Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

“Dedicar/consagrar” un espacio a Dios es un rito de todas y cada una de las religiones: “reservar” un espacio a Dios, donde ofrecerle honor y gloria.

Cuando el emperador Constantino dio plena libertad a los cristianos (año 313), no escatimaron esfuerzos para crear santuarios al Señor. Por consiguiente, muchas iglesias fueron construidas en ese momento.

El mismo Emperador dio el ejemplo, haciendo crear una magnífica Basílica en el Monte Caelium en Roma, en el sitio del antiguo Palacio de Letrán, que el Papa Silvestre I había dedicado al Muy santo Salvador (318 o 324). Allí se construyó una capilla encargada de San Juan Bautista, que servía de baptisterio: en el siglo IX, el Papa Sergio III confirmó la advocación a Juan Bautista. Por último, en el siglo XII, el Papa Lucio II asimismo la dedicó a San Juan Evangelista. De ahí la denominación de Basílica Papal del Muy santo Salvador y de los Santurrones Juan Bautista y Evangelista Lateranense. La Basílica se considera por los cristianos como la primordial, la madre de todas las iglesias del mundo.

Durante los siglos, la Basílica fue destruida varias veces, pero siempre y en todo momento reconstruida: su última reconstrucción tuvo lugar bajo el Pontificado de Benedicto XIII, quien la volvió a consagrar en 1724. Desde entonces, la celebración que celebramos hoy se ha extendido a toda la cristiandad.

“Se aproximaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Allí halló comerciantes en el Templo de bueyes, ovejas y palomas, y mesas de cambistas. Conque logró un látigo con cuerdas y echó a todos fuera del templo, con sus ovejas y bueyes, esparció el dinero de los cambistas por el suelo y volcó las mesas. A los que vendían palomas les ha dicho: “Quitad esto de aquí y no hagáis de la vivienda de mi Padre una casa de comercio”. Sus acólitos, entonces, recordaron lo que está escrito: “El celo de tu casa me consume” (Sl 68,10). Los judíos le preguntaron: “¿Qué señal presentas para actuar de esta forma?”. Jesús les respondió: Nosotros destruisteis este templo y yo lo reconstruiré en tres días. Los judíos respondieron: “Este Templo fue construido en cuarenta y seis años, ¿y ustedes quieren edificarlo en tres días?” Pero Jesús se estaba refiriendo al templo de su Cuerpo. Después de su Resurrección, sus acólitos se acordaron de estas expresiones y creyeron en la Escritura y en la palabra de Jesús» (Jn 2,13-22).

punto de reunión

Las lecturas bíblicas, escogidas para esta celebración, se refieren al tema del “templo”. En el Viejo Testamento (primera lectura, Eze 47), el profeta Ezequiel, desde el exilio en Babilonia -fue cerca del año 592 aC-, trata de ayudar al pueblo a salir del desánimo, por no tener ya una tierra, ni un lugar para orar. Hace aparición su mensaje (primera lectura), en el que el profeta anuncia el día en que el pueblo adorará a su Dios en el nuevo Templo: rincón donde el hombre eleva su oración a Dios; donde Dios se aproxima al hombre, oyendo su oración y ayudándolo adondequiera que esté. ¡Por fin un espacio de acercamiento! De esta forma, el templo acepta el papel de Casa de Dios y Casa del Pueblo de Dios. De este templo, – dice el profeta, – ve correr agua: “Vi agua escapar del umbral del templo”: un agua, como don, que trae vida, bendición; un lugar donde se ejerce la justicia, la única capaz de sanar al pueblo.

Sal de aquí

Con ocasión de la Pascua, todo judío estaba obligado a subir a Jerusalén para prestar un cordero en sacrificio; tres semanas antes empezaba la “venta” de animales capaces para la ofrenda: los pobres ofrecían palomas (Lv 5,7). Los cambistas tenían la labor de recibir las “monedas romanas”, que se cambiarían por monedas acuñadas en Tiro: no era tanto una cuestión de ortodoxia religiosa, aunque de esta forma era. En la parte inferior, las monedas de Tiro asimismo llevaban una imagen pagana, pero tenían más plata, con lo que valían mucho más. Los supervisores de este “comercio” eran los sacerdotes del Templo, quienes, a cambio, siempre y en todo momento ganaban un poco. Este es el contexto que Jesús halló en el Templo, en especial en Hierón, el patio exterior del Templo, llamado el Patio de los Gentiles. El Templo mismo era el Naos o Santuario mencionado en Juan 2:19-21: “Logró un látigo con cuerdas y expulsó a todos del Templo”: con el látigo, Jesús pone fin a ese “comercio” presente en el Templo (Hierón); vuelca las mesas de los cambistas y echa a todos fuera (Cf. Ej 32: becerro de oro).“Quitad esto y no hagáis de la vivienda de mi Padre una vivienda de comercio”: palabras y acciones, que mencionan al profeta Zacarías, cuando comunica lo que va a suceder con la ida del Señor a la ciudad de Jerusalén: “En esos días, no va a haber mucho más traficantes (cananeo = comerciante) en la casa del Señor” (Zacarías 14:21).“¿Qué señal presentas para accionar de esta forma?… Tú destruiste este Templo y en tres días lo reconstruiré”. Los curas del Templo le preguntan a Jesús ¿con qué “autoridad” actuó de esta manera? Él respondió invitándolos a eliminar el Templo (Sin S) que lo reconstruiría. La contestación de Jesús no se refiere tanto al Templo, como a todo el edificio, sino más bien al verdadero y propio “Santuario”, donde Dios está presente. “Jesús se refería al templo de su Cuerpo”. Con la Pascua de Jesús -con su cuerpo destruido y resucitado- un nuevo cultoel culto al amor, en nuevo templo (Sin S), y el nuevo Templo es Él mismo. La resurrección fue el evento decisivo, que al final hizo que los acólitos tengan la posibilidad de entender y después el Espíritu Santo (Jo 14,26) les hizo recordar las cosas de una forma novedosa.

Jesús, nuevo templo

La fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán, que festejamos hoy, nos deja rememorar el camino del Pueblo y el celo incesante y fiel de Dios. Sin embargo, recordamos que hoy todos nosotros es “casa de Dios”, en Jesús Resucitado, por el hecho de que el Espíritu habita en mí, en cada uno de nosotros (1 Corintios 3.16). Por un lado, el fácil hecho de ser conscientes de ello nos lleva a loar al Señor y, por otro lado, a decir, en ocasiones en demasía: “Señor, no soy digno de que ingreses en mi casa…” (Mt 8.8), olvidando que Él ahora está en nosotros, nos acoge y nos ama, no como nos agradaría ser, sino más bien como somos, aquí y ahora. ¡Las distracciones, presentes en nosotros, desdibujan el rostro del Señor! En el momento en que aprendemos a tener la mirada fija en Jesús, el Autor y consumador de nuestra fe y de nuestra amistad con Él (Cf. Hebreos 12,1-4), entonces nuestro rostro resplandecerá con la luz que brota de un corazón “unido”. La estabilidad requerido no debe ser algo pasajero, sino más bien un camino de vida, un continuo entrar en nosotros, en vista de “morada del rey” (Cf. Castillo Interior, Santa Teresa de Ávila).

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Esperamos que le gustara nuestro articulo Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios