Agustín, libre albedrío e internet

El impacto de las comunidades en el planeta actual, en los más distintos campos -ya sea personal, económico o científico- se hace cada vez más visible, siendo impulsado por el contexto de pandemia que estamos viviendo, en el que las comunidades son entre las primordiales herramientas, tanto para la ejecución de trabajos y estudios remotos tal como válvulas de escape.

Se da prioridad a la eficacia, e incluso la función recreativa padece una transformación, sin el atractivo de los paseos y la buena mesa del pasado.

Utilizadas en gran medida como hábito, las redes terminan escondiendo algunos peligros, como el “robo” de datos, puesto que, al usar ciertas aplicaciones, cuyas condiciones de empleo raras veces leemos, admitimos que se recopilen nuestros apuntes y los de nuestros contactos.

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Pero que datos? ¿Quién puede entrar a ellos? ¿Cuál es el propósito de este ingreso?

Desde estas preguntas, el documental Privacy Hacked (el gran truco), de 2019, ofrece analizar 2 enormes hechos del año 2016: las elecciones de presidentes americanas y el plebiscito habitual para la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el brexit – los dos involucrando a Cambridge Analytica, una firma de análisis y minería de datos contratada para asesorar sobre las campañas de Trump y EE.

UU.

brexit.

La empresa fue denunciada por mal empleo de datos, con base en la investigación realizada por la periodista Carole Cadwalladr, publicada en el El espectador, y en la demanda interpuesta en los tribunales ingleses por el profesor David Carroll, que pretendía recuperar la propiedad de sus datos con la compañía.

La recopilación incorrecta de datos de más de 50 millones de usuarios fue posible gracias a una brecha en la seguridad de la privacidad de Facebook, según una prueba vinculada en la red social.

Con todos estos datos, la empresa ha podido montar una vigorosa máquina de publicidad política, apuntando eminentemente a los considerados “persuasivos”, conjunto que incluye a quienes aún no habían definido su voto en las selecciones y en el referéndum antes citado.

Conociendo el perfil de cada individuo, se elaboró ​​contenido personalizado para llegar a estos indecisos, haciendo que su accionar se adaptara a eso que se proponía en la campaña, en un caso así, el voto.

Charlar de publicidad destinada a vender un producto es habitual en una sociedad de consumo.

No obstante, en el momento en que hablamos de esta influencia que va a decidir el curso de las naciones en los próximos años, ¿cómo tenemos la posibilidad de lidiar con eso? ¿Tenemos la posibilidad de charlar de elecciones libres en este contexto? ¿De qué manera es la libertad, con la incorporación de una realidad virtual que puede ser manipulada, aun sin consentimiento personal? ¿Como elegir? O nuevamente: ¿por qué debería elegir?

Como no es la intención de este ensayo juzgar el corte que cubre el documental, labor que estaría fuera de mi alcance, el audiovisual me llamó la atención sobre un tema querido por san Agustín, pensador cristiano de finales de la Antigüedad: el hombre independencia, entre los problemas escenciales de la filosofía.

Este tema de la independencia hace aparición varias ocasiones en sus escritos, y sus argumentos sobre esto se vuelven paradigmáticos para el pensamiento de la Iglesia Católica.

En tu confesiones, Agustín habla de su paseo intelectual y de su conversión al catolicismo, oponiendo dos teorías para explicar el inconveniente del libre albedrío: la maniquea y la católica.

Agustín, que se adhirió al maniqueísmo en un cierto período de su vida, sabía que ellos postulaban que el mal existía de manera sustancial, y que estaba que se encuentra en todos los seres.

El libre albedrío sería entonces una manifestación de esta materia maligna, hablando más fuerte que la intención en el corazón humano.

En oposición al pensamiento de los seguidores de Mani, y apoyándose en la predicación de Ambrosio, los hiponeses exponen, en los libros VII y VIII de la citada obra, su posición sobre el problema del mal, para resumir el pensamiento de la Iglesia: Dios, autor de todas y cada una de las cosas, dotó al hombre con la capacitad de escoger, el libre albedrío de la voluntad.

Éste es, en sí mismo, un bien, ya que fué dado al hombre por Dios y tiene como fin último a Dios mismo.

El mal no se entiende como una sustancia, sino más bien como la corrupción de un bien[2].

La contrariedad viene después del pecado adámico, que agrede, entre otras cosas, esta capacitad.

