El misterio de la Trinidad en sí mismo y para la salvación humana

El misterio de la Trinidad en sí mismo y para la salvación humana

El secreto de la Trinidad en sí y para la salvación humana

Trinidad

El Misterio Trinitario es envolvente en sí mismo, excediendo a todo ser viviente, y nos es dado asimismo a nosotros para nuestra salvación. Todo viene del Padre, pasa por el Hijo y se completa en el Espíritu Santo.

Dom Vital Corbellini, obispo de Marabá – PA

Después de Pascua y Pentecostés, la Iglesia festejará, el próximo domingo, el misterio de la Muy santa Trinidad. Glorificamos al Dios Triuno por sus maravillas dadas a los humanos. El Misterio Trinitario es envolvente en sí mismo, sobrepasando a todo ser viviente, y nos es dado también a nosotros para nuestra salvación. Todo proviene del Padre, pasa por el Hijo y se completa en el Espíritu Santurrón. No son tres dioses, sino un Dios en tres personas. Está claro que desde el principio, los cristianos se distinguieron de judíos y paganos por su fe en la Muy santa Trinidad, en tanto que fueron bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santurrón (cf. monte 28.19). Esta fe bautismal tenía sus raíces en la experiencia pascual de las comunidades primitivas en la persona de Jesús de Nazaret, que unido al Padre y al Espíritu Beato, habló representando a su Padre, logró su intención y murió por la salvación de la raza humana. .[1]. A continuación presentamos una visión del misterio de la Muy santa Trinidad desde los primeros escritores cristianos, los progenitores de la Iglesia, del secreto mismo, único y como se da para nuestra salvación.

Bendito sea Dios por la hora del calvario

San Policarpo, obispo de Esmirna, siglo II, ofreció una oración a la Santísima Trinidad antes de su martirio, bendiciendo a Dios Padre por haberlo juzgado digno de ese momento y de tomar parte entre los mártires, y del cáliz de Cristo, por la resurrección de vida eterna del alma y del cuerpo, en la incorruptibilidad del Espíritu Santurrón[2]. La fe en la Muy santa Trinidad estuvo presente desde el comienzo del cristianismo, en los seguidores del Señor Jesucristo.

la liturgia dominical

San Justino de Roma, mártir del siglo II, confirmaba a las autoridades, a todos sus leales, a los catecúmenos, al pueblo que se preparaba para recibir los sacramentos de iniciación en la vida cristiana, que en la liturgia dominical, después las exhortaciones sobre las cosas de Dios y la necesidad de ayudar a los necesitados, los cristianos bendicen al Constructor de todas las cosas por todo lo que comen, por su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo[3].

Los artículos de fe

San Ireneo de Lyon, obispo de los siglos II y III, subrayaba la fe cristiana en sus artículos pronunciados en la red social. Se profesa que Dios el Padre es el Dios increado, invisible, único, creador del cosmos. Este es el primer artículo de fe. La segunda se refería al Verbo de Dios, Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Señor, que se apareció a los profetas según la economía dispuesta por el Padre. Mediante Él, el universo fue desarrollado. Se realizó hombre entre los hombres para eliminar la muerte, para manifestar la vida, para volver a poner la comunión entre Dios y los hombres, y en el final de los tiempos va a venir en juicio y reunirá todas las cosas. El tercer artículo se refería al Espíritu Santo, cuyo poder fue comunicado por los profetas y los padres fueron instruidos en relación al mismo Espíritu, que en el final de los tiempos renovará a los humanos para Dios.[4].

unidad en trinidad

Tertuliano, un sacerdote africano en los siglos segundo y tercero, afirmó la unidad en la trinidad. Se opuso a Práxeas, que afirmaba que el padecimiento no se le daba al Hijo, sino al Padre, puesto que para él si el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre, era el Padre quien padecía y no el Padre. . Tertuliano afirmará que la pasión fue asumida por la segunda persona, Jesucristo. Por tanto, Tertuliano confirmaba la unidad en Dios, que se da en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es unidad en substancia, tal es así que hay un solo Dios, pero no solo una Persona, en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Beato. Tertuliano aseveró que las tres Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santurrón, no se tienen la posibilidad de ver en condición, sino en grado; no en sustancia, sino más bien en forma; no en poder, sino más bien en aspecto, en una substancia, una condición y un poder, al tiempo que Él es un Dios, de donde se reconocen estos grados, formas y aspectos, bajo el nombre de Padre, Hijo y Espíritu Beato.[5].

