Cuando reza, la monja no va sola, sino que lleva
Cuando reza, la monja no va sola, sino que lleva
Escuche la entrevista con Sor Maria Juliana Cruz da Eucaristia, de Carmelo da Santa Face y también Pio XII en Tremembé – SP, con motivo de la Jornada Pro Orantibus.
Padre Arnaldo Rodrigues – Ciudad del Vaticano
Cuando reza, la monja no va sola, sino que transporta una multitud en su corazón y en su cabeza. Con estas palabras, Sor Maria Juliana Cruz da Eucaristia, del Carmelo da Santa Face e Pio XII en Tremembé – SP, habló de la riqueza de la vida contemplativa.
Destacamos también algunos mensajes de los últimos tres Papas sobre la vida contemplativa.
Papa Francisco
La oración misionera es una oración que logra unir a los hermanos y hermanas en las más variadas situaciones en que están, pidiendo que no les falte el cariño y la promesa. De esta forma afirmaba Santa Teresa del Niño Jesús: «Comprendí que solo el cariño hacía actuar a los miembros de la Iglesia y que, si el cariño se extinguiera, ni los apóstoles continuarían anunciando el Evangelio ni los mártires derramando su sangre; Comprendí que el cariño contiene todas y cada una de las vocaciones, que el amor lo es todo y que comprende todos los tiempos y sitios, en una palabra, que el amor es eterno (…): en el corazón de la Iglesia, Madre mía, seré amor» … De esta manera, vuestra vida en la clausura logra tener un alcance misionero y universal y “un papel fundamental en la vida de la Iglesia. Oren y también intercedan por tantos hermanos y hermanas en prisión, migrantes, asilados y perseguidos, por tantas familias lesiones, por personas sin trabajo, por los pobres, los enfermos, las víctimas de distintas adicciones.
La oración de súplica que se ofrece en nuestros monasterios, os sintonice con el Corazón de Jesús que pide al Padre que todos seamos uno; de esta manera va a creer el mundo (cf. Jn 17, 21). ¡Cuánta necesidad poseemos de la unidad en la Iglesia! Que todos seamos uno. ¡Tanto necesitamos que los bautizados sean uno, los consagrados que sean uno, los curas que sean uno, los obispos que sean uno! Hoy y siempre y en todo momento. Unidos en la fe. Unidos por la esperanza. Unidos por la caridad. En esta unidad que proviene de la comunión con Cristo, que nos une al Padre en el Espíritu y, en la Eucaristía, nos une unos a otros en este gran secreto que es la Iglesia. Les solicito, por favor, que oren bastante por la unidad de esta amada Iglesia peruana, que es tentada por la desunión. A nosotros les encomiendo la unidad, la unidad de la Iglesia, la unidad de los agentes pastorales, de la gente consagradas, del clero y de los obispos.
Papa Bento XVI
Si las expresiones de Pedro «¡Señor, es positivo que estemos aquí!» (Mt 17, 4) son muy significativos para todas y cada una la gente consagradas, pero adquieren una resonancia especial en la gente contemplativas que, en profunda comunión con todas las otras vocaciones de la vida cristiana, son «rayos de la única luz de Cristo que alumbra sobre el rostro de la Iglesia» y, «por su carisma específico, dedican buena parte de sus días a imitar a la Madre de Dios, que meditaba asiduamente en las expresiones y proyectos de su Hijo (cf. Lc 2, 19.51), y María de Betania que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra (cf. Lc 10,38)”. De esta manera, su vida «oculta con Cristo en Dios» (Col 3,3) se convierte en figura del amor incondicional del Señor. Para mí el vivir es Cristo» (Fil 1,21), y expresa el carácter omnicomprensivo que forma el dinamismo profundo de la vocación a la vida contemplativa.
Como hombres y mujeres que habitan la historia humana, los contemplativos, atraídos por el esplendor de Cristo, «el más bello de los hijos de los hombres» (Sal 45,3), se sitúan en el corazón de la Iglesia y de todo el mundo y hallan, en su búsqueda siempre inconclusa de la vida de Dios, primordial signo y método de la vericidad de su historia consagrada. San Benito, el padre del monacato occidental, resalta que el monje es aquel que busca a Dios durante su vida, y pide que el aspirante a la vida monástica sea verificado “si revera Deum quaerit – si verdaderamente busca a Dios”.
Juan Pablo II
Siguiendo a los contemplativos y místicos de siempre, seguid dando testimonio fuertemente y humildad de la dimensión trascendente de la persona humana, construída a semejanza de Dios y llamada a una vida de intimidad con él. San Agustín, en el final de meditaciones fabricadas igualmente con el corazón y el intelecto penetrante, nos certifica que la bienaventuranza del hombre está en esto: en la contemplación amorosa de Dios. Por eso, el nivel de pertenencia cariñosa al Señor, tanto a nivel personal como comunitario, es demasiado esencial. La densidad y el resplandor de vuestra vida “oculta en Dios” debe crear un inconveniente a los hombres y mujeres de hoy, debe crear un problema a los jóvenes que en tantas ocasiones buscan el sentido de la vida. Al encontraros o veros, todo visitante, invitado o que viene de retiro, debería poder decir o cuando menos sentir que ha encontrado a Dios, que ha experimentado una epifanía del Misterio de Dios que es Luz y Amor. Los tiempos que vivimos necesitan tanto de presentes como de apologistas. Sed, por vuestra parte, esos humildísimos y siempre y en todo momento transparentes presentes.
Representando a la tradición incesante de la Iglesia, permitidme aseguraros que vuestra vida no solo puede proclamar el Absoluto de Dios, sino que tiene una fuerza maravillosa y misteriosa de fecundidad espiritual (cf. Perfectae caritatis, n. 7). . ¿Por qué razón? Pues vuestra ofrenda de amor la completa Cristo mismo en su obra de Redención universal, un tanto como las olas que se derriten en el fondo del océano. Al veros, pienso en la Madre de Cristo, pienso en las santas mujeres del Evangelio, de pie junto a la Cruz del Señor y participantes de su muerte salvadora, pero asimismo mensajeras de su resurrección. Elegisteis vivir, o explicado de otra forma, Cristo les eligió para vivir con Él, su Secreto Pascual, a través del tiempo y del espacio. Todo cuanto sois, todo lo que hacéis cada día, ya sea el trabajo cantado o cantado, la celebración de la Eucaristía, el trabajo en celdas o en grupos fraternos, el respeto al encierro y al silencio, las mortificaciones escogidas o impuestas por regla, todo es asumida, santificada y usada por Cristo para la Redención de todo el mundo.
A fin de que no dudéis de esto, la Iglesia —en el nombre mismo de Cristo— un día tomó posesión de todas vuestras facultades de vivir y de querer. Era tu profesión monástica. Renuévalo muchas veces. Y, siguiendo el ejemplo de los beatos, consagraos, inmolaos cada vez más, sin siquiera intentar saber en qué empleará Dios vuestra colaboración. Si en la base de toda acción hay un fin y, por tanto, un límite, al final, la gratuidad de tu amor está en el origen de la fecundidad contemplativa. Me viene a la cabeza una comparación muy actualizada: quemas el planeta con el fuego de la verdad y el cariño revelados, como los técnicos atómicos encienden los cohetes espaciales: desde la distancia.
Esperamos que le gustara nuestro articulo Cuando reza, la monja no va sola, sino que lleva
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Dios