Descansa tu corazón en Dios y en Él hallarás fuerzas para proseguir la guerra.
No mucho más vivir tan triste y desanimado por tus problemas, quejándote tanto y hasta pensando que todo lo mencionado es intención de Dios.
Dios no está contento con el padecimiento de sus hijos, bastante menos planeó lo que pasas.
Confía en Él, entrégate sin reservas a Su clemencia.
Si el día de hoy lo que te angustia es el resultado de tus malas resoluciones, arrepiéntete, deja de continuar con este mal y pelea en Dios para arreglar estos fallos.
Dios todo lo puede y tiene el poder de hacerte libre.
Jesús pagó el precio con su propia vida en la cruz por amor a ti para devolverte tu felicidad.
Solicita la sabiduría necesaria para no actuar más en pos del mal, sino para ser de ahora en adelante sal y luz para tu prójimo.
¡Dios te bendiga a ti y a tu familia!
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