Dios como un secreto incomprensible

Orígenes, sacerdote de los siglos II y III, confirmaba a Dios como misterio. Dios es incomprensible e inalcanzable por el conocimiento. Si hay algo que comprender acerca de Dios, debemos creer que Dios está más allá de lo que tenemos la posibilidad de juzgar de él en muchos sentidos. Dios supera todas y cada una de las cosas en belleza y excelencia, de una manera indecible y también incomprensible. Su naturaleza no puede ser captada de ninguna forma por la mucho más pura y clara sabiduría humana.[6].

Una divinidad y unidad de personas

San Ambrosio, obispo de Milán en el siglo IV, aseveró que hay una sola divinidad y unidad de personas, diciendo que el Padre es uno, el Hijo es uno y el Espíritu Beato es uno. Las peculiaridades de las Personas divinas son importantes, pues el Padre no es el Hijo y el Hijo no es el Padre y el Espíritu Beato no es el Padre ni el Hijo, tal es así que una Persona es el Padre, la otra es el Hijo y otra es el Espíritu Beato. La grandeza de la sustancia divina se prolonga sin medida. La Trinidad no conoce límites, como no posee fronteras, ni se puede medir, no posee dimensiones, pues ningún espacio la puede circunscribir, ningún pensamiento la puede abrazar, ningún cálculo la puede evaluar, ningún tiempo la puede cambiar.[7].

La presencia del único Dios, Salvador

San Atanasio, obispo de Alejandría, en el siglo IV, tenía presente, contra los paganos y contra los arrianos, la presencia de un solo Dios, por el hecho de que no es posible imaginar la existencia de otro dios, sino más bien del Dios verdadero, Padre de Cristo y de él procede el Espíritu Beato. Exactamente el mismo Señor Jesús confirmó las expresiones de Moisés, que el Señor Dios es uno (cf. Mc 12,29; cfr. fecha 6,4) y hay también otra afirmación dada por el Señor que dio gloria al Padre, Señor del cielo y de la tierra (cf. monte 11.25; L.c. 10.21). De esta forma, la fe cristiana asegura la no vida de otro dios, sino más bien de un solo Dios, que es Señor del cielo y de la tierra.[8].

Fe en la Trinidad de la Palabra de Dios

San Hilario, obispo de Poitiers, en el siglo IV, insistía contra los arrianos, que negaban la divinidad del Verbo, en su preexistencia, que nuestra fe en Dios Uno y Trino nos es ofrecida también por la Palabra de Dios . La fe de los leales y la confesión del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo corresponden a las doctrinas evangélicas y apostólicas, tal es así que no se admite algo en común con los herejes, porque rechazan la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. La búsqueda de la verdad ha de ser incesante en los fieles y en los pastores, para percibir en los herejes las sentencias contra la fe apostólica que profesamos, de qué forma engañan a los simples oyentes, cómo corrompen la fuerza de las palabras divinas.[9]. Para ello, era necesario asegurar la fe en el Dios único y trino.

El secreto de Dios sobrepasa la realidad humana

San Basilio, obispo de Cesarea, en el siglo IV, charlaba de Dios como un misterio que sobrepasa el pensamiento humano. Dios no ha de ser abarcado por conceptos anatómicos por el hecho de que no está circunscrito en la cabeza humana. La persona de fe afirma que el razonamiento humano jamás llegará al infinito. Es necesario pensar sobre Dios según su poder, sencillez de naturaleza, estar en todas partes y superarlo todo. Es intangible, invisible y escapa a la percepción humana. Nada sucede en Dios como nos sucede a nosotros. Este gran e infinito secreto hizo al hombre a su imagen y semejanza (cf. gn 1.28)[10].

La naturaleza de la Santísima Trinidad

Mesrop Mashtots, monje armenio, en el siglo V, tenía en cabeza la naturaleza y actividad de la Muy santa Trinidad. Una es la naturaleza, la esencia de la Muy santa Trinidad, pues de ninguna otra esencia deduce su ser. El Padre posee en sí el primer principio del Hijo increado y del Espíritu: es Dios y creador de toda creación aparente y también invisible. Se dice que es el principio por el hecho de que engendra al Hijo y es la fuente del Espíritu Santurrón. No hay otro creador fuera de la única Santísima Trinidad, su soberanía omnipotente. Cuando Dios charló, todo se encontraba constituido y las cosas existían (cf. SL 148.5). Él rige todo en el cielo y en la tierra con su providencia y su infinita sabiduría. Él es amor, es abundante en clemencia, en bondad en las manifestaciones de su gracia. Penetra todo conocimiento y toda sabiduría; su ser no posee principio, conoce los pensamientos de los corazones. La fe cristiana actúa la naturaleza y divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santurrón[11].

