El Papa: en la fiesta del Bautismo de Jesús nos redescubrimos
“En la Fiesta del Bautismo de Jesús redescubrimos nuestro Bautismo. Como Jesús es el Hijo amado del Padre, asimismo nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Santo, entendemos que somos hijos amados, objeto de la complacencia de Dios, hermanos de tantos otros hermanos, investidos de una gran misión de testimoniar y comunicar a todos los hombres el amor sin límites del Padre”: ha dicho el Papa en el Ángelus de este domingo (01/12), fiesta del Bautismo del Señor
Raimundo de Lima – Localidad del Vaticano
“Que María Muy santa nos asista a entender poco a poco más el don del Bautismo y a vivirlo con coherencia en las ocasiones diarias”: fue el pedido del Papa a la Santísima Virgen, en el discurso que precedió a la oración mariana del Ángelus , al mediodía de este domingo (01/12), con cientos de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de São Pedro.
“Una vez más tuve la alegría de bautizar a unos niños, en la fiesta de el día de hoy del Bautismo del Señor. Oremos por ellos y sus familias”, dijo Francisco. En efecto, poco antes, el Santo Padre terminaba de comandar la Santa Misa en la Fiesta del Bautismo del Señor, celebrada en la Capilla Sixtina, con el rito del Bautismo de los niños: en conjunto, fueron 32 niños bautizados, 15 pequeñas y 17 chicos.
Dios es beato, sus caminos no son los nuestros
El Pontífice destacó que la liturgia del actual año nos propone el hecho del bautismo de Jesús contado por el Evangelio según san Mateo (3,13-17). El evangelista describe el diálogo entre Jesús, que pide el bautismo, y Juan Bautista, que quiere negarse a hacerlo y mira: «¿Necesito ser bautizado por ti y tú vienes a mí?»
El Beato Padre observó que esta resolución de Jesús sorprendió al Bautista: “en efecto, el Mesías no necesita ser purificado; es Él, en cambio, quien purifica. Pero Dios es el Beato, sus caminos no son los nuestros, y Jesús es el Sendero de Dios, un sendero impredecible”, destacó.
Jesús vino a sobrepasar la distancia entre el hombre y Dios
Juan había declarado que entre él y Jesús había una distancia abismal, insuperable. “No soy digno de quitarle las sandalias” (Mt 3,11), había dicho. “Pero el Hijo de Dios – prosiguió el Papa – vino exactamente a superar la distancia entre el hombre y Dios. Si Jesús es enteramente de Dios, asimismo es completamente del hombre, y reúne lo que estaba dividido”.
Por eso, explicó Francisco, Jesús responde a Juan: “Deja en este momento, por el hecho de que de esta forma nos conviene cumplir toda justicia”.
Solidaridad con el hombre frágil y pecador
“El Mesías solicita ser bautizado, a fin de que se cumpla toda justicia, esto es, el designio del Padre que pasa por el sendero de la obediencia filial y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador. Es el camino de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos”.
El Pontífice apuntó que el profeta Isaías también anuncia la justicia del Siervo de Dios, que hace su misión en el mundo con un estilo opuesto al espíritu mundano: «No gritará, no alzará la voz, no haga oír su voz en las calles, no quebrará la caña cascada, no apagará la mecha que titila” (42,2-3). Entonces el Pontífice añadió:
“Es la actitud de mansedumbre, sencillez, respeto, moderación y no alboroto, que también hoy se exige a los acólitos del Señor. En la acción misionera, la red social cristiana está llamada a salir al encuentro del resto, siempre y en todo momento proponiendo y no imponiendo, dando testimonio, distribuyendo la vida concreta de las personas”.
Testimoniar y anunciar el amor sin limites de Dios
Tan rápido como Jesús fue bautizado en el río Jordán, los cielos se abrieron y el Espíritu Beato descendió sobre Él como una paloma, mientras una voz resonaba desde lo prominente que afirmaba: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”, él resaltó el Papa citando el pasaje de Mt 3,17.
“En la Fiesta del Bautismo de Jesús redescubrimos nuestro Bautismo. Como Jesús es el Hijo amado del Padre, asimismo nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Beato, entendemos que somos hijos amados, objeto de la complacencia de Dios, hermanos de tantos otros hermanos, investidos de una gran misión de testimoniar y comunicar a todos los hombres el cariño sin límites del Padre.”
Al saludar a los diversos conjuntos de leales y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, tras la oración mariana, el Pontífice saludó, entre otros, a los jóvenes del Movimiento de los Focolares de Brasil, Colombia, Paraguay y Corea, que habían venido a Roma para un curso de capacitación a los cien años del nacimiento de la Sierva de Dios Chiara Lubich.
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