OFICINA CENTRAL, 19 mar. 21/09:00 am (ACI).- El Año de la Familia Amoris Laetitia comienza este 19 de marzo y se extenderá hasta el 26 de junio de 2022, convocado por el Vaticano con motivo del quinto aniversario de la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia . Para marcar el comienzo del año vigente especial, ACI Digital trae el testimonio de vida de una gran familia católica.
En su Exhortación, el Papa Francisco apunta que “las familias numerosas son una alegría para la Iglesia. En ellos el amor manifiesta su generosa fecundidad”.
Esta enorme alegría la vive Ana Braga-Henebry, nacida en Brasil en el seno de una abundante familia católica y que, siguiendo el ejemplo y los consejos de sus progenitores, tiene ahora a sus siete hijos en Estados Unidos, uno de los cuales es religioso.
Séptima de los diez hijos de Lucía y Cláudio Braga, Ana recuerda con gratitud las enseñanzas que recibió de sus padres en el momento en que aún se encontraba en Río de Janeiro. La pareja, que formaba una parte de un grupo de jóvenes católicos en la década de 1950, “estudió y prosiguió su fe católica”.
En su matrimonio, Lucía y Cláudio “habían insistido en una misa nupcial y comunión, lo que era extraño en ese momento”. Para Ana, la celebración de la boda de sus padres “marcó la pauta para el resto de su historia de en matrimonio: lo que era importante para ellos esa mañana feliz, el sacramento y la facilidad, siguió siendo importante para ellos a lo largo de toda su historia”.
Como ella recuerda, ella y sus hermanos nacieron en un “ambiente de fe, oración, amor y entrega”. Desde niño guarda en su memoria las cenas o “noches en la salón”, cuando la familia compartía instantes culturales, de saberes. “Cada domingo la Misa era sagrada, así como la oración antes de la cena, todas las noches, alrededor de la gran mesa con bancos a cada lado. También oramos en el momento de acostarnos, no solo por nuestra familia, sino más bien por el mundo”.
Ana asimismo cuenta que su familia tuvo la gracia de ver nacer a una hija prematura. “De qué forma recuerdo a mamá esperando a mi hermana Marta con 46 años”, expresa. Según ella, “en un instante en que se creía que la Iglesia iba a cambiar sus antiguas enseñanzas sobre los anticonceptivos artificiales, nuestros padres fueron un testimonio elocuente y valiente de la fidelidad a Dios”.
“Mamá me contó, en el momento en que ya estaba casado, cómo ella y el Padre se arrodillaron, llorando, en una oración de agradecimiento a Dios, cuando la encíclica Humanae Vitae fue difundida. La hermosa encíclica, cuyo artículo es una verdadera carta de amor, reiteró la defensa de la vida y presagió los males que la anticoncepción artificial traería al planeta”, relata.
Esta hija menor fue una “gran bendición” de sus progenitores “en su avanzada edad” y, tras su muerte, “entró en una abadía benedictina en Baviera”, Alemania, y hoy es conocida como Sor Martina.
Con los años, tras finalizar la universidad en Brasil, Ana salió a los Estados Unidos para conseguir una maestría, donde conoció a su esposo, Geoff. Rápidamente fue llevado con sus progenitores gracias a “su fe auténtica”.
“Al principio de nuestro matrimonio, les pedimos buenos consejos, consejos que hemos utilizado durante nuestra vida matrimonial y familiar. Estos fueron muy preciosos para nosotros: seguir y confiar en las enseñanzas de la Iglesia, en tanto que traen paz, alegría y seguridad; permanecer libres a la vida, con generosidad y confianza; vivir la boda a sabiendas de que, en la liturgia nupcial, en el momento en que prometemos acoger a los hijos que Dios en su generosidad nos envía, ya aguardamos y amamos por adelantado a todos nuestros hijos”, dice.
Ana tuvo siete hijos y afirma que la vida de la familia “jamás fue simple” y siempre vivieron “bajo presupuesto”. “Nunca tuvimos un presupuesto para unas vacaciones en Disney, y el desenlace del mes siempre y en todo momento fue ajustado… pero mis días con ellos fueron tan contentos, y el carrito de compras en el autoservicio siempre y en todo momento tenía múltiples ayudantes y por lo menos un bebé”. , él afirma.
“Caminando por la vida con nuestros hijos, comencé a vislumbrar cuántas personas tienen el corazón pesado y triste por las elecciones que hicieron respecto a su familia, creyendo en las promesas vacías de vivir en el egoísmo, en la falsa libertad, sin haber vivido nunca. la vida que para otros parece ‘encadenada a la casa y a los hijos’”, lamenta Ana Braga, destacando que, esta vida familiar, de hecho, “trae la paz y la libertad de estar viviendo una vocación natural, y por consiguiente plena espiritualmente” .
