“El alarde solitario de nuestra naturaleza contaminada”

Detalle de “Asunción” (1617) de Guido Reni [WikiArt.org]

El mundo está en un montón de problemas en este momento. La pandemia de COVID-19, el malestar social y las próximas elecciones políticas compiten por nuestra atención. Parecería que nos queda poca atención para prestar a la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

Sin embargo, celebrar esta fiesta de nuestra Santísima Madre en medio de tantos problemas mundanos nos muestra la gran confrontación, a la vez cósmica en sus dimensiones y presente en todo corazón humano, entre la gracia y el pecado.

El poder del pecado es lo suficientemente claro para usarlo en estos días. Lo vemos a nuestro alrededor y en todos los medios. Los problemas del mundo actual representan una crisis existencial que todos debemos enfrentar, responder y vivir.

Ahora nos enfrentamos, una vez más, a la terrible destrucción provocada por el pecado. Y eso nos lleva, a su vez, a tener en cuenta nuestra naturaleza caída, un término que en tiempos mejores puede sonar engañosamente suave, pero que ahora nos golpea con toda su fuerza. Si bien no es creencia católica que el Pecado Original causó la corrupción total de la naturaleza humana, aun así, hemos caído, y hemos caído gravemente.

El Sacramento del Bautismo quita la “mancha” del Pecado Original, nos restaura a la gracia y nos hace hijos e hijas adoptivos de Dios. Pero nuestra inclinación hacia el pecado permanece. Todavía nos seduce, nos atrae, incluso nos seduce si no estamos atentos. Y cuando no estamos atentos y nos damos por vencidos, los resultados pueden ser aterradores.

La oscuridad que vemos a nuestro alrededor no se disipará pronto y, sin embargo, hay una luz pura que brilla en la oscuridad en este momento. En un momento en que la depravación de nuestra humanidad se manifiesta de manera tan dramática, el resplandor de la humanidad bendecida de la Santísima Virgen María se destaca aún más agudamente, atravesando la oscuridad del pecado y ofreciendo un faro de esperanza.

William Wordsworth en 1822 escribió un soneto titulado “La Virgen”, en el que elogió a María como “la jactancia solitaria de nuestra naturaleza contaminada”. Si los acontecimientos actuales nos muestran cuán corruptos podemos llegar a ser, la Asunción de la Santísima Virgen María nos recuerda las alturas exaltadas a las que Dios nos llama. Y nos recuerda el poder de Dios para cumplir su promesa de enriquecernos con sus dones de gracia.

El poeta Dante en su paraíso colocó palabras similares a las de Wordsworth en la boca de San Bernardo, quien oró de la siguiente manera (traducción de Laurence Binyon de La Liturgia de las Horas):

Doncella y Madre, hija de tu propio Hijo, más allá de todas las criaturas humildes y elevadas en alto, del diseño eterno la piedra angular

Tú eres la que glorificó la sustancia del hombre, de modo que su propio Hacedor no evitó ni siquiera ser hecho de su mortalidad.

Dentro de tu vientre se encendió el Amor nuevo Por generación de cuyo calor supremo Creció esta flor para florecer en la paz eterna.

Aquí eres para nosotros el pleno rayo del mediodía Del amor revelado: abajo, a la vista mortal, Esperanza, que siempre brota en corriente viva.

Señora, eres tan grande y tienes tal poder, que los que anhelan gracia, ni a ti reparan, su anhelo aun sin alas busca vuelo.

Tu caridad no sólo levanta a quien ora, sino que, en el gran exceso de tu generosidad, muchas veces incluso adelantas la oración.

En ti está la piedad, en ti la ternura, en ti la magnificencia, en ti la suma de todo lo que en la creación la mayoría puede bendecir.

La sublime belleza de estas palabras se explica por sí misma. La Santísima Virgen María se erige como la joya de la corona de la creación de Dios y como el modelo de lo que Dios puede hacer en la vida de aquellos que están dispuestos a ser llenos de su gracia. El Pecado Original fue un pecado de orgullo y un pecado de la carne, y en María Dios muestra su poder para triunfar sobre nuestro orgullo y autocomplacencia destructiva.

La clave para compartir la victoria de María, que es la victoria de su Hijo divino, es volverse humildes ante el Señor, algo que quizás no sea difícil de hacer cuando hemos sido tan humillados por los pecados de tantos en la Iglesia. . La Santísima Virgen misma da testimonio del papel crítico que juega la humildad en nuestra salvación en el Evangelio señalado para la Asunción, que incluye la Visitación de María a Isabel y su magníficatun canto de alabanza que en belleza y verdad supera las palabras de Dante, Wordsworth y todos los poetas de todos los tiempos:

Mi alma proclama la grandeza del Señor; mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador porque ha mirado con benevolencia a su humilde sierva.

Desde este día todas las generaciones me llamarán bienaventurada: el Todopoderoso ha hecho grandes cosas por mí y santo es su Nombre.

Él tiene misericordia de los que le temen en todas las generaciones.

Ha mostrado la fuerza de su brazo, y ha dispersado a los soberbios en su vanidad.

Ha derribado de sus tronos a los poderosos, y ha exaltado a los humildes.

Ha colmado de bienes a los hambrientos, ya los ricos los ha despedido vacíos.

Ha venido en ayuda de su siervo Israel porque se ha acordado de su promesa de misericordia, la promesa que hizo a nuestros padres, a Abraham y a sus hijos para siempre.

No hay “gracia barata”, y no habrá una resolución rápida a la crisis actual en el mundo que nos rodea. pero gracia voluntad triunfar, porque Cristo ha resucitado y ha vencido al pecado y a la muerte. Como prueba de su victoria, no necesitamos mirar más allá de nuestra Santísima Madre, que reina como Reina del Cielo y de la Tierra. Ella se preocupa por nosotros y nos ayudará, especialmente en esta hora tan oscura.

Que la radiante belleza de la Santísima Virgen María sea para nosotros fuente de esperanza y fortaleza para nosotros en estos días. Y que nunca dejemos de buscar su ayuda para enfrentar el pecado y sus consecuencias, esforzándonos por acercar a María a todos los hijos heridos y dispersos de María.

(Nota del editor: Este ensayo se publicó originalmente en CWR en una forma ligeramente diferente el 15 de agosto de 2018).