Novedosa Jersey, 25 de febrero. 21 / 11:39 am (ACI).- Los fieles tienden a buscar distintas maneras de prepararse durante la Cuaresma para la Semana Santa, haciendo distintas ofrendas como leer un pasaje períodico de la Biblia o renunciar a algún tipo de manjar.
Sin embargo, el profesor de física en Novedosa Jersey (Estados Unidos), Matt D’Antuono, recomendó una exclusiva forma de llevar la cruz de Cristo en este tiempo de Cuaresma y recordó que la Crucifixión es donde “el amor convierte la muerte y el sufrimiento”.
En un producto publicado en el National Catholic Register, D’Antuono informó que hace unos años había llegado a “una exclusiva comprensión del papel del padecimiento en la vida espiritual, su conexión con la cruz y el poder del amor de Cristo”.
El instructor tuvo una experiencia de conversión que lo llevó a regresar a la Iglesia Católica en 2008, donde descubrió que la cruz es la “revelación más plena del amor de Dios en el planeta” y que el sufrimiento del hombre se puede unir a la Cruz “para compartir el méritos de Jesús”.
“La Crucifixión es el centro del cosmos, donde están el cariño, la muerte y el sufrimiento, y donde el amor convierte la muerte y el padecimiento”, indicó.
D’Antuono señaló que se distrae con facilidad y pasa horas sin meditar en Dios ni tratar de rezar, con lo que se preguntó qué ocurriría si llevara consigo un crucifijo en todo momento.
“Se me ocurrió que un crucifijo en mi mano sería un recordatorio incesante no solo para rezar, sino más bien también para meditar en el amor de Dios y regentar todos mis afectos hacia Él”, ha dicho.
El profesor apuntó que Jesús dijo ‘toma tu cruz y sígueme’, con lo que llevar una cruz sería charlar como lo logró San Francisco, quien “en el momento en que escuchó el consejo evangélico de ir y vender todo lo que tenía para ofrecer a los pobres” prosiguió al pie de la letra y “cambió el mundo”.
“Sé que no puedo llevar el género de cruz que llevó Jesús, pero quizás un crucifijo pequeño, como los que se emplean en rosarios y collares, podría marchar”.
D’Antuono comentó que sabía lo problema que sería tener algo en la mano constantemente, más que nada en las tareas cotidianas, pero sabía que la cruz que llevamos “no tiene que ver con tranquilidad”.
“Entonces me pregunté, en mi inmenso orgullo y vanidad, qué pensaría la gente si me viese manteniendo una pequeña cruz en la mano”, dijo. “Sin embargo, me di cuenta de que mi vida no radica en lo que el resto piensen de mí, y soportar malentendidos sería otra forma de participar en la Pasión de Jesús”, agregó.
El profesor señaló que había comprado una cruz de 4 cm, que utiliza todos y cada uno de los días, y resaltó que podría ser una ofrenda benéfica para este periodo de Cuaresma.
“Para ser absolutamente honesto, pasa la mayoría del tiempo metido en mi anillo de bodas, por lo que no lo estoy sosteniendo activamente. No lo tengo en mis manos en el momento en que duermo. Cuando lo necesito, lo coloco encima de la mesa o el mostrador donde estoy trabajando o rezando, y cuando menos está a la vista. En el momento en que hago ejercicio o trabajo manual, lo guardo en el bolsillo”, añadió.
“Sé que la gente está buscando algo diferente para hacer a lo largo de la Cuaresma cada año, y bastante gente han desarrollado muchas prácticas increibles para la Cuaresma. Aquí hay una práctica que encuentro ventajosa y humildemente la someto a su cuenta”.
Publicado originalmente en ACI Press. Traducido y amoldado por Nathália Queiroz.
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