8 de octubre, el día del niño por nacer

“¡Sé sensato: elige la vida!/ ¡Parte el pan, cura las heridas!/ ¡Sé fraterno y vas a vivir! (CF 2008)”

Del latín, “nasciturus”, es el que va a nacer.

Jurídicamente destina al ente generado o concebido que aún no ha nacido y que vive en el vientre materno.

Una etapa por la que todos pasamos antes de salir a la luz, y que debería ser de total seguridad, si no fueran muchos los riesgos propuestos y también impuestos por una cultura de la muerte que pelea incansablemente por la aprobación del aborto en cualquier edad gestacional.

Todo humano es imagen y semejanza de Dios; es único y también irrepetible; es amado por Dios; es siempre de valor inestimable, está destinado a la vida eterna.

“Aun antes de formarte en el vientre materno, te conocía; antes que nacieras te consagré.” Jr 1.5.

Vine a fin de que todos tengan vida, y la tengan abudantemente, nos dijo Jesús.

(Jn 10, 10).

El Día del Niño por Nacer fue aprobado en la 43ª Reunión General de los Obispos de Brasil (09 al 17/08/05), cuando se definió la Semana Nacional de la Vida (1 al 7/10) para asistirnos en la reflexión que la vida humana estuvo siempre en el orden del día de la acción de nuestra iglesia, como se asegura en la Declaración sobre las demandas morales en defensa de la vida, de esta reunión: “Dios es Señor de la vida.

El mandamiento “¡No vas a matar!” (Ex- 20,13) es revelación de la intención divina y expresión de una ley inscrita en la misma naturaleza humana.

Nuestra Iglesia Católica, siendo consciente de su misión evangelizadora, siempre se ha esforzado por valorar, fomentar y proteger la vida humana, cuyo derecho antecede a todos los otros derechos.

Son muchas las encíclicas que nos orientan a ser de forma plena conscientes del valor inalienable de la vida humana.

Tomemos por servirnos de un ejemplo: Humanae Vitae (25 de julio de 1968), Papa San Pablo VI; Evangelium Vitae (25 de marzo de 1995), Papa San Juan Pablo II; Amoris Laetitia (19 de marzo de 2016), de nuestro querido Papa Francisco, libros que debemos leer y releer regularmente dada su relevancia para nuestra capacitación integral respecto a la vida humana, ya que aun entre hermanos en camino encontramos personas confundidas y desinformadas de la defensa de la vida en todas y cada una de las situaciones en que ella, la vida, se ve amenazada por una sucesión de justificaciones de los dictados errados del mundo, contrarios a la voluntad de nuestro propio Dios.

Es en la familia donde se admite o elimina la vida, recordando aquí la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio (1981) de San Juan Pablo II, que muestra a la Familia y a la Vida como dos grandes pilares de la Iglesia, como se puede leer en el párrafo 30: “La Iglesia está llamada a manifestar una vez más a todos, con firme y mucho más clara convicción, la voluntad de promover por todos los medios y proteger la vida humana contra todas y cada una de las asechanzas, en cualquier condición y estado de desarrollo en que se encuentre.

”.

También el Papa Francisco, en Amoris Laetitia, n.

166, sobre la acogida de una nueva vida, nos dice: “La familia no es solo el campo de la generación, sino más bien asimismo la acogida de la vida que viene como don de Dios.

Cada nueva vida “nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que no deja de sorprendernos.

Es la hermosura de ser amado primero: los niños son amados antes que lleguen”.

Frente a la amenaza de la legalización del aborto inducido = el asesinato de pequeños no nacidos inocentes e indefensos que no tienen la posibilidad de chillar ni correr, no podemos meditar que no tenemos nada que ver con eso; no tenemos la posibilidad de enmudecer, ni cerrar los ojos ante tantas amenazas, ni desviarnos del camino, en contraste a lo que hizo aquel buen samaritano: “Él lo vio, tuvo compasión y lo cuidó” (Lc 10, 33-34).

Quedémonos con la bella imagen de María visitando a Isabel.

Cuando los dos pequeños por nacer, Jesús y Juan se encuentran por vez primera; uno con la misión de anunciar al salvador; la otra, la de ser la salvación misma de todos, con su calvario y muerte en la cruz, de la que brotará la vida plena.

Que en este día del niño por nacer, acogiendo la sugerencia de la Comisión Episcopal de Vida Pastoral y Familia de la CNBB Nacional, en un gesto de difundir la ‘Luz de Cristo’ que puede iluminar y resguardar vidas vulnerables y también indefensas, logremos iluminar el mayor número de candelas, y rezar juntos la Oración del Niño No Nacido, en un instante de devoción y unidad con toda la Iglesia en Brasil:

Oración del niño por nacer

Te alabamos, Señor Dios de la Vida.

Bendita eres por el hecho de que nos creaste por amor, tus manos nos formaron desde el vientre materno, te ofrecemos gracias por nuestros padres, y todas las personas que cuidan la vida desde su principio hasta el desenlace, todos los que cuidan y fomentan el hombre.

vida.

Bendice a las mujeres embarazadas y a todos los expertos de la salud.

Da a la gente y a las familias el pan de cada día, a la luz de la fe y del amor fraterno.

Nuestra Señora de Aparecida, intercede por nuestros niños no nacidos, nuestros pequeños, nuestros jóvenes, nuestros adultos y nuestros ancianos.

, a fin de que tengan vida plena en Jesús, que ofreció su vida por todos.

Amén.

* Artículo de Osmarina de Fátima Pazin Baldón