El Papa Pío XII y la Segunda Guerra Mundial

El Papa Pío XII y la Segunda Guerra Mundial

El historiador británico Anthony Rhodes aprovecha la persistente controversia sobre el papel que jugó el Papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, defendiendo al difunto pontífice contra las acusaciones de que no oró para socorrer a los judíos de los campos de exterminio nazis.

Rhodes examina el tema en su libro “El Vaticano en la era de los dictadores” y asegura que los sacrificios del Papa para asistir al sufrido pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial han sido probados más allá de toda duda, no solo a través de enormes donaciones, sino asimismo ocultando a muchos judíos y actuando dentro de las más nobles tradiciones dadivosas de la Iglesia Católica.

Pero la crítica a Pío XII por su conducta a lo largo de la guerra se basa en otros fundamentos. Estos críticos afirman que en el momento en que Hitler comenzó a implementar su “solución final”, a través del exterminio de los judíos desde 1942, el Papa debería haberse pronunciado públicamente contra el crimen nazi de genocidio, condenándolo ante el mundo.

Otros críticos se preguntan por qué razón el Papa no excomulgó a Hitler, un católico renegado. Al respecto, se relata la conversión mantenida por el pontífice con un sacerdote italiano, Don Pizza Scavizzi:

“De manera frecuente he planeado en la excomunión, para castigar el delito atroz del asesinato en masa ante los ojos de todo el mundo. Sin embargo, tras mucha oración y lágrimas, llegué a la conclusión de que mi condena, en lugar de contribuir a los judíos, podría progresar su situación. peor.” .

las justificaciones

“Sin duda una queja habría ganado la admiración y el respeto del mundo civilizado, pero habría sometido a los pobres judíos a las peores persecuciones”.

Rhodes describió la furiosa reacción nazi contra los judíos en 1942 en el momento en que los obispos católicos holandeses condenaron la persecución de los judíos en Alemania.

– “La reacción fue deportar aún más judíos, incluyendo los que se habían transformado al catolicismo” – dijo Rodas.

Cuando el arzobispo Cesare Oyenico, nuncio papal en Berlín, planteó el tema de los judíos a lo largo de una reunión con Hitler en el retiro montañoso del dictador en Berchtesgaden, Hitler se puso furioso. Empezó a tamborilear con los dedos sobre una ventana y de repente arrojó un jarrón de agua al suelo.

Ya en 1937, la Iglesia católica había dejado clara su actitud hacia Hitler. El Papa Pío XI escribió una encíclica en alemán: “Mit Brennender Sorge” (con candente tristeza), en el que condenó enérgicamente el nazismo como una nueva forma de paganismo, y describió a Hitler como “un profeta desquiciado poseído por una soberbia asquerosa”.

La Iglesia repudió el antisemitismo y Pío XI recordó a los católicos en 1938 que era incompatible con su fe.

– “Es un movimiento al que los cristianos no tenemos la posibilidad de unirnos. Espiritualmente, todos somos semitas” – dijo Pío XI.

Pío XI murió en 1939 y su Secretario de Estado, el Cardenal Pacelli, le sucedió en el Trono de San Pedro con el título de Pío XII, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Rhodes asegura que Pacelli había apoyado cada palabra de la encíclica “Mit Brennender Sorge”.

la neutralidad

No obstante, cuando han comenzado las hostilidades, como sucedió en la Primera Guerra Mundial, el Vaticano se abstuvo de intervenir directamente en el enfrentamiento. El Papa, con millones de católicos en los dos lados del conflicto, estaba sujeto a una política de neutralidad.

Esto significó que Pío XII tuvo que limitarse a ocupaciones humanitarias y caritativas en cada país perjudicado por la guerra, ideas diplomáticas secretas y pronunciamientos generales. Esto último de forma frecuente enfureció a los aliados occidentales que pensaban que el Papa no había dicho lo suficiente, y encolerizó a los nazis y fascistas que sintieron que el Papa había ido bastante lejos.

Según Pablo VI, entonces monseñor Montini, subsecretario de Estado del Vaticano, si su viejo jefe hubiera culpado públicamente a los nazis por matar judíos, esto habría causado “represalias y devastación”.

Ciertos católicos pueden estar preocupados por un informe del solicitado de negocios de los USA ante el Vaticano, Harold Tittman, que se cita en el libro de Rhodes. Tittman informó al Departamento de Estado en septiembre de 1942 que se había enterado por funcionarios del Vaticano que el Papa no condenaría abiertamente la “Solución final” de Hitler pues no deseaba empeorar la situación de los católicos en Alemania y los territorios ocupados por Alemania.

Sólo la Iglesia Católica protestó por la violación de la independencia por la parte de Hitler. Hasta el momento, jamás me había interesado la iglesia, pero el día de hoy siento una gran admiración por ella, que tuvo el coraje de pelear sola por la verdad espiritual y la independencia ética – Albert Einstein.

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Esperamos que le gustara nuestro articulo El Papa Pío XII y la Segunda Guerra Mundial
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