Cantalamessa: “Cerca de la Cruz de Jesús estaba María, su

Cantalamessa: “Cerca de la Cruz de Jesús estaba María, su

“No basta quedarse cerca de la cruz, en el sufrimiento, y luego enmudecer. Lo que cuenta no es la cruz en sí, sino la de Cristo”. Tercera predicación de Cuaresma 2020 de fr. Raniero Cantalamessa a la Curia Romana

Jane Nogara – Ciudad del Vaticano

La tercera predicación de la Cuaresma 2020 de Fray Raniero Cantalamessa recuerda a María en el Martirio. La meditación mantiene su relato sobre la presencia de María en la cruz. Para esto recuerda las expresiones del discípulo Juan “a quien vio y por eso sabe que dice la realidad”.

María, al lado de su Hijo, “asistía a todo”. “Al lado de la cruz de Jesús estaban de pie su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena”. Sí, María estaba allí como ‘su madre’ y esto lo cambia todo, poniendo a María en una situación totalmente diferente. María escuchó los gritos: ‘¡Ese no, sino más bien Barrabás!’, miró el ecce homo, vio la carne de su carne golpeada, sangrando, coronada de espinas, semidesnuda ante la multitud, estremecida, estremecida por los escalofríos de la desaparición en la cruz”. A ella –sigue Cantalamessa– se le solicitó algo difícil: perdonar. Cuando escuchó al Hijo decir: ¡Padre, perdónalos! ¡No saben lo que están haciendo! (Lc 23,34), entendió lo que el Padre Celestial aguardaba de ella: que afirmara exactamente las mismas palabras desde su corazón: “¡Padre, perdónalos! ¡No tienen idea lo que están haciendo!”. Y ella las dijo. disculpó”.

“María fue tentada, como Jesús en el desierto, esto sucedió especialmente cerca de la cruz. Y fue una tentación muy profunda y dolorosa, pues fue provocada por el mismo Jesús”.

“María, no grites: ‘Baja de la cruz; ¡sálvate a ti ahora mí!’, sin embargo, es simple comprender cuán natural sería que semejantes pensamientos y deseos surgieran en el corazón de una madre. María está en silencio”. Parado en la cruz, María se une al sacrificio de su Hijo, con lo que no se encontraba “cerca de él, solo en un sentido físico y geográfico, sino también en un sentido espiritual”. “Él sufrió en su corazón lo que el Hijo sufrió en la carne. En esos momentos hay algo grande en común entre él y su madre: exactamente el mismo sufrimiento”.

De pie al lado de la cruz de Jesús

Pero, ¿qué es lo que significa mantenerse cerca de la cruz “de Jesús”? Fray Cantalamessa enseña: “No basta estar cerca de la cruz, en el sufrimiento, y después enmudecer. Lo que cuenta no es la cruz en sí, sino más bien la de Cristo. No es el hecho de sufrir, sino más bien de opinar, apropiándose de esta manera del padecimiento de Cristo. Lo primero es la fe. La mayor realidad de María al pie de la cruz fue su fe, mayor incluso que su sufrimiento”. El fraile concluye sus pensamientos sobre este tema aseverando: “Nuestra cruz no es salvación en sí misma, no es poder ni sabiduría. Se convierte en poder y sabiduría de Dios, ya que, acompañada de la fe, del carácter de Dios, nos une a la cruz de Cristo”.

“Aguardado Contra Toda Promesa”

“Pero en este momento debemos ampliar nuestro horizonte”, continúa el predicador. “La cruz de Cristo no es solo el instante de la muerte de Cristo, sino también el de su ‘glorificación’ y triunfo”. María en el Suplicio no es solo la ‘Madre de los Dolores’, sino que también es la Madre de la promesa’.Mater Spei‘, como lo invoca la Iglesia en uno de sus himnos”.

“Ella creía en esperar contra toda promesa. Aguardar contra toda promesa significa, sin tener por qué aguardar, en una situación humana de total desesperanza, proseguir aguardando únicamente por la palabra de esperanza pronunciada por Dios”.

Fray Cantalamessa piensa: “Como María estuvo cerca del Hijo crucificado, de esta manera la Iglesia está llamada a estar cerca de los crucificados de el día de hoy: los pobres, los que padecen, los humillados y los insultados. ¿Y cómo va a estar la Iglesia cerca de ellos? En la promesa, como María”. “Los hombres necesitan promesa para vivir, como el oxígeno para respirar. La Iglesia también necesita promesa para seguir su sendero por medio de la historia y no dejarse abrumar por los incidentes”.

virtudes teologales

“La esperanza”, prosigue el predicador, “fue y sigue siendo durante mucho tiempo la hermana pequeña y la prima pobre de las virtudes teologales. El poeta Charles Péguy tiene una bella imagen sobre esto. Dice que las tres virtudes teologales -fe, promesa y caridad- son como tres hermanas: 2 adultas y una niña. Pasean juntos por la calle tomados de la mano, los 2 grandes a los lados y la niña en el centro. La niña, como es natural, es la esperanza. Todo el que los ve dice: “¡Seguro que son los 2 adultos los que arrastran a la pequeña al centro!”. Se equivocan: es la niña Esperança la que arrastra a las dos hermanas, pues si se detiene la promesa, se detiene todo”.

Texto completo de la tercera reflexión de Fray Cantalamessa

Fray Cantalamessa advierte: “Pero hay que estar atento. La esperanza no es solo una hermosa y poética disposición interior que, por bien difícil que sea, termina por dejar a la persona inerte y sin tarea real, siendo, por esta razón, estéril. Por el contrario, aguardar significa descubrir que todavía hay algo por llevar a cabo, una labor por cumplir; que no nos encontramos, por consiguiente, condenados a la inutilidad ya la inercia paralizante”. Tenemos una tarea fundamental, debemos “aguantarlo todo con paciencia hasta el desenlace. Esta fue la gran ‘tarea’ que María completó mientras aguardaba en la cruz, y en esto ahora está lista para asistirnos también”.

Concluyendo su sermón, el predicador invita: “Dirijamos nuestra mirada, una vez más, a aquel que supo mantenerse al lado de la cruz, esperando contra toda esperanza”.

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