El Papa: honrar a los ancianos, reconocer su dignidad

El Papa: honrar a los ancianos, reconocer su dignidad

El Papa: honrar a los ancianos, reconocer su dignidad

En la audiencia general de este miércoles, Francisco mencionó que “promover en los jóvenes, si bien sea indirectamente, una actitud de suficiencia -e inclusive de desprecio- hacia la vejez, sus debilidades y sus precariedades, produce cosas horribles. Allana el camino para excesos inpensables”.

Mariangela Jaguraba – Vatican News

“Honrar al padre ya la madre: amor por la vida vivida” fue el tema de la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles (20/04), efectuada en la Plaza São Pedro.

Francisco continuó el ciclo de catequesis sobre la vejez, diciendo que “las experiencias de nuestra fragilidad, frente a ocasiones dramáticas ahora veces trágicas de la vida, tienen la posibilidad de acontecer en cualquier momento de la presencia. Sin embargo, en la vejez pueden causar menos impresión y también inducir una suerte de adicción, aun incomodidad, en el resto”.

Respetar y cuidar la vida de cualquier persona.

Según el Papa, “las lesiones mucho más graves de la infancia y la juventud causan un sentimiento de injusticia y rebeldía, una fuerza de reacción y de pelea. Por contra, las lesiones, aun las graves, de la vejez van inevitablemente acompañadas del sentimiento de que la vida no se contradice, porque ahora ha sido vivida”.

En la experiencia humana común, el amor -como se suele decir- es hacia abajo: no vuelve a la vida que está tras nosotros con exactamente la misma fuerza con la que se arroja en la vida que aún está por enfrente. En esto aparece también la gratuidad del amor: esto lo han sabido siempre y en todo momento los progenitores, esto lo aprenden próximamente los ancianos. Sin embargo, la revelación abre el sendero a una restitución diferente del amor: es el sendero para honrar a los que nos precedieron.

Según Francisco, no se habla solo de honrar al padre y a la madre, sino “a la generación y generaciones precedentes, cuya despedida también puede ser lenta y prolongada, creando un tiempo y un espacio de convivencia durable con el resto edades de la vida”. En otras expresiones, se trata de la vejez de la vida. Honor es buena palabra para describir este campo de restitución del amor que concierne a los ancianos. Hoy hemos redescubierto el término “dignidad” para indicar el valor del respeto y el precaución de la vida de cualquier persona. La dignidad aquí es esencialmente equivalente al honor”.

El desprecio que deshonra a los ancianos, nos deshonra a todos.

El Papa nos invitó a pensar en “esta bella declinación del amor que es el honor. El precaución de los enfermos, el sostén de los que no se bastan a sí mismos, la garantía del sustento, pueden carecer de honor. Falta honor en el momento en que el exceso de seguridad, en vez de expresarse como delicadeza y cariño, ternura y respeto, se transforma en aspereza y prevaricación. Cuando la desorientación es censurada y hasta castigada, tal y como si fuera una falta. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en una apertura para la broma y la agresión. Aun puede suceder en la vivienda, en las residencias de jubilados, tal como en las áreas de trabajo o en los espacios abiertos de la ciudad”.

Promover en los jóvenes, aunque sea de forma indirecta, una actitud de suficiencia -e inclusive de desprecio- hacia la vejez, sus debilidades y sus precariedades, produce cosas horribles. Allana el camino para excesos impensables. Los jóvenes que prenden fuego a la manta de un “mendigo”, considerándolo un desecho humano, son la punta del iceberg, esto es, del desprecio por una vida que, lejos de los atractivos e impulsos de la juventud, se presenta ahora como una vida de desecho. Este desprecio, que deshonra a los jubilados, de todos modos nos deshonra a todos.

Según el Papa, debemos prestar “el más destacable apoyo popular y cultural a quienes son sensibles a este modo decisiva de la “civilización del amor”. No es una cuestión de cosmética y cirugía plástica. A la inversa, es una cuestión de honor, que debe editar la educación de los jóvenes con relación a la vida y sus etapas”.

Descartar a los jubilados es un pecado grave

A continuación, Francisco invitó a los progenitores a acercar a sus hijos, niños, jóvenes y jubilados. Cuando el anciano esté enfermo, un tanto fuera de sí, que se le acerquen. Luego, el Papa contó una historia personal de cuando se encontraba en Buenos Aires y gozaba visitando asilos. Una vez le preguntó a una anciana: “¿Cuántos hijos tienes?”. – “Tengo 4, todos en matrimonio, con nietos…”, y empezó a charlar de su familia. “¿Y vienen?” – “¡Sí, siempre vienen!”.

Cuando el Papa salió de la habitación, la enfermera, que había escuchado la conversación, le dijo: “Padre, ella dijo una patraña para tapar a los pequeños. ¡Nadie ha venido en seis meses!” “Esto es descartar a los ancianos, es pensar que los jubilados son basura”, ha dicho Francisco, y añadió: Por favor, es un pecado grave. Este es el primer gran mandamiento, y el único que afirma la recompensa: “Honra a tu padre ahora tu madre y vas a ser de larga vida sobre la tierra”. Este mandamiento de honrar a los ancianos nos ofrece una bendición, que se gasta de este modo: “Tendrás una extendida vida”. Por favor protege a los ancianos, pues ellos son la existencia de la historia, la presencia de mi familia, y gracias a ellos estoy aquí, todos tenemos la posibilidad de decir: merced a ti, abuelo y abuela, estoy vivo. Por favor, no los dejes solos”.

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Cosas interesantes de saber el significado : Dios