NOTICIAS

El arzobispo jubilado llama a las restricciones de la misa tradicional en latín del Papa Francisco “un paso atrás lamentable”

Se ve un sacramentario en el altar durante una misa tridentina tradicional el 18 de julio de 2021 en la iglesia St. Josaphat en el distrito de Queens de la ciudad de Nueva York. (Foto del CNS/Gregory A. Shemitz)

La Plata, Argentina, 26 de agosto de 2021 / 10:45 am (CNA).

El Arzobispo Héctor Rubén Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata, ha dicho que las restricciones a la Misa Tradicional en Latín en custodios tradicionales “supone un lamentable paso atrás”.

“El actual Pontífice afirma que desea llevar aún más lejos la búsqueda constante de la comunión eclesial (prólogo a custodios tradicionales) y para hacer efectivo este propósito, elimina la obra de sus predecesores poniendo límites y obstáculos arbitrarios a lo que ellos, con intención ecuménica intraeclesial y respeto a la libertad de los sacerdotes y fieles, establecieron! Promueve la comunión eclesial a la inversa. Las nuevas medidas implican un lamentable paso atrás”, escribió el arzobispo Aguer en un artículo del 23 de agosto.

El arzobispo emérito dijo que ahora está “en manos de los obispos diocesanos conceder la autorización para el uso” del Misal Romano de 1962, y así “todo vuelve a empezar, y es de temer que los obispos sean tacaños en concesión de permiso. Muchos obispos no son custodios tradicionalespero tradición es ignari (ignorante), olvidosi (olvidadizo), y peor aún tradición is evertores(destructores).”

Monseñor Aguer señaló la razonabilidad de exigir la aceptación de la validez del Vaticano II, la reforma litúrgica y el magisterio, pero cuestionó: “para quienes ya usaban la forma extraordinaria del Rito Romano, era la vigilancia ordinaria de los obispos y de los ¿La eventual corrección de los infractores no es suficiente? Sería necesario usar la caridad y la paciencia con los rebeldes”.

Para el arzobispo la limitación de lugares y días para celebrar según el Misal de 1962 “son restricciones injustas y desconsideradas”.

“Es curioso que mientras se promueve oficialmente una estructura ‘poliédrica’ de la Iglesia, con la facilidad que esta actitud implica para la propagación de disensos y errores contra la Tradición católica, se impone una uniformidad litúrgica que parece haber sido elegida únicamente contra esa Tradición”, dijo.

“Sé que muchos jóvenes de nuestras parroquias están hartos de los abusos litúrgicos que la jerarquía permite sin corregir; quieren una celebración eucarística que garantice una participación seria y profundamente religiosa. No hay nada ideológico en esta aspiración”.

Denunció que exigir a un sacerdote que ya dice la Misa Tradicional en Latín y que “la ha ejercido correctamente” volver a recibir el permiso, es “una artimaña para quitárselo”, y que “quizás no son pocos los obispos (nuevos obispos, por ejemplo) reacios a concederlo”.

Monseñor Aguer dijo que “todas las disposiciones de custodios tradicionales sería de buena gana que la Santa Sede atendiera lo que yo llamo la devastación de la liturgia, que se demuestra en múltiples casos”.

Señaló lo que dijo son experiencias comunes en Argentina: “En general, es bastante común que la celebración eucarística asuma un tono de banalidad, como si fuera una conversación que el sacerdote tiene con los fieles, y por lo cual el sacerdote la amistad es fundamental; en ciertos lugares se convierte en una especie de espectáculo presidido por el ‘animador’ que es el celebrante, y la Misa de los niños es una fiestita, como las fiestas de cumpleaños”.

“A los obispos no les preocupan estas realidades, pero se apresuran a reaccionar contra un sacerdote que con la mayor piedad celebra en latín: ‘está’ prohibido”, escribió el arzobispo.

El arzobispo Aguer lamentó que “la falta de corrección de los abusos lleva a la persuasión de que ‘así es la liturgia ahora’”.

“No se puede negar que la celebración eucarística ha perdido exactitud, solemnidad y belleza. Y el silencio ha desaparecido en muchos, muchos casos. La música sacra merecería un capítulo aparte”, agregó.

El Arzobispo Aguer nació en 1943 y fue ordenado sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires en 1972. Fue consagrado obispo en 1992 y se desempeñó como Obispo Auxiliar de Buenos Aires desde entonces hasta 1998.

En 1998 fue nombrado obispo coadjutor de La Plata, sucediendo como ordinario en 2000. Continuó como arzobispo de La Plata hasta su jubilación en 2018, a la edad de 75 años.

“Nunca he celebrado ‘la Misa antigua’, ni siquiera después del motu proprio Sumo Pontífice; Tendría que estudiar el rito, del que tengo lejanos recuerdos, habiendo servido como monaguillo”, apuntó en la apertura de su ensayo.

Agregó que mientras asistía a una Divina Liturgia de la Iglesia Ortodoxa Siria, notó “cierta semejanza con la Misa Solemne en latín, con diácono y subdiácono”.

El arzobispo dijo que “siempre ha celebrado, con la mayor devoción que puedo”, el Novus Ordo. Cantó la Plegaria Eucarística en latín en el Seminario Mayor St. Joseph y señaló que habían formado una schola de acuerdo con la recomendación de la constitución del Vaticano II sobre la liturgia, “que fue eliminada cuando me jubilé”.

A su retiro, el arzobispo Aguer fue sucedido por el arzobispo Víctor Manuel Fernández, considerado como el teólogo personal del Papa Francisco.

“Cabe recordar que es posible celebrar la Misa actualmente vigente en toda la Iglesia en latín”, señaló monseñor Aguer.

“Lamentablemente, la ‘ley particular’ parece estar prohibiendo el latín, como de hecho se hace. Si alguien se atreve a proponer celebrar en latín, se le considera un inadaptado, un troglodita imperdonable”.

Monseñor Aguer escribió que el latín “fue durante siglos el vínculo de unidad y comunicación en la Iglesia de Occidente. Hoy no solo está abandonada, sino también odiada. En los seminarios se descuida su estudio, precisamente porque no sirve para nada. Pasa desapercibido que así se cierra el acceso directo a los Padres de la Iglesia occidental, muy importante para los estudios teológicos: pienso, por ejemplo, en San Agustín y San León Magno, y en autores medievales como San Anselmo y San Bernardo. Esta situación me parece un signo de pobreza cultural y de ignorancia voluntaria”.

En la parte final de su artículo, el arzobispo Aguer decía que si bien, como motu proprio, custodios tradicionales no podía tener “efusiones pastorales”, podía sin embargo “haber sido presentado como signo de amor pastoral”.

“Parece que el juicio que la Iglesia está haciendo, en su más alto nivel de autoridad, sobre el curso de la vida eclesial, procede según dos pesos y dos medidas: la tolerancia, e incluso el aprecio e identificación, con las posiciones heterogéneas respecto a los grandes Tradición (‘progresistas’, como se les ha llamado), y distanciamiento o desagrado por personas o grupos que cultivan una posición ‘tradicional’”.

Monseñor Aguer concluyó: “Me acuerdo de la proposición que un famoso político argentino enunció brutalmente: ‘para los amigos, todo; para el enemigo, ni siquiera la justicia’”, en referencia a una declaración hecha en 1973 por Juan Perón, quien citaba favorablemente a Mao Zedong.

“Digo esto con el mayor respeto y amor, pero con un inmenso dolor”, escribió el arzobispo.

Botón volver arriba
Cerrar

Bloqueador de anuncios detectado

¡Considere apoyarnos desactivando su bloqueador de anuncios!