Camino de esperanza – un año del Vicariato de la Caridad

Hace casi un año, el 30 de noviembre de 2020, celebración de Santo André, nacía en nuestra Diócesis una nueva situación, la Vicaría Episcopal para la Caridad Popular. Los primeros días fueron como un niño aprendiendo a caminar, a comunicarse, a entender el ambiente y su realidad. Sin embargo, la pandemia logró que este niño próximamente necesitara hacerse joven, asumir su responsabilidad y su papel en la red social diocesana.

Me gusta bastante pensar en el Vicariato como un joven, porque los jóvenes tienen un corazón singularmente sensible a las llamadas de Dios, singularmente en la voz y el rostro de los mucho más pobres y excluidos. Nuestro joven asimismo conoció varias realidades y sintió la voz de Dios en su corazón frente tantas realidades. Caminando por los centros de nuestras ciudades, vi enormes y preciosos inmuebles, calles casi vacías por la pandemia, pero no completamente vacías. Se sorprendió cuando halló personas, incluso familias, que no tenían dónde vivir y que dormían en la calle. Caminando hacia los sitios mucho más lejanos, vi multitud de casas, los barrios mucho más populosos de nuestras ciudades. No obstante, se sorprendió al ver una gran diferencia: muchas comunidades sin saneamiento básico, con dificultades para abastecerse aun de agua potable.

En estos sitios donde vive tanta gente, no pude hallar parques ni sitios agradables para sentarse. Tocando de puerta en puerta, halló muchas familias necesitadas de comida, gas, ropa de abrigo y muchas otras cosas. Vi muchas mujeres jóvenes contentos, esperando la llegada de un hijo o una hija amado, pero que no tenía nada para acoger a este niño. Vio muchas familias peleando por asegurar la calidad de estudio de sus hijos que tenían que quedarse en casa, y que no en todos los casos tenían lo que precisaban para llevarlo a cabo. Caminando por ciudades y barrios, se impresionó al notar que hasta las iglesias parecían estar cerradas. ¡Pero tras una inspección mucho más cercana, descubrió algo fantástico! Siguiendo a una persona que vivía en la calle, quiso comprender a dónde iba, hasta que descubrió que había un oasis en ese desierto, el corazón de varios cristianos, hombres y mujeres, que no se cerraba ante los demás. Nuestro joven conoció a tantas personas que aceptaron el llamado a ser las manos, los pies y el corazón amoroso de Dios para los necesitados, llevando alimentos a los hambrientos, ofreciendo refugio a las personas sin hogar, ajuar a las mamás jóvenes, acompañamiento a las familias.

Fue entonces en el momento en que nuestro joven comenzó a trabajar y mucho! Contribuir a los conjuntos a estar comunicado, a llegar mucho más lejos. Fue crear networking a fin de que absolutamente nadie se quede atrás y todos se asistan entre sí. Descubrió el don que Dios ha derramado en el corazón de cada uno, es aún más precioso en el momento en que está unido a tantos otros que están presentes en nuestra familia diocesana. Me di cuenta de que nuestro sendero todavía está en el principio.

El día de hoy, este joven asimismo puedes ser tú, en el momento en que tiene ojos para ver el sufrimiento y las pretensiones del resto, cuando dona su tiempo, sus elementos, sus talentos para unir fuerzas con los varios hermanos y hermanas que están al servicio.

El Vicaría Episcopal para la Caridad Popular es comunión en la caridad. Las puertas están abiertas, el campo de trabajo es inmenso, ¡y apenas estamos comenzando!

*Artículo del P. Ryan Mathew HolkeVicario Episcopal para la Caridad Popular