Erika Augusto
São Paulo-SP) – Este lunes, 12 de junio, tuvo lugar el día 13 y último de la Trezena en honor a San Antonio en el Santuario de São Francisco, en el centro de São Paulo. Al inicio de la celebración, fray Gustavo Medella, predicador del actual año, preguntó a los presentes quiénes habían participado cada día. Muchos levantaron la mano y les agradeció su fidelidad. También recordó a doña Esmeralda, de 100 años, que se encontraba allí todos los días, pero el día de hoy no se presentó por una cita médica. La enorme fraternidad que se formó en estos días de Trezena se comprometió entonces a orar unos por otros en este día de clausura.
El tema de la día fue “San Antonio y Santa María: Motívennos a recorrer el sendero de una vida feliz”. En su homilía, fray Gustavo destacó la relevancia de la oración en estos 13 días, basada en la escucha atenta de la Palabra de Dios y en compartir la Eucaristía.
En cuanto al Evangelio del día, tomado de Mt 5, 1-12, las Bienaventuranzas, el fraile resaltó que la invitación llevada a cabo por Jesús no es una huida de los problemas y adversidades, sino más bien la seguridad de que caminando al lado del Señor, todo acabará. Bueno. “Es una tarea desafiante mantenerse online con esta felicidad profunda, después de todo, todos y cada uno de los días enfrentamos tantas luchas, poseemos expectativas frustradas y la realidad está muy lejos de nuestros sueños. De ahí que es requisito reforzar nuestra fe en las raíces de Dios, porque allí, como árboles que se mecen al viento y este movimiento fortalece sus raíces, que asimismo nosotros buscamos hallar en todos y cada dificultad que se presenta, una ocasión para hacer nuestra convicción. que vale la pena continuar a Jesús aún con más fuerza”, añadió.
El predicador recordó una frase de San Antonio, que explica lo que significa ser bienaventurado: “Bienaventurado el que tiene todo cuanto desea y no desea nada malo. Bienaventurado aquel a quien todo le sucede según sus deseos”. Y concluyó invitando a los presentes a recorrer el sendero de las Bienaventuranzas, siguiendo las huellas de Nuestra Señora y San Antonio. “Prosigamos sin temor sus advertencias que apuntan a Jesucristo, el sendero, la verdad y la vida. ¡Al cerrar esta Trezena, seamos conscientes de que el horizonte que tenemos ante nuestros ojos es amplio!”, exclamó.
A la hora del ofertorio, el fraile pidió a todos que formaran 2 filas en la nave lateral, hacia la reliquia de San Antonio, saludando al “maestro de la fiesta” de mañana. Se formó entonces una bella procesión, con muestras de cariño y respeto al beato de todo el pueblo.
En el final de la misa, fray Gustavo agradeció la existencia de todos en los días de Trezena y expresó su alegría por la predicación de estos días. “Es como dos amigos lejanos que se rencuentran”, dijo. Y, feliz, declaró que festejar estos días lo aproximó a Santo Antônio, “un cohermano, un amado amigo”, dijo. Los presentes asintieron con un enorme aplauso.