Bendición de los Santos Óleos y Renovación de

Bendición de los Santos Óleos y Renovación de
Bendición de los Beatos Óleos y Renovación de las Promesas Sacerdotales
Fotografía: Thiago León
Nos encontramos caminando hacia la Pascua del Señor. Este año, en el mes de abril… la Iglesia celebra y vive la Semana Santa, donde viviremos con gran piedad los secretos de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Redentor Jesucristo. Son días en los que la liturgia nos transmite, pasito a pasito, los últimos acontecimientos de la vida terrena del Hijo de Dios entre nosotros. Cristo, Salvador de los hombres, es nuestra promesa, porque su victoria en la cruz es ante todo la victoria de la vida sobre la muerte. Gesto de amor a quienes, por el pecado, se separaron del rostro de Dios.
Antes de festejar los misterios centrales de la salvación, toda la comunidad diocesana, mucho más significativamente el clero, se unirá a su obispo para bendecir los Beatos Óleos y renovar las promesas sacerdotales. Llegamos al Jueves Santurrón, que nos introduce en el corazón del secreto pascual de Cristo. En las “Iglesias Catedrales”, por la mañana, poseemos la “Santa Misa de Confirmación”, exordio del Solemne Triduo Pascual, que empieza con la Misa Vespertina de la Cena del Señor. En la “Misa Crismal”, el obispo diocesano bendecirá, como de año en año, los óleos rituales: los de los catecúmenos y los enfermos, y consagrará el Beato Crisma, a través de el cual se anuncia el nuevo “año de gracia” del Señor. (Lc4, 19; Is 61, 2). De ahí que la llamamos “Misa de los Santos Óleos”. Los óleos están en el centro de la acción ritual. Son estos óleos los que servirán para la administración de los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sagrado y Unción de los Enfermos.
El aceite es un signo de la amabilidad y misericordia de Dios que nos toca.
El aceite es un signo de la bondad y clemencia de Dios que nos toca. De esta forma el aceite, en sus diversas formas, nos acompaña a lo largo de nuestra vida, desde el catecumenado y el bautismo hasta el día de hoy del final de nuestro camino terrenal, donde nos vamos a encontrar, cara a cara, con Dios juez y salvador. En la Iglesia primitiva, el aceite consagrado se consideraba, en particular, como un signo de la presencia del Espíritu Santurrón, que se comunica con nosotros desde Cristo, el ungido. El Espíritu es el aceite de la alegría.
En esta celebración, aparte de bendecir y consagrar los óleos, se renuevan las promesas sacerdotales pronunciadas el día de la ordenación, por lo que también se denomina Misa de la Unidad, manifestándose de este modo la comunión diocesana en torno al secreto pascual de Cristo, siendo un momento intensísimo de comunión eclesial, de intensa participación de las comunidades y de apreciación de los sacramentos de la vida de la Iglesia.
Todos y cada uno de los presbíteros, sean diocesanos o religiosos, distribuyen y ejercen con el obispo el sacerdocio único de Cristo; son, ya que, constituidos cooperadores providentes del orden episcopal. Bajo la autoridad y el pastoreo del obispo, reciben la rica misión de sanar ánimas en nuestra diócesis o dondequiera que sean enviados como itinerantes. “En efecto, los presbíteros, en virtud de su sagrada ordenación y de la misión que reciben del Obispo, son promovidos al servicio de Cristo, Profesor, Sacerdote y Rey, en cuyo ministerio forman parte, por el cual la Iglesia se construye de manera continua como Pueblo de Dios, Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Beato”. (Cf. Presbyterorum Ordines). De ahí que, todos y cada uno de los obispos, en sus respectivas iglesias particulares, presentes en el mundo entero, concelebran la liturgia eucarística con sus presbiterios y comunidades, realizando aparente su cariño, cariño y rápida obediencia a su pastor. Al notar al clero cerca de su obispo, experimentamos la unidad de la Iglesia, que a través del episcopado menciona a Cristo, “pastor y custodio de nuestras ánimas”, como menciona el apóstol Pedro en su primera carta (cf. 1Pt 2,25). .
La Iglesia reunida es signo de plena comunión, ya que la asamblea del pueblo, asamblea santa, adjuntado con los presbíteros y en unión con el arzobispo, manifiesta una liturgia solemne y verdadera, agradable a Dios. Unidos en la enorme diversidad de dones, somos edificados y guiados por el Espíritu Santurrón, transformándonos de esta forma en Iglesia Cuerpo Místico de Jesucristo y también instrumento de Salvación para los hombres.
Que la Virgen Aparecida, Reina de Brasil, nos asista a acoger los dones del Espíritu Santurrón, y con ellos a presenciar, con la Iglesia, el secreto de Cristo Resucitado.
Sitio web del Santuario Nacional de Aparecida
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Esperamos que le gustara nuestro articulo Bendición de los Santos Óleos y Renovación de
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Cosas interesantes de saber el significado : Dios