El Papa: Caer en la mundanalidad es apostasía lenta
En la homilía de la Misa en Casa Santa Marta, este jueves por la mañana, el Papa Francisco exhorta a estar alerta a la “caída con anestesia”, cuando se pierde de a poco la fidelidad a Dios
Débora Donnini – Ciudad del Vaticano
Dejarse deslizar de forma lenta en el pecado, relativizando las cosas y accediendo en “negociación” con los dioses del dinero, la vanidad y el orgullo. De lo que define como una “caída con anestesia”, el Papa pronunció su homilía en la Misa de esta mañana (13/02) en Casa Santa Marta, meditando sobre la historia del Rey Salomón.
La Primera Lectura de la Liturgia del día (1 Reyes 11, 4-13) “nos charla de la apostasía, por de esta forma decirlo, de Salomón”, que no fue leal al Señor, explicó Francisco. En verdad, cuando ahora era viejo, sus mujeres le hicieron “desviar su corazón” para seguir a otros dioses.
De joven, era muy intrépido, solicitaba al Señor solo sabiduría, y Dios lo hizo sabio, con lo que los jueces acudieron a él, así como la reina de Saba, África, con regalos, porque escucharon de su sabiduría. . “Se ve que esta mujer era un tanto filósofa y le hacía cuestiones difíciles”, dice el Papa, señalando que “Salomón salió victorioso de estas cuestiones” pues supo contestar.
la lenta apostasía
En aquella temporada, sigue Francisco, se podía tener más de una mujer, lo que no quiere decir -enseña- que fuera lícito ser “mujeriego”. El corazón de Salomón, no obstante, se debilitó no porque se hubiera casado con estas mujeres, podría haberlo hecho, sino más bien por el hecho de que las había elegido de otro pueblo, con otros dioses. Y Salomón entonces cayó en la “trampa” y se perdió en el momento en que una de las esposas le dijo que fuera a venerar a Camos o Melcom. Y también logró esto por todas las mujeres extranjeras que ofrecían sacrificios a sus dioses. En una palabra, “permitió todo, dejó de venerar al único Dios”. De un corazón desgastado por el exceso de aprecio por las mujeres, “el paganismo entró en su vida”. Así, apunta Francisco, aquel joven sabio que rezaba por sabiduría, cayó al punto de ser rechazado por el Señor.
“No fue una apostasía de un día para otro, fue una apostasía lenta”, enseña el Papa. También el rey David, su padre, a la verdad, había pecado – gravemente por lo menos un par de veces – pero pronto se arrepintió y pidió perdón: continuó fiel al Señor que lo guardó hasta el desenlace.
David lloró por ese pecado y por la desaparición de su hijo Absalón y cuando escapaba de él, se humilló pensando en su pecado, en el momento en que la gente lo insultaba. “Fue sagrado. Salomón no es un beato”, ha dicho. El Señor le había dado tantos dones, pero los había desperdiciado todos pues había dejado que su corazón se debilitara. No se habla –observa el Papa– de “pecado de una sola vez”, sino de “deslizamiento”.
Las mujeres han descarriado tu corazón, y el Señor te amonesta: “Has descarriado tu corazón”. Y esto pasa en nuestra vida. Ninguno de nosotros somos criminales, ninguno de nosotros comete enormes errores como lo logró David con la esposa de Urías, ninguno. Pero, ¿dónde está el riesgo? Dejándote mover de manera lenta por el hecho de que es una caída con anestesia, no te percatas, pero de forma lenta te deslizas, relativizas las cosas y pierdes la fidelidad a Dios. Estas mujeres eran de otros pueblos, tenían otros dioses, y cuántas veces nos olvidamos del Señor y entramos en negociaciones con otros dioses: dinero, vanidad, soberbia. Pero esto se hace de manera lenta y si no hay gracia de Dios, lo perdemos todo.
Precaución con la mundanalidad, no se puede estar bien con Dios y el diablo
Una vez más el Papa se remite al Salmo 105 (106) para subrayar que entremezclarse con los pueblos y aprender a actuar como ellos significa hacerse mundano, pagano:
Y para nosotros, este lento deslizamiento de la vida es hacia la mundanalidad, este es el pecado grave: “Todo el planeta lo hace, pero sí, no hay problema, sí, no es muy ideal, pero…”. Estas expresiones nos justifican al precio de perder la lealtad al único Dios. Son ídolos modernos. Pensemos en este pecado de mundanalidad. De perder la vericidad del Evangelio. Lo auténtico de la Palabra de Dios, de perder el amor de este Dios que dio su vida por nosotros. Uno no puede estar bien con Dios y el demonio. Esto es lo que decimos todos cuando charlamos de una persona que es un poco así: “Está bien con Dios y con el demonio”. Perdió su lealtad.
El cariño de Dios nos detendrá
Y, en la práctica, continúa, significa no ser leal “ni a Dios ni al diablo”. En conclusión, el Papa nos exhorta a pedir al Señor la gracia de detenernos cuando entendemos que el corazón empieza a desfallecer:
Pensemos en este pecado de Salomón, pensemos en cómo cayó aquel sabio Salomón, bendito del Señor, con toda la herencia de su padre David, cómo cayó poco a poco, indiferente a esta idolatría, a esta mundanalidad y el reino fue quitado de él. Pidamos al Señor la gracia de entender cuando nuestro corazón empieza a debilitarse y a resbalar, a detenernos. Va a ser Su felicidad y Su amor detenernos si le oramos.
Esperamos que le gustara nuestro articulo El Papa: Caer en la mundanalidad es apostasía lenta
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