciliación.

Este es uno de los pensamientos del Papa contenidos en el alegato leído esta mañana por el Vicario del Papa para la diócesis de Roma, el cardenal Angelo De Donatis, en la liturgia penitencial con el clero de roma en la basílica de San Juan de Letrán.

Francisco no participó del tradicional encuentro por una “leve indisposición”.

Débora Donnini – Ciudad del Vaticano

Pueblo de esperanza, reconciliados que reconocen su amargura y se han transformado.

Es la exhortación que el Papa Francisco dirige al clero de la Diócesis de Roma, en el alegato leído, en la mañana de este jueves (27/02), por el cardenal vicario, Angelo De Donatis, en la Basílica de San Juan de Letrán, durante la clásico liturgia penitencial al inicio de la Cuaresma, en la que Francisco no participó por una “suave indisposición”, según la nota divulgada por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Toda la reflexión charla de la amargura que puede colarse en la vida de un sacerdote como un “enemigo sutil” que encuentra la manera de camuflarse como un parásito.

Se trata de la amargura en la relación de fe, con el obispo y entre hermanos.

No omnipotentes sino más bien pecadores perdonados

El Papa destaca que su pensamiento es el resultado, por un lado, de oír a ciertos seminaristas y sacerdotes italianos, pero sin referirse a ninguna situación concreta, mientras que, por otro lado, mira que la mayor parte de los curas todavía están contentos con sus vidas y piensan estas amarguras como normales.

De ahí que, afrontarlos nos ayuda a tomar contacto con nuestra humanidad y, afirma Francisco, “nos recuerda que, como sacerdotes, no nos encontramos llamados a ser omnipotentes, sino pecadores perdonados”.

“La espiritualidad de la queja”

En la raíz de la amargura en la relación de fe, observamos una esperanza desilusionada.

Una promesa probablemente cambiada por una expectativa.

“De hecho, la promesa cristiana no decepciona”, subraya el Papa, porque “esperar no es convencerse de que las cosas mejorarán, sino más bien de que todo lo que pasa tiene sentido a la luz de la Pascua”.

Para nutrirla, no obstante, es precisa una intensa vida de oración, colocándose “a la luz de la Palabra de Dios”.

“La verdadera protesta”, explica, no es “contra Dios, sino más bien ante él”, nacida de la confianza.

Esperanza cristiana, no expectación

Para reforzar en el sentido de la promesa, es necesario comprender la diferencia en la espera que nace en el momento en que”, mira Francisco, “luchamos”, intentando encontrar certezas, cuando el punto de referencia somos nosotros.

En cambio, la promesa aflora en el momento en que decides no defenderte mucho más y, como afirmaba el teatino Lorenzo Scupoli en su ‘Pelea espiritual’, hay que “desconfiar de uno mismo y confiar en Dios”.

Se basa en una coalición: que la vida plena prometida por Dios el día de la ordenación se realice “si vivo la Pascua y no si las cosas suceden como digo”.

Inconvenientes con el obispo

“Sin caer en el sitio común que culpa de todo a los superiores, porque de todos modos somos responsables, queda el hecho”, escribe el Papa, de que “muchas amarguras en la vida del sacerdote pasan por las omisiones de los pastores”.

No tiene que ver con disconformidades ineludibles sobre inconvenientes administrativos o estilos pastorales, sino más bien de 2 aspectos “desestabilizadores para los curas”.

Primero, lo que Francisco llama “un cierto origen autoritario blando”, cuando, por una “distinción”, la persona se inscribe entre los que reman en contra.

La segunda es la adhesión a iniciativas que corren el peligro de convertirse en “la medida de la comunión”, mientras que el “culto a las ideas” reemplaza lo esencial.

Rivalidad suplantada por supuesta lealtad

Para marcar la dirección adecuada, el Papa Francisco tiene relación a San Benito.

En la Regla recomienda que el abad consulte a toda la red social frente a una cuestión importante, pero asimismo que la resolución final recaiga en él, con prudencia y equidad.

La gran tentación del pastor es rodearse de “los suyos”, de “prójimos”; y de este modo, tristemente, la competencia real es suplantada por cierta presunta lealtad, sin distinguir entre aquéllos que complacen y los que recomiendan desinteresadamente.

Esto causa que la manada padezca bastante, frecuentemente aceptando sin expresar nada.

Sin embargo, los fieles tienen el derecho, ahora veces el deber, de expresar sus pensamientos sobre el bien de la Iglesia a los Pastores, como lo exige el Código de Derecho Canónico.

Precisamente, en este tiempo precario, la solución semeja ser el autoritarismo, “en el ámbito político o sea evidente”, pero el verdadero celo está en la equidad, no en la uniformidad, recuerda el Papa.

Amargura entre los curas

Una tercera causa de amargura en los curas puede provenir de problemas “entre nosotros”, apunta Francisco.

El sacerdote en los últimos tiempos ha sufrido “los golpes de los escándalos, económicos y sexuales” y el recelo ha hecho que las relaciones sean más frías y formales:

Ante los escándalos, el malvado nos tienta, empujándonos hacia una visión “donatista” de la Iglesia: ¡dentro los impecables, fuera los que yerran! Tenemos falsas concepciones de la Iglesia Militante, en una especie de puritanismo eclesiológico.

La Esposa de Cristo es y sigue siendo el campo en el que medra el trigo y la cizaña hasta la parusía.

Quien no se ha correspondiente de esta visión evangélica de la realidad se muestra a amarguras inefables y también inútiles.

No obstante, los pecados públicos y publicitados del clero hicieron que todos fueran mucho más precavidos y menos prestos a formar vínculos significativos, especialmente en lo relativo a comunicar la fe.

El pueblo de Dios espera personas que se reconcilien

Como conclusión, Francisco resalta que el pueblo de Dios “los conoce mejor que absolutamente nadie”:

Es muy respetuoso, sabe acompañar y cuidar de sus pastores.

Conoce nuestra amargura y pide al Señor por nosotros.

Unamos nuestras frases a las vuestras y pidamos al Señor que convierta nuestra amargura en agua fresca para su pueblo.

Solicitemos al Señor que nos dé la aptitud de admitir lo que nos amarga y de dejarnos editar, de ser personas reconciliadas que reconcilian, personas pacíficas que pacifican, llenas de promesa que infunden promesa.

El pueblo de Dios nos espera, profesores del espíritu, capaces de señalar pozos de agua dulce en la mitad del desierto.

Esperamos que le gustara nuestro articulo El Papa: un sacerdote no se aísla, sino que vive en comunión
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios