Año de San José: el don de las indulgencias y la importancia de

Convocado por el Papa Francisco mediante la Carta Apostólica “Patris Corde”, el Año de San José va a ser festejado por toda la Iglesia en el planeta, del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, para conmemorar el 150 aniversario de la promulgación de la decreto de la Sagrada Congregación de los Ritos de quaemadmodum deuscon la que el Beato Pío IX, en 1870, declaró a San José patrón de la Iglesia universal.

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las indulgencias

Y a lo largo de este periodo, el Decreto de la Penitenciaría Apostólica ofrece la posibilidad de recibir Indulgencias destacables vinculadas a la figura de San José, “cabeza de la Familia celestial de Nazaret”, singularmente a quienes han sufrido la pandemia del Covid-19, en salud. asuntos. , sociales y económicos.

El pasado 10 de diciembre, el regente de la Penitenciaría Apostólica, Monseñor Krzysztof Józef Nykiel, concedió una entrevista a L’Osservatore De roma (períodico del Vaticano que comunica sobre las ocupaciones de la Santa Sede y los hechos que tienen rincón en la Iglesia y en el mundo)para argumentar la naturaleza de las indulgencias vinculadas al “Año Josefino”

Dom Nykiel explicó que el decreto quiere determinar la forma en que se otorga a los leales el don de la indulgencia plenaria con ocasión del Año de San José, en razón de lo establecido por exactamente el mismo Papa Francisco.

“Por tanto, la Penitenciaría otorga indulgencia plenaria a los fieles que, además de las condiciones habituales previstas por la Iglesia -confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las pretenciones del Santo Padre- practican cinco actos particulares de piedad u obras de caridad ligada al modelo representado por el padre putativo de Jesús”, ha dicho.

Según él, las obras indulgenciales consisten en abrirse a la voluntad de Dios, dedicar tiempo a la meditación personal o participar en un retiro espiritual, siguiendo el ejemplo de José, siempre y en todo momento dispuesto a aceptar la voluntad de Dios; en hacerse instrumento de la justicia y de la clemencia del Padre mediante la realización de proyectos de misericordia anatómicos y espirituales, como José, el “hombre justo” (Mateus 1, 19); en la renovación de la comunión con Dios en el seno de la familia y entre la pareja, mediante el rezo del Santo Rosario; en la santificación del propio trabajo, encomendándolo a la intercesión de San José o orando por los que se ven privados de un oficio digno; en intercesión por los cristianos que sufren maneras de persecución a través de la oración de las letanías a San José u otras fórmulas de oración propias de los ritos de las Iglesias orientales.

Por eso, en el artículo del decreto se hace una mención especial a quienes, por las consecuencias del contagio, no pueden cumplir las condiciones para recibir una indulgencia (ancianos, enfermos, moribundos).

“Confiando en la intercesión de San José, en el consuelo de los enfermos y en la patrona de la buena muerte, la indulgencia se extiende a todos ellos si, con espíritu desprendido de todo pecado y con la intención de cumplir las condiciones cuanto antes. en la medida de lo posible, recitan un acto de clemencia en honor del Santurrón”, resalta el arzobispo Nykiel.

Al final, el regente de la Penitenciaría Apostólica deja un mensaje de aliento a los fieles a fin de que concedan estas indulgencias.

Toda concesión de indulgencias tiene por objeto contribuir a los fieles en su pelea contra el pecado y las fuerzas del mal, alentar la caridad fraterna, suscitar la esperanza de la plena reconciliación con Dios Padre, fomentar el espíritu de piedad y el fervor de la caridad. . En efecto, mediante la realización de proyectos de penitencia y de caridad, todos tienen la posibilidad de crecer en el amor a Dios ya los hermanos. La indulgencia nunca es una especie de automatismo desconectado de la vida cristiana, sino que es la vida cristiana misma, es su expresión y su culminación. La intención de la Iglesia es exactamente llevar a los leales a una intimidad cada vez mayor con su Señor”, destaca.

“En el caso particular del Año de San José, se invita a cada creyente a mirar la figura del carpintero de Nazaret para reforzar en aquellos aspectos de la relación con Dios que el ejemplo de San José inspira de manera especial. La figura del Santo no pasó de tendencia y, de hecho, está mucho más vigente que jamás en nuestro tiempo, como recuerdan, entre otros, san Juan Pablo II y, mucho más recientemente, el Papa Francisco”, añade.

la devoción

En la Carta Apostólica “Patris Corde”, el Papa Francisco resalta que la grandeza de San José consiste en que fue marido de María y padre de Jesús. Como tal, dice san Juan Crisóstomo, “se puso completamente al servicio del plan salvífico”. San Pablo VI señala que su paternidad se expresó en concreto “en haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la Encarnación ya la misión redentora conjunta; en haber usado la potestad legal que ostentaba sobre la Sagrada Familia para realizar de ella un don total de sí, de su historia, de su obra; en haber convertido su vocación humana al amor familiar en oblación sobrehumana de sí, de su corazón y de sus habilidades en el amor puesto al servicio del Mesías nativo de su casa”.

Por su papel en la crónica de la salvación, San José es un padre amado siempre por el pueblo católico, como lo demuestra el hecho de que se le hayan dedicado numerosas iglesias en el mundo entero; que muchos institutos religiosos, cofradías y grupos eclesiales se inspiraron en su espiritualidad y adoptaron su nombre; y que, desde hace tiempo, se han realizado distintas representaciones sagradas en su honor. Varios Beatos y Santas fueron sus apasionados devotos, entre aquéllos que está Teresa de Ávila que lo adoptó como abogado y también intercesor, encomendándose instantáneamente a San José y recibiendo todas y cada una de las gracias que le solicitaba; animada por su experiencia, la Santa convenció a otros a ser igualmente devotos de él.

A lo largo del manual de oración, siempre y en todo momento hay una a San José. A él se dirigen invocaciones especiales todos los miércoles y, en particular, durante todo el mes de marzo, comúnmente dedicado a él.

(Todos los días desde hace más de cuarenta años, tras las Laudes, rezo una oración a San José extraída de un libro francés de devociones del siglo XIX de la Congregación de las Religiosas de Jesús y María, que expresa devoción, confianza y cierto desafío a San José: “Glorioso Patriarca San José, cuyo poder consigue realizar probables las cosas inviábles, ven en mi ayuda en estos instantes de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las ocasiones tan graves y bien difíciles que te encomiendo, para que obtenga una solución feliz. Padre mío amado, toda mi confianza está puesta en Ti. No se diga que te invoqué en balde, y puesto que todo lo puedes con Jesús y María, muéstrame que tu amabilidad es tan enorme como la tuya. .poder. Amén.”)

La seguridad del pueblo de San José está contenida en la expresión “proceder a José», que se refiere al periodo de hambruna en Egipto, en el momento en que el pueblo pedía pan a Faraón y él respondía: “Ve a José; haz lo que él te afirme” (gn 41, 55). Se trata de José, hijo de Jacob, que terminaba de ser vendido, víctima de la envidia de sus hermanos (cf. gn 37, 11-28); y después –según el relato bíblico– se transformó en virrey de Egipto (cf. gn 41, 41-44).

*Con información de Vatican News