¿Cómo orar en momentos de gran angustia?
Una guía completa a fin de que sepas rezar en los instantes mucho más difíciles de tu vida
Los humanos tienen la tendencia, o bien a encerrarse en sí mismos y desesperarse, oa recurrir sin discernimiento a las “recetas terapéuticas” de moda. La angustia, ese sentimiento de abandono exacerbado y en el fondo del pozo, puede entonces conducir a desviaciones y ocasionar bastante daño en la vida de una persona. En estas ocasiones, volverse a Dios en oración es muy bueno. Pero, ¿cómo podemos realizar esto cuando disponemos pocas fuerzas y estamos dejados por Dios?
CLAMA AL CIELO
La santa mucho más grande de los tiempos modernos, Santa Teresa del Niño Jesús, dio una definición fácil de oración. Para ella es un “impulso del corazón”, una “fácil mirada al Cielo”, un “grito de gratitud y de amor en la mitad de la prueba como en la mitad de la alegría”. Rememorar esto es particularmente correspondiente cuando uno está angustiado y tiene poca paz y deseo de entrar en oración.
La Biblia nos charla de muchas ocasiones de angustia individual y colectiva, la del pueblo hebreo. Entre otros ejemplos, el libro de Tobías charla de la angustia de Sara. Se había casado siete veces. Pero cada vez, el demonio Asmodeus mató a todos sus maridos. Fue insultada de manera regular por un joven sirviente de su padre que la acusaba de matar a sus maridos (Tobías 3, 7-9). La angustia de Sara se enseña en el capítulo 3, versículo 11 de Tobías: “Ese día Sara lloró con gran pesar”.
Hippolyte Muaka Lusavu, en su folleto Frases para la curación, observa: “Es el alma la que está herida cuando nos vemos sacudidos por las molestias de la vida”.
Sara va al aposento alto de la casa de su padre para colgarse. Pero se da cuenta de que el acto que está a punto de cometer podría lograr que maten a su padre. Por ende, se regresa a Dios para pedir su propia muerte. Por ende, ella ora:
Dios de nuestros padres, bendito sea tu nombre. Tú, que tras enojarte, muestras clemencia y en medio de la tribulación disculpas los errores de los que te invocan. A ti me vuelvo, oh Señor, a ti alzo mis ojos. ¡Te suplico, Señor, que me liberes de las ataduras de este oprobio, o me quites de la tierra!
Tobías 3, 11-15
La oración de Sara se semeja a la de Job, que, humillado y angustiado, maldice el día de su nacimiento, pero nunca maldice a Dios, en quien sigue esperando a pesar de todo (Job, episodios 3 y 19).
RECHAZAR EL ESPÍRITU DE DESÁNIMO Y RECUPERAR LAS GRACIAS RECIBIDAS EN EL PASADO
Como las situaciones de angustia y angustia pueden durar mucho tiempo, existe una enorme tentación de cultivar un espíritu de complacencia con nuestra desesperación, y de permanecer en un estado de desánimo permanente y paralizante.
Sin embargo, como exhorta el padre Muaka Lusavu, “la mejor forma de sobrepasar la angustia es negarse a vivir en ella. Por lo tanto, es requisito hacer un deber firme para espantar de nosotros todo pensamiento de desánimo y toda parálisis en nuestras actitudes. A menudo es requisito, a lo largo de esta fase, estar acompañado a nivel emocional por un psicólogo o psiquiatra, pero asimismo, a nivel espiritual, por un sacerdote.
Cualquiera que sean las adversidades y los tormentos por los que estemos pasando, es posible mirar hacia adelante y crear un nuevo futuro. Para ello, requerimos lograr un cierto equilibrio psicológico y emocional, con asistencia y acompañamiento.
También tenemos la posibilidad de recordar, con la ayuda del Espíritu Beato, las gracias que recibimos en el pasado. Este recuerdo de acción de gracias nos ancla en la esperanza, pues recordamos que Dios quiere nuestra felicidad, que Él es nuestro pastor en quien podemos confiar.
El salmista canta esto reiteradamente, como en el Salmo 22, versículo 4:
Aunque pase por el valle oscuro, no temeré, por el hecho de que tú vas a estar conmigo. Tu vara y tu cayado me confortan.
Por consiguiente, leamos con frecuencia en voz alta los Cánticos de la Seguridad (como los Cánticos 22, 27 y 54) y estemos seguros de que la seguridad en Dios obra milagros. Por ejemplo, Pablo y Silas en la cárcel cantaron las maravillas de Dios. Entonces sus cadenas fueron rotas por la intención de Dios (Hechos 16:24-26).
INVOCANDO A LOS ARCÁNGELES Y A LA VIRGEN MARÍA
Jesús mismo experimentó la angustia en el Monte Getsemaní y en la Cruz, sintiendo intensamente el “abandono de Dios”. “Santo dios, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” chilló (Mt 27, 46).
En el Huerto de los Olivos, en el momento en que los apóstoles estaban todos dormidos, un ángel vino a consolarlo (Lc 22, 42-45). Recordemos esto: los ángeles desean asistirnos y consolarnos, pues tienen una enorme compasión por nosotros. En una situación de desesperación, acudamos al Ángel poderoso del Monte de los Olivos, el mismo que consoló a nuestro Salvador en su angustia.
Los arcángeles S. Miguel, S. Gabriel y S. Rafael asimismo actúan poderosamente contra los malos espíritus “que vagan por el mundo” y nos desaniman. El rosario de São Miguel o las oraciones de São Miguel son oraciones liberadoras para separarnos de todos los siervos del demonio.
Por último, el Santo Rosario, o sencillamente la invocación del beato nombre de Nuestra Señora, es también una poderosa oración de protección y liberación del mal y de toda forma de angustia.
Tras el Espíritu Santurrón, la Virgen María y los Arcángeles son nuestros ayudantes mucho más preciados en nuestras “batallas espirituales”.
MEDITA EN LA VICTORIA FINAL DEL BIEN SOBRE EL MAL… Y REDESCUBRIR LAS BENDICIONES
Dios no requiere adoradores, pero somos libres de adorarlo como Dios.
La angustia puede conducir a la tristeza y al olvido del propósito final de Dios: el triunfo final del Reino de Cristo, como se revela en el Apocalipsis. Meditar en el regreso de Cristo en gloria y en la Jerusalén celestial puede sembrar en nosotros la paz y la esperanza. Así, por el momento no estamos dirigidos en nuestro padecimiento, sino más bien en la victoria final de Cristo, y en un lugar donde desaparecerá todo dolor, que San Juan vio y relató en el Libro del Apocalipsis (21, 10-11).
Me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, revestida de la gloria de Dios. Su esplendor se parecía al de una piedra muy hermosa, como el jaspe cristalino.
Por último, puede ser reconfortante descubrir de nuevo las Bienaventuranzas, y ver la situación de hoy de angustia como fuente de mayor alegría espiritual. “Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados” (Mt 5,4).
OFRECER NUESTRAS ANGUSTIAS A DIOS Y COMPROMETERNOS A LUCHAR CONTRA EL MAL
Nuestra oración también puede ser una ofrenda a Dios por la salvación de las almas. Sugerir nuestra angustiosa situación a Dios es ofrecerle sentido, algo que es tan saludable para nosotros como para nuestro prójimo.
En este sentido, el sufrimiento se ofrece por la conversión de los pecadores o por la liberación de las ánimas del purgatorio. Este don de sí es ya una victoria sobre la angustia porque nos saca de un sentimiento de soledad intensa, al conectarnos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. En verdad, la angustia asimismo puede, con compromiso y mucha fuerza de intención, transformarse en una acción beneficiosa.
Fuente: Aleteia
Pío
Pío
Esperamos que le gustara nuestro articulo ¿Cómo orar en momentos de gran angustia?
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Biblia