Consagración seglar: un don, un desafío en la historia de hoy

El verdadero acercamiento con Jesús llena la vida del humano con su amor, hace vibrar de alegría el corazón y convierte para toda la vida a quien lo acoge.

Y es con este amor y ternura que nos llama a todos como lo hizo con el joven rico del Evangelio, amándonos mirándonos a los ojos y diciendo: “Solo te falta una cosa; anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y vas a tener tesoro en el cielo.

entonces ven y sígueme” (Mc 10,21) Son incontables los caminos que el Espíritu Santurrón provoca en la Iglesia para contestar a este llamado de Jesús y uno de ellos es la vida consagrada secular, que en la Iglesia ha de ser portadora de respuestas a las pretensiones del contexto histórico, social y cultural Ser secularmente consagrado es vivir el don de la entrega total a Dios, que es amor, en el planeta y para el mundo, en un estilo de vida que encarna los valores evangélicos en los ambientes donde se inserta, a través de la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.

La persona consagrada, que ejerce comunmente su profesión, cualquiera que sea, está llamada a ser sal y levadura, con una presencia reservada pero activa, con la capacidad de transformar la realidad en la que vive, señalando los caminos de Dios que señalan a lo escatológico.

dimensión y la construcción de su Reino.La gente consagradas tienen en María un modelo en el que inspirarse, puesto que ella supo llevar una vida similar a la de las mujeres de su tiempo, valorando y participando de las expresiones de la cultura de su pueblo , se dedicó a la administración de las cosas temporales que hacía todos los días, se comprometió a guiarlas siempre según el plan de Dios y realizó su misión desde su primer Sí, pasando por la cruz hasta el Cenáculo.

vida consagrada la felicidad de “no perder nunca el impulso de caminar por los caminos del mundo, la conciencia de que caminar, incluso ir con paso inseguro y cojeando, pues siempre y en todo momento es preferible que quedarse quieto, encerrado en las propias preguntas o certezas ” (Papa Francisco).

* Artículo de Daiane Sousa Misionero de la Inmaculada – Padre Kolbe