Si el día de hoy te encuentras sin fuerzas, abatido y sin promesa, el Señor viene a ti en contestación a tu mal.
No poseas miedo del mal que frecuentemente parece destruir todo lo que te circunda, el Señor es mucho más grande que todo, pase lo que pase, nada te va a pasar.
Alzad los ojos al cielo y contemplad al Dios que os ha creado para las cosas de arriba.
Seca esas lágrimas y prepárate en oración y confianza. Toma posesión de tu vida y de toda tu familia de que Jesús es el Señor y Salvador.
En Dios hallarás la victoria, todo cuanto hace es perfecto, no te quejes si lo que solicitas aún no fué contestado, todo tiene su tiempo.
Solo en Dios y en la intimidad de la oración vas a ver la bella obra que aparece en tu vida.
¡Dios te bendiga a ti y a tu familia!
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