Una esencia y tres personas

San Agustín, obispo de Hipona en los siglos IV y V, aseveró que hay tres personas en la Trinidad y una esencia y un Dios. No hay nada de esa misma esencia fuera de la Trinidad. Según San Agustín, decimos tres personas con exactamente la misma esencia o tres personas con una sola esencia. Si en la realidad humana se puede decir que los tres hombres están hechos de exactamente la misma naturaleza y de una sola naturaleza, en la esencia de la Trinidad no probablemente halla otra persona sino más bien de la misma esencia. En Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo juntos no son una esencia mayor que el Padre solo o el Hijo solo, sino las personas son iguales a cada uno de ellos en particular. Así, San Agustín llevó a las personas a opinar en el Padre, el Hijo y el Espíritu Beato como un solo y único Dios, grande, omnipotente, bueno, justo, misericordioso, creador de todas y cada una de las cosas perceptibles e invisibles y todo cuanto se puede decir según a el intelecto humana[12].

En el final de su extraordinaria obra San Agustín tiene una oración a la Trinidad, donde se enumeran importantes consideraciones. Relata la fe en el Dios uno y trino, en el Señor Dios, Padre, Hijo y Espíritu Beato. Todo lo mencionado es viable merced al mandato del Hijo que mandó ir a bautizar a todos y cada uno de los pueblos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (cf. monte 28:19), para que el fiel sea bautizado en el nombre de la Trinidad. El bautismo se hace en el nombre del Dios uno y trino, con lo que no mandó a los leales que se bautizaran en el nombre de aquel que era el único Dios, realizado por el secreto en la Trinidad[13].

El misterio de Dios Uno y Trino sobrepasa la cabeza humana. ¡Nos chifla este misterio! Él vive en los corazones humanos. Él es ofrecido por nosotros y por nuestra salvación. Estamos llamados a vivir el misterio en nuestra vida y en cada momento. El planeta será mejor cuando alaben al Dios Uno y Trino, por el hecho de que la vida va a ser sobre la muerte, el cariño sobre el odio, pues Dios es uno, que se encuentra en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.

[1] Ver albaca studer, Trinidad. En: Nuovo Dizionario Patristico y también di Antichità Cristiane, directo de Angelo Di Berardino. Marietti, Genova-Milano, 2008, págs. 5467-5468.

[2] Ver Calvario de San Policarpo, 14, 1-2. En: Padres Apostólicos. Paulus, SP, 1995, págs. 152-153.

[3] Ver Me disculpo, 67.1-2. En: Justino de Roma. Paulus, SP, 1995, pág. 83.

[4] Ver Ireneo de Lyon, Demostración de la predicación apostólica, 6. Paulus, SP, 2014, págs. 75-76.

[5]Ver Prassea de control2. CCL 2. Ver asimismo: e-cristianismo.com.br/…/tertuliano-contra-praxeas.html?start=2.

[6] Ver orígenes, Tratado de Principios, 5. Paulus, SP, 2012, págs. 62-63.

[7] Ver ambrosio, Comentar en Vangelo di san Luca, 2, 12-13. En: Teología que le di al padrev. 1. Città Nuova Editrice, Roma, 1981, págs. 38-39.

[8] Ver contra los paganos, I, 6. En: Beato Atanasio. Paulus, SP, 2002, pág. 53.

[9] Ver San Hilario de Poitiers. Tratado de la Muy santa Trinidad 4.1. Paulus, SP, 2005, pág. 99

[10] Ver El origen del hombre. Primera homilía: a la imagen, 5. En: Basilio de Cesarea. Paulus, SP, 1998, págs. 46-52.

[11] Ver Mesrop, armenio, primer alegato. En: Teología que le di al padrev. 1, págs. 39-41.

[12] Ver San Agustín, la Trinidad, libro vii, capítulos 6,11-12. Paulus, SP, 1994, págs. 255-256.

[13] Ver Ídem, Libro XV, 51, capítulo 28, pág. 555.

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Esperamos que le gustara nuestro articulo El misterio de la Trinidad en sí mismo y para la salvación humana
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios