El Papa: Rezo por los ancianos que están solos y
Que el Señor esté cerca y dé fortaleza a nuestros abuelos y abuelas. Francisco ofreció este martes por la mañana una Misa por esta intención, celebrada vía streaming desde Casa Santa Marta. E invitó a comprender perdonar siempre, de corazón
NOTICIAS DEL VATICANO
El corazón del Papa es un corazón que mira a todos, cada día a alguien particularmente. Francisco dedicó la Misa en Casa Santa Marta, la mañana de este martes (17/03), a los ancianos que, en tiempos de restricciones por el coronavirus, están entre aquéllos que más que otros sufren la distancia de sus conocidos cercanos.
Hoy quisiera que recemos por los jubilados que sufren este momento de manera especial, con una soledad interior muy grande ahora ocasiones con mucho temor. Solicitemos al Señor que esté cerca de nuestros abuelos, de nuestras abuelas, de todos los ancianos y que les dé fuerzas. Nos dieron sabiduría, vida, historia. Nosotros asimismo nos aproximamos a ellos con la oración.
El Papa reza por los jubilados
La homilía está inspirada en el Evangelio y en el tema del perdón, lo que transporta a Pedro a preguntarle a Jesús con qué continuidad está permitido perdonar a los demás. No es fácil, reconoció Francisco, quien recordó que hay “gente que vive condenando a la gente”. Pero lo que Dios desea, ha dicho, es “ser magnánimo” y “perdonar, perdonar de corazón”. Ahora, el artículo de la homilía transcrito por Vatican News:
Jesús viene a realizar una catequesis sobre la unidad de los hermanos y termina con una hermosa palabra: les aseguro que si dos, dos o tres de vosotros les pongáis de acuerdo y pidáis una felicidad, les será concedida”. La unidad, la amistad, la paz entre hermanos atrae la benevolencia de Dios. Y Pedro hizo el interrogante: “Sí, pero ¿qué debemos realizar con la gente que nos ofenden? Si mi hermano comete culpa contra mí, me ofende, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Siete ocasiones?” Y Jesús responde con esa palabra que significa, en su lengua, “siempre y en todo momento”: “Setenta veces siete”. Uno siempre y en todo momento debe perdonar. Y no es fácil perdonar. Pues nuestro corazón egoísta siempre y en todo momento está apegado al odio, la venganza, los rencores. Todos hemos visto familias desgarradas por odios familiares que pasan de generación en generación. Hermanos que, ante el ataúd de un padre, no se saludan porque guardan viejos rencores. Parece que aferrarse al odio es mucho más fuerte que aferrarse al amor y este es precisamente el tesoro, por de esta manera decirlo, del demonio. Él siempre se pone en cuclillas entre nuestros resentimientos, entre nuestros odios y los hace crecer, los mantiene ahí para destruirlos. Destrúyelo todo. Y frecuentemente, por pequeñas cosas, destroza. Y este Dios que no vino a condenar, sino a perdonar, asimismo es destruido. Este Dios que es capaz de celebrar a un pecador que se aproxima y se olvida de todo. En el momento en que Dios disculpa, se olvida de todo el mal que hicimos. Alguien afirmará: “Es la enfermedad de Dios”. No posee memoria, es capaz de perder memoria en estos casos. Dios pierde la memoria de las feas historias de tantos pecadores, de nuestros errores. Perdónanos y continúa. Solo nos pide: “Haz lo mismo: aprende a perdonar”, no lleves adelante esta cruz infértil del odio, del rencor, “tú me lo devolverás”. Esta palabra no es ni cristiana ni humana. La generosidad de Jesús que nos enseña que para ingresar en el cielo hay que perdonar. De hecho, nos dice: “¿Vas a misa?”. – “Sí” – “Pero si cuando vas a Misa recuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, primero, no vengas a mí con amor por mí en una mano y odio a tu hermano en la otra”. Ama la rigidez. perdonar Excusa de corazón. Hay gente que vive condenando a la gente, comentando mal de la multitud, difamando de forma continua a sus compañeros de trabajo, difamando a los vecinos, a los familiares, por el hecho de que no excusan algo que les hicieron, o no excusan algo que no les gustó. Parece que la riqueza del demonio es esta: cultivar amor no perdonando, vivir apegado a no perdonar. Y el perdón es una condición para ingresar al cielo.
La parábola que nos comenta Jesús es muy clara: perdona. Que el Señor nos enseñe esta sabiduría del perdón que no es sencillo. Y hagamos una cosa: cuando vamos a confesarnos, vamos a recibir el sacramento de la reconciliación, primero preguntémonos: “¿Perdono?” Si siento que no perdono, no pretendas soliciar perdón, pues no serás perdonado. Pedir perdón significa perdonar. Los dos están juntos. No pueden separarse. Y el que solicita perdón para sí mismo como este señor, al que el jefe le disculpa todo pero no perdona a el resto, acabará como este señor. “De este modo tratará con vosotros mi Padre celestial, si todos nosotros no disculpa a su hermano de todo corazón.”
Que el Señor nos ayude a entender esto ahora bajar la cabeza, a no ser orgullosos, a ser magnánimos en el perdón. Por lo menos para perdonar “por interés”. ¿Como es viable? Sí: disculpa, pues si no perdono, no seré perdonado. Por lo menos eso. Pero siempre y en todo momento perdón.
Esperamos que le gustara nuestro articulo El Papa: Rezo por los ancianos que están solos y
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios