Cantalamessa: la esperanza es el don más grande que la Iglesia
Este viernes 9, el Cardenal dirigió la segunda predicación de Adviento al Papa ahora la Curia Romana; “Promesa viva” fue el tema de reflexión
“Esperanza viva” fue el tema de la segunda predicación de Adviento que pronunció el cardenal Raniero Cantalamessa este viernes 9.
Al comienzo de esta segunda reflexión, el cardenal cita un pasaje del Salmo 24: “¡Oh puertas, levantad nuestros frontones! Elévense mucho más alto, puertas viejas, a fin de que entre el Rey de la gloria”.
El religioso mencionó que este versículo sería el hilo conductor de las meditaciones de Adviento, entendiendo como puertas a abrir las de las virtudes teologales: la fe, la promesa y la caridad.
“El templo de Jerusalén – leemos en los Hechos de los Apóstoles – tenía una puerta llamada “Porta Formosa” (Hch 3,2). El templo de Dios, que es nuestro corazón, también tiene una puerta “bella”, y es la puerta de la promesa. Esta es la puerta que hoy deseamos intentar abrir a Cristo que viene”, ha dicho.
muerte y promesa
Cantalamessa recordó que el Antiguo Testamento no tenía una contestación que dar sobre la muerte. Varios pensaban que la desaparición terminaba con la vida para toda la vida.
“Lo grande que distingue a Israel de todos los demás pueblos es que siguieron, a pesar de todo, suponiendo en la amabilidad y el cariño de su Dios. No atribuyó la muerte, como hacían los babilonios, a la envidia de la divinidad que se reserva sólo para sí la inmortalidad, sino al pecado del hombre (Gn 3), o sencillamente a la misma naturaleza mortal”, señaló.
En varias frases bíblicas, el cardenal resaltó que existía el deseo de la oportunidad de una relación con Dios más allá de la desaparición. El predicador afirmó que Jesús rápidamente sacó a la luz esta seguridad. “Él dio prueba irrefutable de esto, resucitando Él mismo de entre los fallecidos.”
“Después de Él, para el fiel, la muerte por el momento no es un aterrizaje, ¡sino un despegue!”, apuntó. Según el cardenal, pensar sobre la esperanza cristiana significa pensar sobre el sentido último de la existencia humana.
Vivir bien
Según el cardenal, una cosa es común a todos: el deseo de vivir y vivir “bien”. Sin embargo, en relación se busca comprender qué se comprende por “bien”, pronto se visualizan dos clases de personas: las que piensan solo en el bien material y personal y las que piensan asimismo en el bien ética y en todo, el tan -llamado “bien común”.”.
Sobre lo primero, Cantalamessa resaltó que el planeta no cambió bastante desde la temporada de Isaías y São Paulo. Los dos hacen referencia al dicho que corría en su tiempo: “Comamos y bebamos, que mañana vamos a morir” (Is 22,13; 1Cor 15,32).
“Más atrayente es tratar de comprender a quienes se ofrecen –por lo menos como ideal– “vivir bien” no sólo material y también individualmente, sino también moralmente y con los demás”, comentó.
El cardenal recordó que Jesús dijo: “¿De qué le sirve a alguien ganar el planeta entero, si acaba perdiéndose o arruinándose a sí mismo?”. (Lc 9,25). Cantalamessa fortalece que ahí está la contestación de la esperanza teológica:
“Nos afirma que Dios nos creó para vida, no para muerte; que Jesús vino a revelarnos la vida eterna ahora darnos la garantía de ella con su resurrección”.
La esperanza es un ancla y una candela
La esperanza teologal tiene un papel esencial que desempeñar en relación con la evangelización, reveló el cardenal. Cantalamessa destacó que uno de los factores determinantes en la rápida difusión de la fe fue el anuncio cristiano de un más allí interminablemente mucho más pleno y feliz en la tierra.
El predicador indicó que leyendo los cuentos siguientes a la Pascua, se tiene la sensación de que la Iglesia nació de un lema de “promesa viva” (1Pt 1,3) y, con esta promesa, se movieron para apoderarse el mundo.
También el día de hoy la raza humana necesita una regeneración de la promesa si quiere arrancar una nueva evangelización, descubrió el cardenal.
“Nada se hace sin promesa. Los hombres van donde respira el aire de la esperanza y huyen donde no perciben su presencia. La esperanza es lo que da valor a los jóvenes para conformar una familia o proseguir una vocación religiosa y sacerdotal, es lo que los aleja de las drogas y afines entregas a la desesperación”.
La Carta a los Hebreos equipara la esperanza con un ancla: “Es para nosotros como un ancla para el alma, segura y estable” (Hb 6,18-19). Seguro y firme, explicó Cantalamessa, pues arrojado a la eternidad.
Otra imagen de esperanza es la candela, recordó el cardenal. “Si el ancla es lo que da seguridad al barco y lo sostiene firme en la mitad de las olas del mar, la candela es, por contra, lo que lo realiza caminar y seguir en el mar. Ambas cosas hace la promesa con la barca de la Iglesia”.
alegato kerigmático
Para el predicador, los cristianos ya no deben dedicar su tiempo a proteger la promesa cristiana de los asaltos externos, sino más bien a anunciarla, ofrecerla y también irradiarla en el mundo. “Llevar a cabo de la esperanza un discurso no tanto apologético, sino mucho más kerigmático”, apuntó.
Cantalamessa señaló que una manera de hacer activa y contagiosa la esperanza es la formulada por San Pablo cuando afirma que “la caridad lo espera todo” (1Cor 13,7).
“La Iglesia todo lo espera, todo lo cree, todo lo apoya. No puede ponerse un límite a denunciar las opciones del mal que existen en el mundo y en la sociedad. Precisamente, no hay que descuidar el temor al castigo y al infierno y dejar de advertir a la gente sobre las opciones de daño que implica una acción o situación, como las lesiones ocasionadas al medio ambiente. La experiencia, no obstante, exhibe que se logra mucho más de manera positiva, insistiendo en las posibilidades del bien; en términos evangélicos, predicando la clemencia”, ha dicho.
Para el cardenal, el mundo moderno nunca se ha mostrado tan bien dispuesto hacia la Iglesia y tan interesado en su mensaje, como en los años del Concilio. Y la razón primordial es que el Concilio dio promesa.
Ofreciendo esperanza al mundo
Al final, el cardenal advirtió que la gran tentación contra la promesa es el temor a la ingenuidad.
“Debemos retomar la consigna de promesa iniciada por el Concilio. La eternidad es una medida demasiado amplia; nos permite esperar de todos, no dejar a absolutamente nadie sin esperanza”, destacó.
Cantalamessa resaltó que la Iglesia no puede ofrecer al mundo mejor regalo que ofrecerle promesa; no esperanzas humanas, efímeras, económicas o políticas, sobre las que no posee rivalidad específica, sino la esperanza pura y fácil, aquella que, aun sin conocerla, tiene como horizonte la eternidad y como garante a Jesucristo y su resurrección.
“Será entonces esta esperanza teologal la que sirva de estímulo a todas las otras lícitas esperanzas humanas”.
Fuente: Canção Nova
Pío
Pío
Esperamos que le gustara nuestro articulo Cantalamessa: la esperanza es el don más grande que la Iglesia
y todo lo relaciona a Dios , al Santo , nuestra iglesia para el Cristiano y Catolico .
Cosas interesantes de saber el significado : Biblia