Consejos para cristianos sobre cómo responder a la decepción

La vida cristiana a veces puede sentirse como una montaña rusa cuando la esperanza y la fe chocan con una realidad inesperada. Cuando nuestras oraciones no son respondidas como deseábamos y nuestros sueños se hacen añicos, el resultado natural es la decepción. Jack Zavada examina “La respuesta cristiana a la decepción” y ofrece consejos prácticos para convertir la decepción en una dirección positiva, acercándolo más a Dios.

La respuesta cristiana a la decepción

Si eres cristiano, estás familiarizado con la desilusión. Todos nosotros, ya sean cristianos nuevos o creyentes de toda la vida, luchamos contra los sentimientos de desilusión cuando la vida sale mal. En el fondo, pensamos que seguir a Cristo debería darnos una inmunidad especial contra los problemas. Somos como Pedro, que trató de recordarle a Jesús: “Hemos dejado todo para seguirte”. (Marcos 10:28).

Tal vez no lo hemos dejado todo, pero hemos hecho algunos sacrificios dolorosos. ¿Eso no cuenta para algo? ¿No debería eso darnos un pase libre cuando se trata de decepciones?

Ya sabes la respuesta a eso. Mientras cada uno de nosotros lucha con sus propios contratiempos privados, la gente impía parece estar prosperando. Nos preguntamos por qué a ellos les va tan bien y a nosotros no. Nos abrimos camino a través de la pérdida y la decepción y nos preguntamos qué está pasando.

Hacer la pregunta correcta

Después de muchos años de dolor y frustración, finalmente me di cuenta de que la pregunta que debo hacerle a Dios no es “¿Por qué, Señor?” sino más bien, “¿Y ahora qué, Señor?”

Preguntar “¿Y ahora qué, Señor?” en lugar de “¿Por qué, Señor?” es una lección difícil de aprender. Es difícil hacer la pregunta correcta cuando te sientes decepcionado. Es difícil preguntar cuando tu corazón se está rompiendo. Es difícil preguntar “¿Y ahora qué?” cuando tus sueños se han hecho añicos.

Pero tu vida comenzará a cambiar cuando comiences a preguntarle a Dios: “¿Qué quieres que haga ahora, Señor?” Claro, todavía te sentirás enojado o desanimado por las decepciones, pero también descubrirás que Dios está ansioso por mostrarte lo que quiere que hagas a continuación. No solo eso, sino que te equipará con todo lo que necesitas para hacerlo.

Dónde llevar tus angustias

Ante los problemas, nuestra tendencia natural es no hacer la pregunta correcta. Nuestra tendencia natural es quejarnos. Desafortunadamente, quejarse de otras personas rara vez ayuda a resolver nuestros problemas. En cambio, tiende a alejar a la gente. Nadie quiere andar con una persona que tiene una perspectiva pesimista y autocompasivo de la vida.

Pero no podemos simplemente dejarlo pasar. Nosotros necesitar abrir nuestro corazón a alguien. La decepción es una carga demasiado pesada de llevar. Si dejamos que las desilusiones se acumulen, nos llevan al desánimo. Demasiado desánimo conduce a la desesperación. Dios no quiere eso para nosotros. En su gracia, Dios nos pide que le llevemos nuestras angustias.

Si otro cristiano le dice que está mal quejarse de Dios, simplemente envíe a esa persona a los Salmos. Muchos de ellos, como los Salmos 31, 102 y 109, son relatos poéticos de heridas y agravios. Dios escucha. Preferiría que le vaciáramos el corazón a que guardáramos esa amargura dentro. Él no se ofende por nuestro descontento.

Quejarse con Dios es sabio porque él es capaz de hacer algo al respecto, mientras que nuestros amigos y parientes pueden no serlo. Dios tiene el poder de cambiarnos a nosotros, nuestra situación, o ambos. Conoce todos los hechos y conoce el futuro. Él sabe exactamente lo que hay que hacer.

La respuesta a ‘¿Y ahora qué?’

Cuando derramamos nuestro dolor a Dios y encontramos el coraje para preguntarle, “¿Qué quieres que haga ahora Señor?” podemos esperar que responda. Comunicará a través de otra persona, nuestras circunstancias, instrucciones de él (muy pocas veces), oa través de su Palabra, la Biblia.

La Biblia es una guía tan importante que debemos sumergirnos en ella regularmente. Se llama la Palabra Viva de Dios porque sus verdades son constantes pero se aplican a nuestras situaciones cambiantes. Puede leer el mismo pasaje en diferentes momentos de su vida y obtener una respuesta diferente, una respuesta relevante, cada vez. Ese es Dios hablando a través de su Palabra.

Buscando la respuesta de Dios a “¿Y ahora qué?” nos ayuda a crecer en la fe. A través de la experiencia, aprendemos que Dios es digno de confianza. Él puede tomar nuestras desilusiones y trabajarlas para nuestro bien. Cuando eso sucede, llegamos a la asombrosa conclusión de que el Dios todopoderoso del universo está de nuestro lado.

No importa cuán dolorosa pueda ser su desilusión, la respuesta de Dios a su pregunta “¿Y ahora qué, Señor?” siempre comienza con este simple comando: “Confía en mí. Confía en mí”.

Jack Zavada es anfitrión de un sitio web cristiano para solteros. Nunca casado, Jack siente que las lecciones que ha aprendido con tanto esfuerzo pueden ayudar a otros solteros cristianos a darle sentido a sus vidas. Sus artículos y libros electrónicos ofrecen una gran esperanza y aliento. Para contactarlo o para obtener más información, visite la página de biografía de Jack.