El hombre se ve afectado por la concupiscencia, una inclinación al pecado, lo que perjudica su capacidad de seleccionar.

En su estado de hoy, después de la caída por el pecado, el hombre lleva esta marca que impide el preciso uso del libre albedrío, el que se corrompe.

Incluso queriendo llevar a cabo el bien, es posible que no pueda, como se expresa en entre las cartas de São Paulo: “Precisamente, no hago el bien que quiero, pero practico el mal que no quiero” (Rm 7,19).

Todos necesitan armonizar dos géneros de voluntad, dentro de sí mismos, en incesante guerra.[3].

A fin de que el hombre realice lo que verdaderamente desea, precisa superarse a sí mismo -apoyándose siempre y en todo momento en la idea divina- y vencer sus inclinaciones, su naturaleza dividida por el pecado.

De la misma el libre albedrío, creado como algo positivo, como el resto de la obra divina, Internet también tiene un propósito de empleo: unir a las personas, compartir información y tantas otras posibilidades.

No es nuevo, no obstante, que se discutan sus males, ya sea sobreuso, actividades comprometedoras no virtualya sean las atrocidades a la dignidad humana, escondidas más que nada en la red profunda.

Al mismo tiempo, asimismo podríamos charlar de una virtual inclinación al mal; baste recordar que Internet brotó en un contexto de guerra, durante la Guerra Fría, durante la cual había un riesgo constante de enfrentamiento nuclear.

Desde sus inicios, existía el peligro de su mal empleo, presentando varias facetas de esta inclinación, como las estafas y fraudes, el alegato de odio, o aun la forma más impactante en la vida cotidiana de enormes ciudades: la noticias falsas.

En un instante del reportaje, un exempleado de Cambridge Analytica declara que, más allá de que la empresa realizó un trabajo de “marketing”, promoviendo un candidato o una pauta de votación en el plebiscito, la resolución era exclusivamente del votante.

Pero, ¿se puede atribuir toda la responsabilidad al votante, dado el mal uso de los datos personales para dar forma a la campaña? Si el hombre precisa naturalmente vencer la inclinación al pecado, tarea difícil en sí misma, puede volverse hercúlea en el momento en que es requisito combatir asimismo contra influencias externas, como las que se ejercieron en la decisión de Trump y en el plebiscito de los brexity demostrado en el documental Intimidad pirateada.

La diferencia entre la superación del mal en el pensamiento agustiniano y el mal virtual reside quizás en la manera de sobrepasar los obstáculos.

Para Agustín, la superación de la concupiscencia se genera por la Felicidad divina, que restablece la libertad del libre albedrío de la voluntad a fin de que el hombre logre elegir correctamente, es decir, en el momento en que el libre albedrío es regenerado por Dios, su uso se dirige al bien en el que y para la cual Dios mismo fue creado.

¿De qué forma pensar una composición restaurativa que asegure la celebración de selecciones libres en regímenes democráticos, sin excluir el enfrentamiento de ideas, primordial en el período electoral? Como en el pensamiento agustiniano, es precisa una acción exterior al hombre, que lo rescate del empleo distorsionado de su libre albedrío, orientándolo hacia el bien al que está destinado.

Tal mecanismo no existía hasta recientemente.

Podemos decir que la Ley General de Protección de Datos (LGPD), recientemente aprobada en Brasil -que ofrece un mejor control personal sobre cómo se obtienen, almacenan y tratan los datos-, y la creación de la Agencia Nacional de Protección de Datos (ANPD) -el organismo responsable de velar por el cumplimiento de la LGPD, ¿van a ser suficientes para salvaguardar el juego democrático? Todavía es pronto para emitir veredictos, y quizás sus efectos unicamente se sientan a largo plazo, pero aguardamos que se restablezca la libre decisión en las elecciones y plebiscitos, garantizando su propósito, que sería el cuidado del régimen democrático.

* Artículo de Gustavo Laureano Pinto, Seminarista Diocesano de TeologíaInvestigador del Núcleo de Estudios Agustinianos, Labô, de la PUC-SP—Anunciado primero en el Laboratorio de Política, Comportamiento y Medios de la Fundação São Paulo/PUC-SP – LABÔ—[1] Cf.

Confesiones, VII, XII, 18[2] Cf.

Confesiones, VII, V, 10