De este modo, afirma sentirse muy agradecida por vivir su matrimonio “en paz y alegría, siguiendo los consejos y el ejemplo” de sus progenitores. “Hasta este día es lo que contamos y le ofrecemos más valor a nuestros hijos”, garantiza y dice que vió los frutos, con los niños “encontrando su vocación, ciertos formando sus familias” y uno en la vida religiosa.
Para Ana, “la vida católica en familia puede reinar en todas las ocupaciones del hogar”. “Desde el principio tuvimos una vida de oración con los niños, y todas las noches nos reuníamos en la salón antes de dormir”, cita.
En estas oportunidades, cada niño, “aun el mucho más pequeño, afirmaba a quién o por qué razón le agradaría rezar”. “Trajo mucha comunicación entre la familia sobre lo que se encontraba en la mente y el corazón de cada uno”, destaca.
“Las frases iban desde una simple década del rosario hasta una novena concreta de un tiempo litúrgico. Un aspecto que siempre agradó a los niños fue llamar a sus beatos patronos en una letanía ‘adaptada’ de santos para nuestra familia”, recuerda.
Otras ocupaciones que sumaron a la vida de fe de la familia fueron la participación en la red social parroquial, la Misa diaria cuando fue viable, los sacramentos, la educación religiosa, el voluntariado en las parroquias, aparte de abrir “las puertas para visitas de sacerdotes y monjas”.
Así mismo, ten en cuenta que, “durante muchos años, con los pequeños medrando en casa, esta fue nuestra vida: vivir cada día lo destacado que podamos, confiando y pidiendo cada noche con la familia que Dios nos guíe, día a día. , nuestros proyectos, nuestras resoluciones. Nos deja reposar cada noche en la paz que realmente descansa.”
“Hoy en día, con nuestra hija menor ahora lejos, en la vida universitaria, y el resto en su camino de vida, miramos hacia atrás y nos preguntamos de qué forma Dios nos guió y ayudó en todos y cada rincón de la vida”, mira.
Cultivando una vida religiosa en la vivienda
Entre los frutos de la educación católica de su familia, Ana Braga-Henebry vio crecer la vocación a la vida religiosa en uno de sus siete hijos, sor María Perpetua O. Praem. Sin embargo, apunta que no tiene que ver con un mérito familiar, por el hecho de que “la vocación religiosa es una llamada de Dios” y “en la vivienda, la familia puede ser un ámbito donde se cultive esta llamada”.
“Con la felicidad de Dios, una de nuestras hijas entró en la vida religiosa. La echamos bastante de menos en casa, pero asimismo nuestro corazón está repleto de alegría y orgullo por su apuesta valiente y madura por la clausura”, dice.
Preguntada sobre de qué forma cultivar este llamado de Dios en sus hijos, Ana indica: “Viviendo la fe en la vivienda, a través de la oración, ejerciendo la virtud, estudiando la crónica de la Iglesia y la vida de los santurrones, de esta manera podemos cultivar una ambiente propicio para esta contestación, muchachos”.
Para ella, “los padres siempre pueden integrar el sacerdocio o la vida religiosa en las conversaciones sobre las posibilidades de las futuras ocupaciones de sus hijos. Asimismo es muy bueno abrir las puertas a visitas de curas o monjas, a fin de que los niños tengan la oportunidad de conocerlos mejor”.
Además de esto, destaca la relevancia de “ser voluntario en la parroquia”, tal como “buscar otras ocasiones en la familia como la adoración al Muy santo Sacramento o el Vía Crucis”.
Al final, deja como mensaje a las familias las expresiones de su propia hija antes de entrar en la vida monástica: “Si tuviese que aconsejar a alguien sobre de qué forma hallar su vocación, le afirmaría lo siguiente: la llamada ahora está dentro de ti, por el hecho de que Dios te conoció antes de formarte, y te creó por una razón. Así que mírate honestamente a ti mismo, a tus intereses y deseos, y pídele que te muestre qué hacer con todo eso. Orad con San Alfonso de Ligório: ‘Señor, haz que te ame siempre, y luego haz conmigo lo que quieras’”.
Verifique también:
¿Quieres una familia unida y saludable? Estas 13 tradiciones católicas tienen la posibilidad de asistir
– ACI Digital (@acidigital) 21 de octubre de 2020