10 maneras de glorificar a Dios en la vida cotidiana

No importa tus circunstancias o dónde te encuentres, puedes elegir glorificar a Dios en tu vida. Esto es cierto en nuestro trabajo, en nuestro juego, en nuestra comunión y en nuestra adoración. Glorificarlo puede tomar la forma de alabanza a través de canciones o discursos, adoración en nuestra vida diaria o simplemente un corazón que se somete a Él en todas las cosas.

Pero, ¿cómo podemos glorificarlo prácticamente en nuestra vida diaria? Aquí hay 10 versículos que nos dicen cómo podemos glorificar a nuestro Padre.

#1 Sepa que cada acción es para Dios

1 Corintios 10:31 dice: “Así que, ya sea que coman o beban, o cualquier otra cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios”.

Tendemos a pensar en los grandes actos de ministerio o evangelismo como obras para Dios. Pero el apóstol Pablo se apresura a señalar que los actos mundanos y cotidianos como comer y beber también pueden ser santos. Si nos sometemos a la voluntad de Dios y buscamos Su complacencia en todo lo que hacemos, alineando nuestras vidas con las Escrituras y siguiendo Su llamado en nuestros corazones, siempre debemos hacerlo sabiendo que Él será glorificado.

#2 Otros notarán para quién vivimos

Mateo 5:16 dice, “Así alumbre vuestra luz delante de los demás, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos”.

El punto que Jesús está tratando de señalar no es que debemos hacer el bien únicamente con el propósito de obtener la alabanza de los hombres. Más bien, la alabanza de los hombres debe redirigirse a Dios. Cuando vivimos para Él, los demás se darán cuenta y reconocerán que Dios es la razón de nuestras acciones, y volverán su adoración y admiración hacia el Padre.

#3 La justicia es de Dios, todo lo demás es mentira

1 Juan 3:9-10 dice: “Por esto es evidente quiénes son hijos de Dios, y quiénes son hijos del diablo: el que no practica la justicia no es de Dios, ni el que no ama a su hermano.”

La primera epístola de Juan dedica mucho tiempo a detallar cómo podemos saber si permanecemos en el amor de Cristo. Una señal segura es la justicia en nuestras vidas, y lo contrario es cierto: si vivimos activamente en la injusticia, no glorifica a Dios y es prueba de que Él no está en nosotros.

#4 La conducta santa es una elección, pero siempre es la correcta

1 Pedro 1:14-15 dice: “Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones de vuestra antigua ignorancia, sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta”.

Puede ser un trabajo duro vivir una buena vida durante toda tu vida, pero el Espíritu siempre debe ganar contra los deseos de la carne. Pide a Dios que te ayude a ser obediente a Él, así como Él te llamó a amarlo. Esta es una forma en que podemos glorificarlo en nuestras vidas, dejando que nuestra conducta y acciones apunten a Él.

#5 No se trata de nosotros

Juan 3:30 dice, “Él debe aumentar, pero yo debo disminuir”.

Los que seguían a Juan el Bautista parecían sorprendidos de que Jesús lo estaba superando en el ministerio. Pero John sabía que el punto nunca fue su propia fama. Siempre reconoció que él era solo un mensajero que apuntaba a la venida del Mesías. Ahora que había venido al mundo, el propósito y la misión de Juan estaban completos: no tenía necesidad de reconocimiento público aparte de Jesús.

#6 Nunca busques tu propia gloria

El Salmo 115:1 dice: “¡No a nosotros, oh SEÑOR, no a nosotros, sino a Tu Nombre da gloria, por Tu misericordia y Tu fidelidad!”

La humanidad es orgullosa y egoísta, y si no tenemos cuidado caeremos presa del deseo de buscar elogios por nuestros propios méritos y acciones. Siempre debemos esforzarnos por devolver esa gloria a Dios porque solo Él es digno de ella.

#7 Dios nos creó y nos diseñó para glorificarlo

Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Fuiste creado por Dios. Él te formó con amor y tiene un propósito para tu vida. Él ha trazado un camino para que lo sigas, y Jesucristo te ha redimido del poder del pecado para que puedas ser restaurado a esa relación perfecta con tu Padre celestial. Camina en Sus caminos, y podrás cumplir Su divina y perfecta voluntad para tu vida.

#8 Debemos presentarle toda nuestra vida

Romanos 12:1 dice, “Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto espiritual”.

Toda nuestra vida es un acto de adoración viva. Debemos consagrar cada parte de nosotros mismos a Dios, lo que traerá la máxima gloria y honor para Él: un corazón completamente rendido a Su voluntad y Su justicia. Así es como podemos mostrar nuestra alabanza más allá de un canto o un servicio. Se vive en cada segundo de cada día, en cada paso que damos y en cada palabra que decimos. Este es el verdadero culto que se vive con toda nuestra vida y todo nuestro corazón.

#9 Reconoce que solo Dios es digno

El Salmo 29:1-2 dice: “Atribuid al SEÑOR, oh seres celestiales, dad al SEÑOR la ​​gloria y el poder. Atribuid al SEÑOR la ​​gloria debida a Su Nombre; adorad a Jehová en el esplendor de la santidad”.

Los Salmos son un hermoso depósito de alabanza y adoración. Todos llevan algún aspecto de alabanza y adoración, glorificando a Dios a través de imágenes deslumbrantes y palabras de dedicación. Este salmo en particular tiene un fuerte mensaje de reconocimiento de que Dios está detrás de todo lo que vemos y experimentamos. Debemos reconocer que el Suyo es el único Nombre digno de alabanza y honor.

#10 Hagas lo que hagas, hazlo para el Señor

Colosenses 3:23 dice: “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.

Podemos trabajar por poder o dinero, o simplemente porque queremos que otros vean nuestras buenas obras. Sin embargo, esta no es la forma en que Dios quiso que trabajáramos. Incluso si servimos a nuestro prójimo, negamos a Dios si solo lo hacemos por motivos egoístas. Debemos mirar a Dios como la fuente de nuestra fuerza en todo lo que hacemos, sabiendo que trabajamos para Él y no para los demás.